¿Religiones municipales?

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El Centre Interreligiós de Barcelona, creado en tiempos del alcalde Maragall (1998), dispone de un nuevo plan de trabajo que fue presentado en el pleno municipal del 27 de mayo.Algunos de los objetivos que se fija el Centre Interreligiós han causado malestar entre los responsables de la mayoría de las religiones presentes en Barcelona…

LA VANGUARDIA
RAFAEL JORBA
16-06-2005

El Centre Interreligiós de Barcelona, creado en tiempos del alcalde Maragall (1998), dispone de un nuevo plan de trabajo que fue presentado en el pleno municipal del 27 de mayo. Este sercicio del Ayuntamiento será gestionado por el Centre Unesco (una dotación bianual de 225.000 euros). Algunos de los objetivos que se fija el Centre Interreligiós han causado malestar entre los responsables de la mayoría de las religiones presentes en Barcelona. Se propone, así, potenciar la formación de las expresiones religiosas, establecer un sistema de mediación y de prevención de conflictos y una comisión interreligiosa de Barcelona e «impulsar el diálogo interreligioso y el debate en el seno de las diversas sensibilidades de una misma religión». «Es como si en el Gobierno tripartito municipal hubiese una disputa y llamasen al arzobispo de Barcelona para poner paz o bien para organizar cursos de formación política», ironiza uno de mis interlocutores. «Las religiones tienen el derecho y el deber de decidir libremente sobre aquello que ellas mismas puedan pensar y actuar, por separado o juntas, y sobre la resolución de los eventuales problemas internos y entre ellas, así como la manera en que quieren incidir en la sociedad (siempre, evidentemente, observando la legalidad). No compete a las administraciones públicas ninguna responsabilidad directa sobre el contenido y el funcionamiento de las religiones… Y lo mismo vale para las entidades civiles que tengan interés en los temas religiosos», han coincidido en subrayar varios responsables religiosos. Su conclusión: «Es una actitud contraria al régimen de aconfesionalidad que hoy tenemos y, todavía más, a la pretendida laicidad que pregona el Ayuntamiento»