Este economista apasionado de las matemáticas que se decidió por perseguir la utopía de la dirección musical, quizá embrujado por las notas de la Quinta sinfonía de Chaikovski, su favorita, tuvo un día un sueño. Fue a la manera de Martin Luther King: «Llenar Venezuela de orquestas». Eso, dicho hace 36 años movía a la carcajada, a la burla. Pero él no se arredró.
Empezó con 11 músicos en un garaje dispuesto con 25 atriles. El primer día de ensayo sobró espacio. Hoy no caben a lo largo y ancho del país, donde ha abierto 280 escuelas. Hoy es una realidad que ha implantado, además de un sistema pedagógico revolucionario donde se multiplican los prodigios como el ya reconocido joven director Gustavo Dudamel, los incontestables resultados de una inclusión social que ha rescatado de la marginación actualmente a 400.000 niños y jóvenes -la mayoría, con escasos recursos- en un país azotado por la violencia, el crimen y la inseguridad.