Es deber de conciencia tomar partido (el silencio y el consumo nos hacen cómplices) y denunciar a quienes condenan a millones de personas a un sufrimiento intolerable. No nos engañemos con la «solidaridad navideña para animales satisfechos e indiferentes», la Solidaridad exige siempre un cambio de vida que lleve a compartir hasta lo necesario para vivir.
Con motivo de la proximidad de las fiestas navideñas, se ha difundido en los medios de comunicación un informe elaborado por una organización de consumidores sobre las condiciones de trabajo en la fabricación de los juguetes que inundan las tiendas de los países enriquecidos.
Se hablaba en él de las duras condiciones laborales a que son sometidos trabajadores del Tercer Mundo, entre ellos, millones de niños que, sin duda, pueden ser calificados como los esclavos del siglo XXI.
No entendemos por qué las nuevas formas de esclavitud no generan un rechazo unánime en nuestra sociedad y por qué no se secunda masivamente la campaña que desde hace 20 años se lleva a cabo en España para denunciar esta canallada. Quizá tenga que ver con nuestra propia esclavitud, porque preferimos el consumo a la conciencia, el bienestar a la verdad y el tener cada vez más a la moral más elemental.
Es deber de conciencia tomar partido (el silencio y el consumo nos hacen cómplices) y denunciar a quienes condenan a millones de personas a un sufrimiento intolerable. No nos engañemos con la «solidaridad navideña para animales satisfechos e indiferentes», la Solidaridad exige siempre un cambio de vida que lleve a compartir hasta lo necesario para vivir.
Firmamos:
Hilda Cantarín Díaz, Mª del Rosario Abril García, Rafael Astorga Fernández, Guillermo Ruiz Varela