¿A qué se debe la creciente presencia de sectas fundamentalistas en Iberoamérica? Y ¿a quién beneficia tal penetración? Una primera respuesta abundaría en el hecho del espíritu misionero que alienta siempre cualquier forma sectaria. Pero no parece ser ésta la respuesta convincente ya que la presencia de las sectas hasta la década de 1950, e incluso 60, sigue un ritmo normal. Sólo a partir de un determinado momento se observa una desproporcionada penetración sectaria que necesita de ulteriores explicaciones.