En DEFENSA de la FAMILIA

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Por Pierre-Joseph Proudhom. 1809-1865 filósofo político y revolucionario francés, y padre del pensamiento anarquista. Proudhon va a ser tajante con respecto a la defensa de la familia.

Al reeditar su libro Justice, agrega un catecismo del matrimonio:

«Todo atentado a la familia es una profanación de la justicia, una traición al pueblo y a la libertad, un insulto a la revolución. El desbordamiento de todos los crímenes y delitos contra el matrimonio es la causa más activa de la decadencia de las sociedades modernas. El matrimonio es un pacto de castidad, de caridad y de justicia, por el cual los esposos se declaran públicamente exentos el uno y el otro, y el uno para el otro, de las tribulaciones de la carne y de las atenciones de la galantería, en consecuencia sagrados para todos e inviolables. Se me aparece como una unión mística, la más sorprendente de las instituciones humanas(…) Sin castidad, sin sacrificio, sin constancia, no hay amor entre el hombre y la mujer (…) El matrimonio es una cosa moral, en la cual el comercio de los sentidos no llega sino como algo accesorio. El matrimonio en la fuerza de su idea, es un pacto de abnegación absoluta(…) Nuestra descomposición social avanza a ojos vista; cuanto más estudio los síntomas, más descubro que las libertades públicas tienen por base y por salvaguardia las costumbres domésticas(…) Para formar una familia, para que el hombre y la mujer encuentren en ella la alegría y la calma a las que aspiran, sin las que no estarán nunca más que incompletamente unidos, aunque lo estén por el deseo, es necesaria una fe conyugal; entiendo por ello un idea de su mutua dignidad, que elevándose por encima de los sentidos les haga, al uno para el otro, aún más sagrados que queridos y haga de su comunidad fecunda una religión más dulce que el mismo amor. Un error deplorable de nuestros demócratas es creer que la familia es una carga que frena la dedicación y la acción; es el objetivo por el contrario que nos da aplomo y voluntad (…)

El socialismo que en vez de elevar al hombre hacia el cielo lo inclina hacia el barro, no ha visto en la victoria alcanzada en la carne más que una nueva causa de miseria (..) El socialismo que quiere abolir a la familia va contra la unidad del género humano (…) Si La República Francesa puede levantarse de nuevo un día y nuestro país figurar todavía con gloria en los anales del género humano, será a condición de que el matrimonio y la familia, liberadas de las trabas que les crea el capitalismo, lleguen a ser el fin y la condición de la gran mayoría de los ciudadanos. El hombre será incompleto fuera del matrimonio, y ningún amor irregular puede suplir a lo que da la cualidad de marido y de padre.»

El programa revolucionario que sometió a los electores del Sena en 1848, contenía el matrimonio monógamo y perpetuo: cuyos caracteres fundamentales, dígase lo que se diga y hágase lo que se haga, son la perpetuidad y la inviolabilidad… Consideraré toda ley sobre el divorcio como un estímulo al libertinaje y un paso atrás (…) El matrimonio monógamo y perpetuo, no es solamente el símbolo eficaz de la justicia: es la defensa de la libertad personal, el protector de la vida privada. Asimismo, lo levanta como un obstáculo radical, insuperable para el comunismo». Poco después, en sus Confesiones de un revolucionario observaba: «Sobre la cuestión del divorcio, la mejor solución es aún la de la Iglesia, si no, el contrato matrimonial, no es en realidad más que un contrato de concubinato. Divorcio, tratar de nuevo está cuestión y resolverla como la Iglesia, pero por consideraciones más humanas.

(…) Ya ve Vd. monseñor, que es el cristianismo, la Iglesia y Vd. mismo, quienes sin saberlo me proporcionan la teoría del matrimonio.»


A unos burgueses que le acusaron de doctrinas subversivas contra la familia, les contestó: «Comencemos si os parece, por dejar a la familia aparte. No os corresponde, burgueses, que corrompéis a vuestras mujeres y vendéis a vuestras hijas, después de haber explotado sin medida y sin remordimiento a las otras hembras, hablar de la familia. La familia, os lo hemos dicho en otras ocasiones, ha llegado a ser, por culpa de la propiedad, un cubil de prostitución en el cual el padre es el sostenedor y la madre la alcahueta. Hombres de carne, antes de que pronunciéis el nombre sagrado de la familia, dejadme pasar un carbón encendido sobre vuestros labios.» Ž


Del libro «Trabajo y Solidaridad»,
Voz de los Sin Voz. Rodrigo Lastra