Hambre, Biocombustibles y Especulación Financiera

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“La Tierra proporciona recursos suficientes para las necesidades de todos, pero no para la codicia de algunos” (Mahatma Gandhi)

«¡Ha llegado la hora de garantizar, en nombre de la paz, que ningún hombre, mujer o niño vuelva a pasar hambre!» (Benedicto XVI)

 

AUMENTA EL PRECIO DE LOS ALIMENTOS, AUMENTA EL NUMERO DE HAMBRIENTOS

Estos últimos meses, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los grandes bancos internacionales (el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo Asiático, etc.), todos los periódicos y los medios de comunicación financieros importantes se han visto obligados a reconocer que está teniendo lugar una gran crisis alimentaria y cientos de millones de personas están abocados al hambre y a la muerte por inanición. Los graves problemas de los pueblos empobrecidos se han agudizado por el incremento acelerado en el costo de los alimentos, que ya ha provocado explosiones de violencia social en diferentes países (Pakistán, México, Indonesia, Mauritania, Marruecos, Yemen, Guinea, Mozambique, Senegal, Camerún, Burkima Faso, Egipto, Haití, Filipinas, Madagascar…). Desórdenes provocados por millones de personas en casi cincuenta países que amenazan con desbancar regímenes políticos de libre mercado que han sido, sorprendentemente “los alumnos modelo” que han seguido las políticas del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Es necesario recordar que los países desarrollados (Unión Europea, Estados Unidos y Japón) mantienen una política de subsidios a la producción agrícola que supera los 327.000 millones de dólares anuales, que representan un promedio del 34% de los ingresos agrícolas de esos países; y reporta el 21% de los ingresos de los agricultores en EE.UU; el 35% de los agricultores europeos, y el 59% de los agricultores japoneses, impidiendo un comercio justo y contribuyendo a hacer recaer el mayor peso de la crisis, sobre los países empobrecidos. [i]

Ante esta dramática realidad Hafez Ghanem, Subdirector General de la FAO ha declarado que “Estamos enfrentándonos al riesgo de que el número de personas que pasan hambre aumente en muchos más millones”[ii]. Y el reciente informe “Perspectivas Alimentarias” de la FAO señala que el coste total de las importaciones de alimentos de los Países empobrecidos puede alcanzar los 169.000 millones de dólares en 2008 un 40 por ciento más que en 2007 y afirma que para finales de 2008 el gasto anual en alimentos importados podría suponer cuatro veces más que en 2000.

 “Los países pobres del mundo gastarán unos 38.700 millones de dólares en importación de cereales este año, el doble de la cantidad que pagaron hace dos años por las mismas cantidades y un 57 % de aumento en relación con 2007.” [iii]

El dramático aumento de los precios de los alimentos está generando mayor sufrimiento a los pobres del mundo. Según el Banco Mundial, los precios de lo alimentos básicos subieron un 83% desde el 2005. El precio del arroz subió en más del 60% y el del maíz en un 35%. El precio del trigo un 130%. Y la harina, leche y carne, subieron un 57% tan sólo en este año 2008. Y la perspectiva es que los precios suban más.

La mitad de los habitantes del planeta sobrevive con menos de dos dólares por día y cerca de mil millones con menos de un dólar diario. Personas para las que el trigo, la soja, el arroz y el maíz son la base de su alimentación, y hasta el inicio de la crisis alimentaria gastaban el 75% de sus ingresos en ella. El FMI ha declarado que: “Los precios de la alimentación, si siguen como hasta ahora, […] las consecuencias serán terribles. Como aprendimos en el pasado, este tipo de situaciones termina a veces en guerra”

Lo más sorprendente es que según la FAO la producción mundial de cereales, arroz y de diversos cultivos en 2008 apunta a un récord en la producción, pero el precio de los alimentos aumenta. Incluso en aquellos lugares en los que hay alimentos que llegan al mercado, los precios de esos alimentos están fuera del alcance de la mayoría de trabajadores rurales y urbanos, campesinos y personas sin empleo. El problema no es la falta de alimentos en el mundo. La población Iberoamérica y el Caribe padece hambre pese a producir un 40% más de lo que se necesita para abastecerse. El planeta puede abastecer a mas de 12.000 millones de personas según un informe de la ONU de hace 20 años.

Las soluciones propuestas por el FMI y el BM, son destinar más dinero, y pedir más donaciones .La FAO solicita que se repartan semilla y fertilizantes y la Unión Europea no renuncia a las mantener las multimillonarias subvenciones. Todo esto lejos de combatir las causas del hambre, aumenta la dependencia de los países empobrecidos. Pero ¿Qué esta ocurriendo realmente? ¿A quien beneficia el hambre de los pobres?

EL NEGOCIO DE LOS BIOCOMBUSTIBLES

La causa más relevante de la actual situación es la codicia irracional y rapaz de las grandes transnacionales e inversionistas financieros. Al ver estos disminuir su esfera de negocio por depreciación del dólar (perdiendo rentabilidad la moneda), el estallido de la burbuja inmobiliaria y los desplomes de la bolsa, las transnacionales, tienden a comprar petróleo (que ya ha llegado a niveles sin precedentes de 135 dólares el barril, produciendo un fuerte impacto en los costos del transporte de alimentos y en la producción de fertilizantes), y compran también cereales y oleaginosas en grandes cantidades para luego revenderlas apostando a que los precios crecerán con la apuesta clara de la Unión Europea y Estados Unidos por los biocombustibles.

Al mismo tiempo estamos ante una formidable campaña global para acelerar la producción de biocombustibles a partir de la soja, el maíz o la caña de azúcar en reemplazo de los derivados del petróleo. La justificación se fundamenta en una realidad cruda: la contaminación del medio ambiente. Y así, subidos a la cresta de la ola ambientalista, los mayores contaminadores del planeta lanzan su nueva ofensiva. La cumbre de la Unión Europea aprobó que en el 2020 un 10% del consumo total de energía provenga de biocombustibles. Y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pide que sea un 15%, de aquí a 2017. A tal punto que países con déficit alimentario como Senegal o Indonesia han resuelto producir biocarburantes en vez de vegetales comestibles. Responsable en parte de esta situación, el Fondo Monetario Internacional afirma que entre un 20% y un 50% de las cosechas mundiales de maíz y de colza ya están siendo desviadas para elaborar carburantes. Estados Unidos está inaugurando una destilería para combustibles vegetales por semana: ya están funcionando 120. Y las mismas empresas multinacionales que inventaron los transgénicos –llámense Monsanto, Nidera y Cargill-, además del potentado George Soros y otros, anuncian fuertes inversiones en destilerías y en la creación de nuevas semillas. Para completar la rueda del negocio, George Bush se reunió en marzo de 2007 con las tres empresas automotoras más grandes –General Motors, Ford y Chrysler- para «adaptar sus productos a la nueva generación de biocombustibles». Y ya en EE.UU. se subsidia con 54 centavos de dólar cada galón (3,8 litros) de etanol producido con maíz. [iv] Las consecuencias no se han hecho esperar. En enero de 2007 el precio internacional del maíz más que se duplicó. Estados Unidos, principal productor mundial del grano, lo vendió a México un 150% más caro. Por lo tanto, el precio de la tortilla, alimento básico de los mexicanos, se elevó abruptamente y provocó masivas protestas. Para muchos, fue el primer campanazo.

Los agrocombustibles se obtienen de los mismos productos y utilizan las mismas tierras de las que se alimenta buena parte de la población mundial. Reflexionando sobre esta idea siniestra, de convertir alimentos en combustible cuando la mayoría de la humanidad padece hambre, el director del Herat Policy Institute, Lester Brown, y ex funcionario de varios gobiernos de EE.UU, advirtió:”La cantidad de cereal que se necesita para llenar un tanque de 25 galones (casi 100 litros) con etanol una sóla vez alcanza para alimentar a una persona un año entero”. Por eso, añadió, “la competición por los granos entre los 800 millones de automovilistas y los 2.000 millones de personas más pobres que hay en el mundo puede conducir a revueltas populares”. Hasta Peter Brabeck, presidente de la multinacional Nestlé, se muestra preocupado por la situación en una entrevista concedida al periódico suizo NZZ am Sonntag del 23 de marzo de 2008. Según dice, si se pretende cubrir el 20 % de la demanda petrolera con agrocarburantes, no habrá nada que comer.

EL IMPERIALISMO ESPECULA CON EL PAN DE LOS POBRES DE LA TIERRA

Huyendo de la crisis de las hipotecas subprime, los fondos de inversiones desvían sus grandes recursos a los mercados de futuros de materias primas como petroleo, soya, trigo, arroz, maíz… especulando. Los fondos compran y almacenan apostando por el alza. Como los acaparadores de siempre, los nuevos especuladores no dudan en enriquecerse con las hambrunas que ellos mismos contribuyen a crear.

Así la producción aumenta no para alimentar a los pobres, sino para hacer negocio produciendo biocombustible que alimenten en un futuro próximo los coches de los países enriquecidos con la excusa del cambio climático. Los analistas y representantes de organismos internacionales están achacando esta subida a los biocarburantes, al Cambio climático (bajada de productividad), a la gran demanda de alimentos de China e India (sobretodo al aumentar la demanda de carne, ya que la alimentación de ganado consume muchos más recursos agrícolas por caloría), sólo se hace alguna tímida alusión a la especulación con el precio de los alimentos. Los biocombustibles han sido promovidos como medida ecológica, para contrarrestar el cambio climático, que según los altavoces del Imperialismo es el primer problema. Constituyen una nueva etapa de la “revolución verde” biotecnológica, que tiene sus antecedentes en los fertilizantes, pesticidas, y recientemente en los cultivos transgénicos. En todas ellas se nos ha prometido que la tecnología iba a servir para acabar con el hambre en el mundo y en todas ellas el hambre ha aumentado. Según la asociación norteamericana Food Policy Research Institute la producción de biocombustibles explica entre un 25% y un 30% el aumento de los precios agrícolas. Las multinacionales que monopolizan cada uno de los eslabones de la cadena de producción, transformación y distribución han aumentado estrepitosamente sus ganancias año tras año.

Jean Ziegler, relator especial de la Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, calificó la producción masiva de biocombustibles de “crimen contra la humanidad” y advirtió que el mundo se encamina “hacia un largo período de motines”, y señaló claramente a los culpables criticando la política desastrosa del FMI, el dumping agrícola de la Unión Europea en África, la especulación bursátil internacional de las materia primas engendrada por los biocombustibles, el gobierno de los Estados Unidos y la organización Mundial del Comercio.

Miguel Angel Altieri, doctor en agroecología y profesor en la Universidad de Berkeley, California, considerada uno de las mayores de la investigación del medio ambiente en relación con los movimientos sociales, denunció qué hay detrás del “proyecto sobre biocombustibles”. Señaló: «Los biocombustibles son una tragedia ecológica y social. Con su producción se creará un problema muy grande de soberanía alimentaria… El desarrollo de los biocombustibles no tiene ningún sentido energético, ya que todos los estudios que se han hecho demuestran que se necesita más petróleo para fabricar biocombustible. Por ejemplo, en el caso del etanol de maíz se necesitan 1,3 kilocalorías de petróleo para producir una kilocaloría de bioetanol. Para que Estados Unidos produzca todo el etanol que necesita para reemplazar su petróleo, debería cultivar seis veces su superficie. Entonces, está claro que lo van a hacer en el Tercer Mundo y, de hecho, ya están en camino. Se trata de un imperialismo biológico».

Estamos ante el diseño de una nueva estrategia imperialista que está tomando el control de los sistemas alimentarios. Se está produciendo la alianza inédita de multinacionales petroleras, biotecnológicas, de autos, los grandes mercaderes de granos y algunas instituciones conservacionistas que van a decidir mas hambre para los pobres de la tierra con la complicidad y silencio de partidos, sindicatos y medios de comunicación del Norte enriquecido. No podemos silenciar que el sistema actual condena por hambre y sed a más de 3.000 millones de personas en el mundo. Pareciese que la vida una persona no tiene mas valor que un grano de arroz.

La búsqueda del máximo beneficio a cualquier precio es la fuerza motora de este neocapitalismo y, cada vez en mayor medida, sólo pueden obtenerse estos cuantiosos beneficios gracias a la especulación financiera. La actual crisis financiera mundial es sintomática de un modelo de crecimiento neocapitalista basado en la especulación financiera que está desconectado de la economía real. Una especulación sustituye a otra. La política monetaria abasteció la burbuja de Internet, siguió después la burbuja inmobiliaria, ahora le ha llegado el turno a los cereales. Refiriéndose a este gigantesco flujo diario de capitales y dinero virtual, Peter Drucker, gurú del management, en su obra “La Sociedad Poscapitalista”, dice que solo un 5% de este monto se corresponde con la “economía real” del trabajo y la producción, mientras que el 95% restante se refiere a la “economía simbólica” de la especulación y el parasitismo. Estas cifras señalan algo que los políticos, analistas, banqueros y los grandes monopolios mediáticos procuran disimular y ocultar por todos los medios posibles, y que es el hecho de que existen aproximadamente diez veces más activos financieros que bienes y producción. Y esto no puede mantenerse por mucho tiempo más. Hoy, entonces, vivimos en pleno “colapso controlado” y sentimos como el sistema financiero planetario cruje por doquier y se alimenta del sacrificio de los Pobres de la Tierra. Lo vimos en la caída en picada del índice de las acciones de empresas tecnológicas en la Bolsa de Nueva York , lo vimos en las crisis recurrentes – y sospechosamente parecidas entre sí – de Méjico, Tailandia, Malasia, Indonesia, Corea del Sur, Ucrania, Rusia, Brasil, Turquía, Argentina… La crisis generada con la explosión de la burbuja bursátil, los escándalos contables de las grandes empresas norteamericanas como Enron, World Com, y con la actual burbuja inmobiliaria … Un millón de millones de dólares es aproximadamente, según el FMI, el costo potencial de la crisis financiera internacional actual, consecuencia de la crisis conocida como “de las subprimes” nacida en el verano del 2007, de los cuales, 565.000 millones directamente ligados al sector de los préstamos hipotecarios a riesgo… Sin embargo en el 2000, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimaba en “tan sólo” 80.000 millones de dólares durante diez años era el monto necesario para garantizar un acceso universal al agua potable, a una alimentación decente para los niños, a una educación primaria, a los cuidados de salud de base… Pareciera que todos y especial los empobrecidos tiene que pagar tributo con su sangre a un sistema inmoral y genocida que no duda en matar diariamente de hambre a 50.000 niños inocentes. [v]

EL HAMBRE TIENE SOLUCIÓN EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA

Más de 200 premios nobel han declarado lo que nuestros diputados cínicamente no quieren reconocer: «Un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un único año todo el espanto de las matanzas que nuestras generaciones han conocido en la primera mitad de este siglo, está actualmente en proceso de realización y desborda cada día más, a cada instante que pasa, el perímetro de la barbarie y de muerte no solamente en el mundo sino también en nuestras conciencias”. Y continúan «Todos los que contemplan, anuncian y combaten este holocausto están absolutamente de acuerdo en señalar a la POLÍTICA como la causa principal de esta tragedia».

Juan Pablo II el la importante encíclica Sollicitudo rei sociales, la carta magna de la solidaridad con los hambrientos que cumple su 20 aniversario, nos recordaba que:” El sistema internacional de comercio hoy discrimina frecuentemente los productos de las industrias incipientes de los países en vías de desarrollo, mientras desalienta a los productores de materias primas. Existe, además, una cierta división internacional del trabajo por la cual los productos a bajo coste de algunos países, carentes de leyes laborales eficaces o demasiado débiles en aplicarlas, se venden en otras partes del mundo con considerables beneficios para las empresas”. Y añadía, “A este respecto, deseo recordar particularmente: la reforma del sistema internacional de comercio, hipotecado por el proteccionismo y el creciente bilateralismo; la reforma del sistema monetario y financiero mundial, reconocido hoy como insuficiente; la cuestión de los intercambios de tecnologías y de su uso adecuado; la necesidad de una revisión de la estructura de las Organizaciones internacionales existentes, en el marco de un orden jurídico internacional.” [vi] Benedicto XVI Al recibir a los participantes en la 34º sesión de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), exclamó que «¡Ha llegado la hora de garantizar, en nombre de la paz, que ningún hombre, mujer o niño vuelva a pasar hambre!». En su alocución, resaltó la «inquietante paradoja» de «la incesante difusión de la pobreza en un mundo que también experimenta una prosperidad inaudita, no solo en la esfera económica, sino también en el ámbito, en rápido desarrollo, de la ciencia y la tecnología» y afirmó que «todas las formas de discriminación, y en particular las que bloquean el desarrollo agrícola, se deben rechazar porque son una violación del derecho fundamental de toda persona a ser ‘liberada del hambre'».[vii]

Vivimos en un mundo donde un país empobrecido no puede adoptar leyes que le permitan alimentar a su población si estas leyes contrarían el “libre comercio”. Vivimos en un mundo donde países con millones de personas hambrientas exportan comestibles a países cuya población esta bien alimentada y ahora lo harán para alimentar sus coches ¿Por qué? ¿Qué tipo de sistema es éste?. Cualquier sociedad es juzgada por la medida en que son atendidos los más débiles y pobres. Y hasta el mismísimo Banco Mundial informa que el 40% más pobre de las personas del Tercer Mundo ha visto descender sus ingresos desde que se inició el salvaje proceso de liberalización. La evidencia es irrefutable y desacredita a los ministros de gobiernos occidentales cuando afirman que la liberalización comercial reduce la pobreza.

Millones de personas alrededor del mundo son incapaces de adquirir los alimentos para su supervivencia. Estos aumentos hacen su contribución, de verdad, al proceso de “eliminación de los pobres” a través de muertes masivas por hambre. En palabras de Henry Kisinguer: “Controla el petróleo y controlarás a los países. Controla los alimentos y controlarás la gente”. A este respecto Kisinguer, en efecto, en el contexto del Memorándum de Seguridad Nacional, número 200 del año 1974, titulado “Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad Nacional” que la ocurrencia de hambrunas puede constituir un instrumento de control de la población. Estamos de acuerdo con Ana Solano, profesora de medicina de la Universidad de Sevilla, cuando afirma que Occidente “pretende reducir la pobreza matando pobres, en vez de cambiar el modelo económico”.

No podemos conformarnos con un mundo en el que otros seres humanos mueren de hambre, son analfabetos, están sin trabajo, viven la esclavitud. Por eso muchas personas de buena voluntad se han comprometido a defender la vida en cada momento, a hacer que este mundo sea más habitable para todos. «No hay peor esclavitud que la de la mentira, hay que libertar la conciencia del pueblo diciendo la verdad,» gritaba Unamuno, y continuaba: «Ahora bien, la verdad que hay que decir no es una verdad cualquiera, sino aquello que se hace necesario proclamar; es preciso decir en cada momento las verdades que los demás callan por no ser racional ni razonable decirlas.» Por vergüenza y solidaridad con los hambrientos de la tierra debemos empezar a decir estas grandes verdades.

Ziegler Jean, relator especial de la comisión de derechos humanos de la ONU, afirma: «Hay hambre en el mundo porque impera un sistema asesino; el capitalismo especulativo mata cada día a 100.000 personas de hambre en el mundo. Antes del capitalismo también había hambre pero era una fatalidad: no tenía solución. Hoy sí la tiene. Hoy hay superabundancia de alimentos. ¡el hambre es remediable!. Lo dice la FAO: La agricultura mundial permitiría alimentar a 12.000 millones de personas ¡el doble de la actual población del planeta!»

Decía Juan XXIII que todos éramos responsables del hambrientos y «por eso es menester educar la conciencia en el sentido de la responsabilidad que pesa sobre todos y cada uno, particularmente sobre los más favorecidos». Y Juan Pablo II nos hablará de un mundo imperialista donde los pueblos del Sur juzgaran a los pueblos del Norte. Y juzga esta situación de ceguera fratricida. «¿Cómo juzgará la Historia a una generación que cuenta con todos los medios necesarios para alimentar a la población del planeta y que rechaza el hacerlo por una ceguera fratricida ?… ¡ Que desierto sería un mundo en el que la miseria no encontrara las respuesta de un amor que da la vida!»

Las palabras de José Luis Sampedro, Catedrático de Estructura Económica, expresan una gran verdad: «A nuestros abuelos el hambre podía suscitarles solamente compasión y caridad, pero no les creaba angustia puesto que la consideraban natural e inevitable. A nosotros nos la presentan como técnicamente suprimible y por eso ha de llevarnos al asombro, la indignación y la rebeldía.» Los pobres esperan nuestra lucha solidaria por un mundo más justo y fraterno. Como dice el poeta Neruda: ¿Quiénes son los que sufren? No sé, pero son míos. Ven conmigo / No sé, pero me llaman y me dicen: «Sufrimos». Ven conmigo./ Y me dicen: «Tu pueblo, tu pueblo desdichado, entre el monte y el río, con hambre y con dolores, no quiere luchar solo, te está esperando, amigo».

Los Jefes de Estado y del Gobierno se reunieron el pasado 5 de junio de 2008 en la cumbre de la FAO, en Roma, sobre la crisis alimentaria mundial. Jean Ziegler, ex ponente de la ONU para el derecho a la alimentación ha declarado que fue “un fracaso absoluto, una decepción total, y muy inquietante para el futuro de las Naciones Unidas. La cumbre es casi única en la historia de esta organización: más de 50 Jefes de Estado y de Gobierno se reunieron para discutir sobre las medidas concretas que hay que adoptar para solucionar la espantosa masacre diaria del hambre, que se agrava todavía más con el estallido de los precios mundiales de las materias primas agrícolas desde hace cinco o seis meses. Pero el resultado de esta conferencia es un auténtico escándalo: se han impuesto los intereses privados sobre el interés colectivo. Las decisiones que se han adoptado en Roma provocan el riesgo de empeorar el hambre en el mundo, en vez de combatirla.”[viii] El documento final de la cumbre concluye con la tibia necesidad de “estudiar más profundamente” el impacto de los agrocombustibles.

El monopolio de determinadas corporaciones multinacionales de cada uno de los tramos de la cadena de producción de alimentos, desde las semillas pasando por los fertilizantes hasta la comercialización y distribución de lo que comemos, es algo que no se ha tratado en esta cumbre. Sin embargo, y a pesar de la crisis, las principales compañías de semillas, Monsanto, DuPont y Syngenta, han reconocido un aumento creciente de sus ganancias y lo mismo han hecho las principales industrias de fertilizantes químicos. Las mayores empresas procesadoras de alimentos como Nestlé o Unilever también anuncian un alza en sus beneficios, aunque por debajo de las que controlan los primeros tramos de la cadena. Del mismo modo que las grandes distribuidoras de alimentos como Wal-Mart, Tesco o Carrefour afirman seguir aumentando sus ganancias.[ix]

Amartya Senn mostró que no puede haber hambruna en un país democrático, pero el mundo no es democrático. El mundo requiere una movilización urgente y solidaria para acabar con el hambre desde su raíz. El camino es la solidaridad que remedie las causas estructurales del hambre y la miseria, y el campo de la solidaridad con los hambrientos es hoy el campo de la política.

[1] http://www.cienladrillos.com/2007/04/27-usureros-al-acecho-la-refinanciacion-de-las-hipotecas

[1] 7 de junio de 2008, Informacion.es Alicante. https://www.diarioinformacion.com/alicante/2008/06/07/alicante-primeras-demandas-usura-financieras/763463.html

[1] EFE , Actualizado 29-05-2008, http://www.soitu.es/soitu/2008/05/29/info/1212070504_290355.html

[1] https://www.consumer.es/

[1] https://www.eldiariomontanes.es/ 12-06-2008

[1] Informe Save the Children, Esclavos puertas adentro, https://www.20minutos.es/

NOTAS:

[1]Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de las Repúblicas de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Honduras, Venezuela, Saint Vincent y las Grenadinas, Haití, Panamá, Guatemala, México, Belice y República Dominicana, en Managua, Nicaragua, reunidos en la “Cumbre Presidencial sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria: Alimentos para la Vida» . Managua, Nicaragua, 7 de mayo de 2008

[1] FAO , Oficina de prensa: Los precios de los alimentos continúan altos a pesar del aumento de producción. La amenaza del hambre puede agravarse en algunos paises pobres. 22 de mayo de 2008, Roma . http://www.fao.org/home/en/

[1] Cita del senador estadounidense Byron Dorgan en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) Financial Times, 21 de abril de 2008 p.19.

[1] Biocombustibles ¿Bio o business? 25-06-07, Por Arturo M. Lozza, EcoPortal

[1] La guerra del corporativismo financiero mundial, Jueves 18 de diciembre de 2003, Francisco Rey Alamillo, Alainet (Agencia Latinoamericana de información) https://www.alainet.org/

[1] JUAN PABLO II Sollicitudo rei socialis 43

[1] VATICANO, 22 Nov. 07 (ACIPRENSA)

[1] Le Monde.

9 ALAI, América Latina en Movimiento, 2008-06-06, “FAO: más libre comercio, más hambre»