La moneda de la discordia: El franco africano (CFA) y el control de África

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Cuestionado el control financiero de Francia a los países africanos

El franco CFA se está poniendo de moda a estas alturas del siglo XXI, tras más de sesenta años de circulación en la forma en que hoy lo conocemos y a raíz de la trifulca entre Italia y Francia por los migrantes que cruzan el Mediterráneo desde África. Precediendo a este enfrentamiento, el pasado mes de septiembre, la periodista francesa Fanny Pigeaud -autora de un libro básico sobre la crisis marfileña– y el economista senegalés Ndongo Samba Sylla -autor ligado a la Fundación Rosa Luxemburgo y crítico con el franco CFA y el comercio justo-, publicaron un libro de referencia que explica el funcionamiento de la moneda del África francófona y el régimen en el que se inserta: L’arme invisible de la Françafrique: une histoire du franc CFA.

El texto de Sylla y Pigeaud es, hoy, indispensable para entender la economía y la política de una parte de África y sus relaciones con el mundo. Utilizando un lenguaje sencillo, datos, declaraciones y opiniones que arrancan de los tiempos en que el general Charles De Gaulle ofreció las “independencias” a las colonias francesas en África hasta llegar a la actualidad más rabiosa, los autores ponen de relieve que se trata de una moneda y de un sistema que frenan el crecimiento y la independencia de los países africanos francófonos y ofrecen alternativas. Dos, en concreto y simplificando mucho: una moneda común, con una integración y un sistema financiero propios al estilo de los de la Unión Europea o mejor aún, una cesta de monedas nacionales “arrimadas” a otra moneda fuerte, con una tasa de convertibilidad variable y objeto de políticas que tiendan a ajustarse a las circunstancias de cada país, fomentar el comercio y las relaciones económicas intra-africanas, industrializar África y cubrir sus necesidades básicas en sus mercados interiores con productos locales, que reduzcan las carísimas importaciones de fuera y la dependencia del exterior.

Para documentar y dar peso a su texto, Sylla y Pigeaud han utilizado mayoritariamente las fuentes, los análisis y los expertos africanos, cuyas voces se excluyen habitualmente de todos los debates mediáticos y oficialmente serios sobre el tema.

Historia

El franco CFA nace en 1945 y es utilizado, hoy, por más de 160 millones de personas en catorce países reunidos en dos zonas monetarias diferentes, cada una con un banco central, el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO) y el Banco Central de los Estados de África Central (BCAC), en los que participan tanto autoridades africanas como francesas. Desde su nacimiento y tras las independencias, se deshicieron de esta moneda Mauritania y Madagascar, mientras que Guinea Bissau y Guinea Ecuatorial la adoptaron.

El franco CFA surge como parte de un sistema destinado a controlar las colonias africanas y perfeccionar el drenaje de sus recursos hacia Francia, al tiempo que se garantizaba el acceso de los productos franceses a los mercados africanos y el trato preferente a las empresas galas en tierra africana. Por este motivo, el franco CFA no viaja solo: le acompañan –desde los años 60 del siglo pasado- los acuerdos comerciales, políticos y de defensa entre Francia y los países que lo utilizan y la represión de la disidencia política y económica africana, que implica métodos como la Operación Persil, consistente en la fabricación de monedas falsas para hundir a la Guinea de Sekou Touré, el asesinato del togolés Sylvanus Olympio, el acoso al régimen del maliense Modibo Keita, varios golpes de estado y medio centenar de operaciones armadas en territorio africano documentadas (en español) por el historiador marfileño Dagauh Gwennael Gautier Komenan y que pueden relacionarse, en bastantes casos y de alguna forma, con objetivos como mantener la influencia de la francofonía y eliminar la competencia china o de otras potencias.

El franco CFA es, en el texto de Sylla y Pigeaud, la punta del iceberg de una política que ha asfixiado regímenes levantiscos y apuntalado otros más favorables a los intereses franceses en la región. Es decir, ha sido la piedra angular necesaria para mantener intacto el patio trasero francés en África.

Identidad

El franco CFA se reinventa hoy como moneda africana a imagen del euro, abrazada con fervor por élites, economistas ortodoxos y gobiernos africanos y franceses, al tiempo que su popularidad se desinfla entre la juventud educada, los académicos y el activismo panafricanista y de la diáspora. El gobierno de Matteo Salvini la ha sacado de los márgenes de la información a principios de año, tras afear al de Emmanuel Macron cuestiones como la política francesa en África, la existencia de esta moneda -que consideran neocolonial- y los mismos fundamentos de la Françafrique.

Lo cierto es que es difícil defender al franco CFA como una moneda africana y soberana cuando se acuña en Francia, se vincula al euro a un tipo de cambio fijo -tras hacer lo mismo con el franco francés- y es el pilar de un sistema que conlleva, entre otras cosas, que el 50 % de las reservas monetarias de los países que lo utilizan se encuentre en el Tesoro francés. Los autores de L’arme invisiblede la Françafrique señalan que el Estado francés controla todos los movimientos de importaciones y exportaciones de estos países a través de una cuenta especial y que puede tomar decisiones como la devaluación de su moneda, sin contar con sus usuarios africanos, mientras que lo contrario es imposible gracias al veto francés en los bancos centrales africanos. Los francos CFA de las dos zonas monetarias no son intercambiables y las operaciones de cambio pasan por Francia, igual que todo intercambio con divisas que no sean el euro.

Sylla y Pigeaud explican que, a cambio de integrarse en este sistema, el tesoro francés se compromete a prestar dinero a los dos bancos centrales de la zona si dejan de tener reservas de divisas. “Promete ser una especie de Fondo Monetario Internacional privado para estos países”, elaboran. “Un papel que rara vez ha desempeñado. Cabe señalar que es simplista decir que Francia garantiza la convertibilidad del franco CFA: son las reservas de divisas acumuladas por los países africanos las que siempre han hecho posible la conversión del franco CFA. Es extraordinario que Francia siga dominando a los países africanos en términos monetarios sin incurrir en grandes gastos”. De hecho, apuntan, Francia no tiene presupuesto oficial dedicado a la convertibilidad del franco CFA.

El Banco de Francia también posee el 90% de las existencias de oro del BCEAO y, como ya dijimos, sigue produciendo billetes y monedas en francos CFA, sin necesidad de recurrir a licitaciones internacionales, en Clermont-Ferrand, una bucólica ciudad del próspero centro del país. Francia obtiene el permiso de la Unión Europea para gestionar la moneda y la política que conlleva, sin intromisiones de sus colegas europeos… hasta ahora.

Oposición

Numerosos economistas africanos han planteado sus objeciones al franco CFA, pero sus quejas se han minimizado mientras que se prefiere magnificar las alabanzas de las élites y los gobiernos africanos de las zonas CFA que defienden con uñas y dientes el sistema. Sus partidarios resaltan la estabilidad del cambio fijo, la garantía que aporta Francia y la baja tasa de inflación como ventajas. El hecho de que no se atraiga inversión ni se cree riqueza y empleo -a pesar del crecimiento espectacular del PIB de países que integran la zona- y las terribles cifras de pobreza y los malos indicadores de desarrollo humano no disminuyen el entusiasmo del sector pro-franco CFA.

“Más allá de la falta de soberanía monetaria, el franco CFA tiene cuatro desventajas principales”, opinan Sylla y Pigeaud, por su parte, respondiendo a un cuestionario por correo electrónico. Y enumeran: la fragilidad de la posición de las economías africanas subordinadas a las decisiones del Banco Central Europeo y la política monetaria de países mucho más prósperos, la falta de competitividad de sus exportaciones -y la consiguiente quiebra de sectores como el algodón burkinés, por ejemplo-, la inexistencia de préstamos bancarios que dinamicen la economía local -pues obsesiona el evitar quedarse sin divisas y mantener la cuenta de operaciones en Francia “saneada”- y las ya citadas pérdidas financieras en forma de repatriación de inversiones y beneficios y fuga de capitales de las élites francoafricanas.

“Por ejemplo, en el caso del Camerún, las corrientes financieras ilícitas entre 1970 y 2008 fueron 13 veces superiores al monto de su deuda externa”, señalan los autores. Y precisan que países como Níger, Benín, Burkina Faso y Mali nunca han tenido un año de superávit comercial desde su independencia y que se ha normalizado una situación de deuda estructural en muchos países que utilizan el franco CFA.

Vivimos un momento interesante, en el que se están dando pasos para la creación de una moneda única que funcionaría en toda la región de África occidental. El presidente nigeriano Muhammadu Buhari, representando a la gran potencia económica de la región, ha establecido como condición previa que los ocho países de África occidental que utilizan el franco CFA en la zona presenten un plan de divorcio del tesoro francés. Por su parte, en sus giras africanas, Emmanuel Macron ha abierto la puerta –de cara a la galería y con la boca chica- a los Estados que quieran abandonar el franco CFA, aunque la mayoría de sus declaraciones propugnan un nuevo cambio cosmético de nombre de la moneda o incluso incrementar el número de países que lo usan.

Algunos medios occidentales han utilizado la demagogia de la extrema derecha italiana para desautorizar las críticas africanas contra el franco CFA que se alinean con lo expresado por el gobierno de Salvini. Precisamente el activista panafricanista Kemi Seba se ha apuntado el tanto de proporcionar la munición del neocolonialismo al gobierno italiano contra el francés. Sin embargo, este texto concreto retoma la reflexión meditada y desarrollada a lo largo de décadas, hoy vocalizada por autores como Kako Nubukpo o Mamadou Koulibaly, y va tumbando una por una todas las justificaciones para mantener un sistema monetario y financiero que no es soberano ni sirve a los países que lo sobrellevan. Pigeaud y Sylla proponen soluciones y alternativas para recuperar la soberanía monetaria y financiera y crecer y nos enfrentan, en última instancia, al fracaso de un euro que sirve de modelo –en teoría- al franco CFA y que también ha contribuido a la división socioeconómica y la brecha política en la Unión Europea.

Ángeles Jurado Quintana*

*(Las Palmas de Gran Canaria, 1971) Equipo de Comunicación de Casa África desde 2007.

Fuente: https://www.africaye.org/