La No Violencia: La fuerza de los humildes

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La Violencia es, cada vez más, una imposición en la vida de los empobrecidos de la tierra. Forma parte de sus vidas como lo forma el hambre, el desempleo y la esclavitud. La violencia se ha convertido en un eslabón creciente en las cadenas que sufren los pueblos empobrecidos

En Siria han fallecido ya 300.000 personas desde que comenzó la guerra, y el éxodo de más de 10 millones de sirios ha traído muerte, explotación, abandono en los campos de refugiados turcos o en las aguas del Meditarráneo. Siria, Yemen o Irak se han convertido en escenario de ensayo de las últimas armas y tecnologías de la industria de la muerte, que da pingües beneficios a la banca y genera “interesantes” posiciones geopolíticas en el tablero de los grandes.

Un pueblo promocionado en la cultura y la vida solidaria, que se pone manos a la obra desde la no violencia, hace de la misma una forma suprema de amor

No menos violenta resulta la situación de los países centroamericanos. En los últimos informes se señala el peso que tiene la situación de violencia en el éxodo de los salvadoreños (y otros países limítrofes) hacia los Estados Unidos. Las pandillas, el narcotráfico y el crimen organizado gravitan sobre la vida de los muchachos y de las familias, provocando incluso la salida de menores del país. En el caso de Iberoamérica, no podemos olvidar la situación de países como Venezuela, con 30.000 muertes violentas en 2016, donde la vida pende de un hilo a cada vuelta de la esquina. Los pobres están matando a sus hermanos pobres, pero ¿quién aprieta realmente el gatillo?

Esta situación de violencia es una guerra planificada contra los pobres. Estamos pues ante una Guerra Mundial por partes, donde los mismos pueblos sufrientes han de ser protagonistas y constructores de la paz, desde la búsqueda de la verdad y la justicia.

Este protagonismo es una exigencia vital de primer orden y tiene una gran proyección política. Un pueblo promocionado en la cultura y la vida solidaria, que se pone manos a la obra desde la no violencia, hace de la misma una forma suprema de amor.

El Papa Francisco, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, reflexionaba sobre la no violencia como un estilo de política para la paz; desde lo personal hasta lo ambiental y lo institucional.

Hay ejemplos y testimonios que nos ponen y nos han puesto en este camino. Entre otros podemos nombrar a la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona en Venezuela, las mujeres de Liberia que acabaron con una guerra civil, la Casa de la Paz de Marguerite Barankitse en Burundi… y muchos más.

En definitiva, esta lucha pacífica emplea armas muy potentes, como son la verdad y la justicia; y se sustenta en la promoción de militantes pobres asociados, que hacen de sus vidas un don permanente a estos ideales. Pongamos pues las manos en el arado, también desde la responsabilidad que tenemos las sociedades enriquecidas.

Editorial de la revista Autogestión

Puedes descargarte aquí un extracto del último número  Revista Autogestión 118. Extracto