Una de las más grandes y poderosas industrias en el mundo, la farmacéutica, crece año con año en términos financieros, lamentablemente, este enriquecimiento no se ha traducido en generar nuevos conocimientos en el campo de la medicina y la farmacología para descubrir la cura de un sinfín de enfermedades, infecciones, pandemias o sufrimientos de los que adolece la humanidad.
¿Cómo es que las compañías farmacéuticas han adquirido tanto poder económico? Es una de las preguntas que se desprenden de la crónica que hace Hans Weiss en un capítulo dentro de El libro negro de las marcas, para empezar a vislumbrar una posible respuesta tenemos que analizar la forma en cómo opera esta industria.
Y es que por desgracia la medicina se ha convertido en eso, en una industria y en una muy rentable, pareciera que de lado han quedado las buenas intenciones por abastecer o proveer de algún remedio o cura para los enfermos. Todo lo que le interesa ahora es sacar nuevos fármacos al mercado lo más rápido posible para obtener jugosas regalías.
El tiempo es dinero y más cuando se trata del tiempo de vida de una patente y no de un paciente, por ello, no importa los métodos para probar nuevos medicamentos, aun menos tiene relevancia falsear resultados, ocultar efectos secundarios o comprar a doctores que venden como conejillos de indias a sus pacientes y los exponen ante riesgos desconocidos.
Vaya paradoja que resulta esto último, los médicos que se supone velan por la salud de todo ser humano, son ellos los que transgreden lineamientos éticos y morales, ya no digo de un profesionista de la salud sino de cualquier persona que lucre con la vida de otro.
Los medicamentos pierden su esencia primigenia y se convierten en moneda corriente, acaba traduciéndose en quién es el que determina el precio de la salud. Para mantener el control del mercado, no solo se afecta el proceso de creación de nuevos fármacos sino también se delimita el rumbo de las investigaciones que se hacen en el ámbito médico.
Es decir, solo se exploran posibles rutas que impliquen tratamientos más largos o se buscan curas para ciertas enfermedades y otras se dejan de lado, corrompiendo todo el sistema de salud pública.
Toda esta distorsión es por el uso de las patentes, ahí está la clave para combatir a las magnánimas farmacéuticas. Sin embargo, vemos que los gobiernos de diferentes países parecen no preocuparles en absoluto la salud de sus pueblos y los costos que esto implica, se viola sistemáticamente el derecho a la salud de toda persona. De esta manera se han ido agravando enfermedades a causa de la forma de operar de esta industria.
Autor: José Hernández Quintero (* Extracto)
_____________________________________________
Otro artículo sobre el tema: La enfermedad es un negocio para las multinacionales
Te recomendamos informarte sobre el tema en el libro:
“La medicalización de la vida”
Por Benjamín González Miranda
Médico de Urgencias. Hospital de Cabueñes de Gijón
Infórmate en tu Casa de Cultura y Solidaridad más cercana
o a través de nuestro formulario de contacto.