La deslocalización de las empresas multinacionales

6748

La deslocalización consiste en el traslado, por parte de grandes empresas y multinacionales, de plantas de producción y/o de servicios, parte de ellas o subcontratación de trabajos a otros países menos industrializados o en desarrollo, e incluso a distintas regiones del propio país, con el consiguiente cierre de los centros de trabajo en el país de origen.

Por Promoción Solidaria

Al comienzo de este año apareció en todos los medios de comunicación la noticia de cómo la
multinacional Samsung abandonaba Cataluña para trasladarse a Eslovaquia y China, despidiendo a 400 trabajadores. La triste realidad es que no han sido los primeros ni serán los últimos, y el proceso es cada vez más habitual: es lo que se ha denominado deslocalización de la producción.

La deslocalización consiste en el traslado, por parte de grandes empresas y multinacionales, de plantas de producción y/o de servicios, parte de ellas o subcontratación de trabajos a otros países menos industrializados o en desarrollo, e incluso a distintas regiones del propio país, con el consiguiente cierre de los centros de trabajo en el país de origen.

Este fenómeno comienza a tomar relevancia a partir de principios de los 90 y es uno de los pilares del proceso de globalización y se ha incrementado enormemente con la liberalización de los movimientos de capital y el abaratamiento de los costes de transporte. Las grandes compañías traspasan actividades de menor valor añadido a países con costes salariales más bajos, donde además se ofrecen ventajas fiscales, subvenciones, terrenos baratos, etc….para obtener mayores beneficios. Como contrapartida, normalmente mantienen en sus países de origen los procesos críticos (I+D, comercial, marketing, etc).

La deslocalización afecta a muchos sectores, pero ha cobrado especial incidencia en los sectores de la automoción, electrónica, textil, calzado y juguetes, aunque también tiene lugar en sectores como la telefonía o la banca. En el caso de España asistimos hoy en día a cómo empresas extranjeras que se instalaron en nuestro país en el pasado buscan nuevos destinos. Los expertos pronostican que España perderá por esta causa el 10% de su industria en los próximos 5 años.

A la mencionada Samsung podemos añadir Autotex, Philips, Lear, etc. Pero también empresas españolas como Telefónica, Zara o MB, por citar algunas, están haciendo lo mismo y miran hacia Marruecos, Latinoamérica, China o los países del Este de Europa.

Este lado deshumanizante del capitalismo afecta tanto a los países ricos como a los empobrecidos, siendo las principales víctimas los trabajadores. Aunque aparentemente el traslado de estas empresas a los países pobres debería redundar en un mejor desarrollo de éstos, la realidad es muy distinta. En la práctica no hay un verdadero adelanto porque mejore la industria con nuevas tecnologías, sino que se programa para hacer en los países empobrecidos la parte del trabajo que no necesita gran cualificación ni alta mecanización. Ello provoca que no se forme a los trabajadores. El sueldo que se paga puede ser inferior al salario mínimo legal y no cubre las necesidades básicas. Además, las multinacionales podrán dejar el país cuando quieran sin haber creado una estructura productiva sólida. Y si presentan protestas laborales o se hacen sentir las reclamaciones por salarios, el capital transnacional puede trasladar de sitio su producción o subcontratar con fuentes alternas de mano de obra barata. En definitiva, todas las piezas conforman un engrasado mecanismo de explotación.

En el lado opuesto también es evidente que la deslocalización provoca consecuencias muy negativas en los países de origen de las empresas que se trasladan: eliminación de puestos de trabajo, competencia entre trabajadores, precarización de las condiciones laborales y pérdida de derechos laborales

El origen de este fenómeno está en la esencia del funcionamiento del sistema neoliberal, ansioso de conseguir el máximo beneficio sin considerar las consecuencias sobre las personas. Podemos considerar las causas más significativas como:

  • La búsqueda de costes salariales más bajos así como otros beneficios económicos como menor presión fiscal, suelos baratos, ayudas gubernamentales, etc.
  • La competitividad creciente y global de las empresas, a lo que se une la visión de las multinacionales del mundo como un mercado sin regular.
  • La gran desigualdad de derechos y condiciones laborales entre los países.
  • El Estado, más que un obstáculo, es un elemento que contribuye a mantener o apoyar este tipo de situaciones, ya que existe una debilidad de la política frente a la economía.
  • La falta de presión en los movimientos sindicales y de conciencia de la clase trabajadora que se traduce en competitividad e insolidaridad entre los trabajadores, a lo que se suma la falta de internacionalismo sindical.
  • El cambio del modo de producción y de la división internacional del trabajo: en unos países se realiza la investigación, el desarrollo y el diseño de los productos; en otros la fabricación, y en otros el ensamblaje.
  • La falta de democratización de la empresa que ocasiona que las decisiones trascendentes se originen en una cúpula dirigente.
  • El desarrollo de nuevas formas de inversión, fundamentalmente la subcontratación internacional, las franquicias, las fusiones de empresas…
  • Como consumidores del norte, nuestra complicidad tiene su fundamento en que esta situación nos beneficia para nuestro modo de vida (productos más baratos, consumismo, etc).

SALARIOS MÍNIMOS (EN EUROS)

España………………………526
Eslovenia…………………..400
Chequia…………………….192
Polonia……………………..169
Hungría…………………….166
Eslovaquia………………..131
Lituania…………………….154
Estonia……………………..118
Letonia……………………..109
Rumania…………………….668

La pregunta que todos ahora nos hacemos es la siguiente: ante el fenómeno de la deslocalización ¿qué podemos hacer? Nuestro planteamiento se basa en la centralidad de la persona, como horizonte referencial de la realidad económica, el cual debe ser el punto clave para enjuiciar éticamente este fenómeno. El trabajo ha de estar en función del hombre y ha de entenderse como un derecho fundamental que le dignifica como persona. Creemos que la economía debe estar supeditada a la ética y a la moral, y que la persona y su dignidad tienen que estar por encima del capital. El bien común debe primar sobre la ley del máxima beneficio y la empresa debe estar al servicio de la sociedad.

Este planteamiento nos lleva a hacer una serie de propuestas o pautas de actuación:

  • Tenemos que conseguir un reforzamiento del tejido social y la democratización de la empresa. En la medida en que todos y cada unos de los ciudadanos se sientan llamados e impulsados a participar de forma activa en su entorno y de modo especial en el mundo del trabajo, el protagonismo de todos los trabajadores irá derivando en una MAYOR DEMOCRATIZACIÓN, tanto de la sociedad, y por ende, de la política, como de la empresa y el entorno laboral.
  • Tenemos que revitalizar la SOLIDARIDAD Y EL SINDICALISMO INTERNACIONAL. Hay que plantear el sindicalismo no como el cuerpo burocrático que es hoy en día sino como un nuevo reto a remodelar que desde abajo trabaje por la dignidad del trabajador DE TODOS LOS PAÍSES de forma integral y no interesada. Habrá que actuar en lo local pero sin perder nunca de vista la magnitud global de todo el fenómeno.
  • Tenemos que demandar a gobiernos y organismos internacionales un Derecho internacional. Hay que trabajar por exigir a los políticos unos DERECHOS LABORALES INTERNACIONALES exigibles a cualquier empresa y aplicables en cualquier lugar del mundo. Los gobiernos y los organismos internacionales deben castigar severamente a las empresas explotadoras, y es más, hacerlo público para que la sociedad pueda ejercer su presión hacia estas empresas.
  • Tenemos que combatir estas injusticias desde el boicot y la denuncia. Como ciudadanos y consumidores tenemos el poder y la responsabilidad de hacer presión para que las empresas se guíen por unos códigos éticos de conducta. Debemos DENUNCIAR las situaciones de injusticia y como medida de presión podemos practicar el BOICOT a los productos de las empresas explotadoras.
  • Tenemos que cuestionar nuestros modos de vida y sus implicaciones. Todas las anteriores ideas para actuar pueden quedar supeditadas a nuestro CAMBIO DE MENTALIDAD Y ESTILO DE VIDA. Debemos poner la clave tanto como trabadores como consumidores, y poner las medidas adecuadas para que nuestro consumismo no sea la causa de su explotación. El poner el ser sobre el tener y el consumir es condición de partida para avanzar en la justicia.

No entendamos la deslocalización como una consecuencia inevitable del sistema económico actual, provocado por la ley del máximo beneficio y la competitividad creciente. Busquemos un modelo de empresa que este al servicio de la sociedad y las personas y no al servicio de los intereses de unos pocos. marcas deportivas.