¿“MATRIMONIO HOMOSEXUAL”?

1925

La reciente aprobación de la Ley que regulará la unión entre personas del mismo sexo obligará a ciertos desplazamientos lingüísticos. Donde hasta ahora ponía marido y mujer, pondrá cónyuges Donde padre y madre, progenitores. Con la pretendida “neutralidad” de los nuevos términos, se intenta convertir al “matrimonio” en un saco o cajón de sastre donde meter todo. A pesar de esto, ¿se puede sostener la coherencia interna del compuesto “matrimonio homosexual”?


 

La reciente aprobación de la Ley que regulará la unión entre personas del mismo sexo obligará a ciertos desplazamientos lingüísticos. Donde hasta ahora ponía marido y mujer, pondrá cónyuges Donde padre y madre, progenitores. Con la pretendida “neutralidad” de los nuevos términos, se intenta convertir al “matrimonio” en un saco o cajón de sastre donde meter todo. A pesar de esto, ¿se puede sostener la coherencia interna del compuesto “matrimonio homosexual”?

Atendiendo al Diccionario de la Real Academia, matrimonio es la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. Y en sus siguientes acepciones: 2. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia; y 3. Marido y mujer. Pues… “va a ser que no” (en expresión mediática de moda), y no inventamos nada. Tampoco encaja en la última y cuarta acepción, un uso de la palabra en el español de Puerto Rico, para denominar a un plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas. Y más lejos, si vamos al origen del término, del latín matrimonium, vemos que guarda una clarísima relación con madre y matriz, es decir, con las ideas de “reproducción”, “fecundidad”…

¿Cómo llamar entonces a esta nueva unión? Probemos con familia, como repetidamente oímos también en los medios de comunicación. Para la Real Academia, que recoge tres acepciones del término, ésta sería: 1. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; 2. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje; y 3. Hijos o descendencia.
Si, presuntamente, en nombre de la “verdad”, debía reconocerse legalmente este tipo de uniones, también en nombre de ella –y hablando desde el terreno exclusivamente lingüístico- debe crearse un nuevo término para referirnos a ésta realidad. Pues es una realidad distinta ( y distinto no significa “malo”, “menor”… sino “otra cosa”). No puede negarse que semánticamente, es decir, desde el terreno del significado de las palabras, es diferente, ya sólo por cuanto no lleva aparejada la idea “reproducción”. Por tanto, no encaja en los pretendidos términos por mucho que se empeñen algunos, ni con calzador ni con ejercicios de equilibrismo.
Por cierto, en este sentido, la Real Académica se ha apuntado a acróbata, demostrando además una agilidad y rapidez extraordinarias. Pensamos en palabras, y el lenguaje está inevitablemente unido a la mentalidad de las sociedades. No existe la neutralidad en nuestro uso del idioma y, por tanto, su control no es baladí.
Las lenguas, consideradas científicamente, pueden ser concebidas como seres vivos en continua transformación, que además “hacen” los hablantes, y no los académicos, escritores o lingüistas. Estos cambios, muy lentos, se producen de modo especial y más abundantemente en su componente léxico, es decir, en los términos (véase la avalancha de nuevos vocablos procedentes del campo de la informática que en pocos años han pasado a nuestro uso cotidiano del idioma). Por ello, los diccionarios nunca están terminados y, como explica la Academia, son una obra abierta que se esfuerza en reflejar la evolución, registrando nuevas formas y atendiendo a las mutaciones de significado.

Hasta hace poco tiempo la edición en forma de libro constituía la única posibilidad de fijación y transmisión de esa evolución de las palabras. Pero los recientes recursos electrónicos de que hoy disponemos hacen posible otros medios de comunicación e intercambio. La Real Academia ha entrado necesariamente en esta era y actualmente su Diccionario es, además de una edición impresa (un librote en varios tomos), una base informática de datos, lo que lo hace más manejable, proporciona mayor facilidad de revisión y, sobre todo, hace compatibles diferentes fases del trabajo, sin los condicionante de la edición impresa. De ahí, la Academia ha adquirido el compromiso de ir haciendo públicas con periodicidad semestral las adiciones, supresiones y enmiendas que esta institución y sus Academias asociadas vayan aprobando. De este modo, los hispanohablantes que acceden a su página web, o electrónica, para realizar una consulta en el Diccionario, podemos disponer, además del documento que contiene el texto de la última edición en papel -en este caso, la vigésima segunda, de 2001-, del conjunto de modificaciones aprobadas, y que vendrían a ser adelantos de la vigésimo tercera edición.
Es muy extendida la crítica a nuestros señores académicos por la “lentitud” en recoger la lengua viva e introducir las palabras que realmente se usan en la calle, diciéndose que el Diccionario siempre va por detrás, a remolque… de la sociedad. Pero, y aquí aclaramos lo de “acróbata”, la Real Academia, “curiosamente” se ha dado prisa en introducir cambios en algunos términos estrechamente relacionados con la nueva Ley.
¿Por qué el término cónyuge, hasta la última y vigente edición, definido como consorte (marido y mujer respectivamente), ha sido “enmendada” -es la expresión que ellos usan en el diccionario digital para llamar a los avances de la próxima edición- por la definición, pretendidamente más “neutral”, persona unida a otra en matrimonio? Sin olvidar que cónyuge es sustantivo de género neutro, frente a hombre y mujer, a los que sustituirá en la nueva Ley.
Otra “casualidad”, progenitor también ha sido “corregido”: 1. Pariente en línea recta ascendente de una persona; y 2. El padre y la madre, son las acepciones de la vigente edición.. A las que se ha añadido otra nueva, y en segundo lugar, junto a éstas, que se recogen sin alteración, pero como primera y terceras respectivamente: 2.Biol. Ser vivo que origina a otro. Por lo que, leyendo entre líneas, el significado de progenitor asociado al campo “reproducción” parece unido exclusivamente a las ciencias de la biología, y apareciendo además como segunda, se le da más importancia que a la acepción el padre y la madre..

Resulta evidente que también las nuevas tecnologías, aparte de facilitar el trabajo en la elaboración del Diccionario y el manejo a los usuarios, permiten un mayor control terminológico. El futuro diccionario, la 23ª edición, que no existe, hoy ya está creando mentalidad desde la página web de la Real Academia

No. El compuesto “matrimonio homosexual” no vale. No es lo mismo. Aunque no sea políticamente correcto decirlo. A pesar de los cambios, enmiendas, correcciones o avances de las palabras que quieran introducir, “desde arriba”, justo al revés de como históricamente se han conformado las lenguas, patrimonio común y solidario de los pueblos .

“Colectivo de lingüistas Rosa Luxemburg”