Invierno demográfico

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Tras cincuenta años de manipulación en torno a los mitos de la superpoblación nos encontramos a una población mundial en proceso de envejecimiento y a una población española que con su natalidad –1,2 hijos por mujer- encabezará en el 2050, si no se remedia, el ranking de los países mas envejecidos del mundo.

Los esfuerzos de los grandes poderes por controlar la población, y especialmente a los pobres, han hecho estragos en la demografía mundial. La "bomba demográfica" fue inventada por los grandes gurús del imperialismo transnacional como la principal amenaza revolucionaria contra los intereses de los satisfechos. La disfrazaron y difundieron (y difunden) con éxito, como la principal amenaza al desarrollo y al medio ambiente. Malthus les proporcionaba la "base científica". "El cambio climático" ahora también sirve. Así que la convirtieron en el "leiv motiv" de todas las campañas de "control de natalidad" y "salud reproductiva" que desde entonces se promocionan, con la llamada "izquierda progresista" como cabeza de lanza de esta coordenada imperialista. La ceguera fratricida de este "progreso" que nos hicieron desear, tenía un chivo expiatorio claro: la población. Especialmente los pobres. Se nos ocultaba y se nos oculta que el desarrollo que se había producido y se sigue produciendo en todos los países que salen de la miseria es precisamente fruto del crecimiento de su población.

Las consecuencias de esta mentalidad antinatalista ahora son una nueva amenaza, esta vez muy real. En lo económico, la perspectiva es sencillamente ruinosa. La UE ya ha demandado 50 millones de inmigrantes en los próximos años si queremos cubrir nuestras necesidades de producción y servicios. En lo social, estamos abocados a una catástrofe. Estamos mermando toda posibilidad de futuro. En lo moral, el fenómeno nos sugiere algo mucho más profundo: miedo, desencanto, pesimismo y desesperanza. Y es que, contra este imperialismo que ha puesto al Capital por encima de la persona, hay que seguir afirmando con total verdad que la mayor riqueza que tenemos los pueblos son las personas, es decir, la población. Y sin la persona no hay riqueza que valga nada.

Revista: Autogestión