La última mentira del entramado asesino ETA

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La banda asesina ETA emitió con fecha 3 de mayo de 2018 un comunicado en el que anunciaba su disolución.

Esta noticia ha contado con una notoria escenificación de perfil internacional. La comunicación de disolución de la «manada terrorista» ha venido precedida en los meses previos de actuaciones como la «declaración sobre el daño causado» o una supuesta entrega definitiva de armas.

Estamos obligados a decir con la mayor claridad que las últimas declaraciones de la banda asesina ETA están construidas sobre la MENTIRA.

El trasfondo de ETA va mucho más allá de una simple banda de asesinos. Poco se ha profundizado estos días en ello. ETA es parte de un entramado mafioso construido sobre el terror y el dolor. Este entramado mafioso se extiende a los ámbitos políticos, culturales, económicos, sociales, … y ha impregnado por completo la realidad vasca y navarra. Hoy el brazo político de ETA tiene presencia, y protagonismo, en las instituciones públicas de nuestro país. Y ello, a un precio de saldo. Una condena a futuro del terrorismo más que vaga, y una cuidada dulcificación de imagen, fue el raquítico peaje aceptado en su día para permitir sin cuestionamiento que batasuna protagonice la vida política.

No nos engañemos. Los miembros del vil entramado están hoy en las instituciones. Y buena parte de la sociedad lo aplaude. Esta presencia es la que abre las puertas a poder extender una alfombra que permita dejar tapada sin reparación una repugnante historia de asesinatos, de extorsiones, de persecuciones, de vergonzosas complicidades acusadoras y silencios, y, sobre todo, de muerte y dolor. En nombre del diálogo y la convivencia hoy se acepta transigir con la ignominia -es lo progre-, acusando además con los peores calificativos a quién lo cuestiona.

Y esto es moralmente inaceptable. No podemos dejar que el entramado mafioso etarra se alce con esta victoria. Todo lo que se construye desde la abyección moral nace y crece corrupto.

Además, cada paso dado por ETA y su entramado responde a un interés concreto. Los últimos pasos son burdas escenificaciones con claros objetivos políticos y penitenciarios.

Lo cierto es que los asesinos del entramado etarra y sus viles palmeros siguen hablando de conflicto; equiparando las instituciones de un Estado democrático con una organización asesina. Justifican su acción criminal en el «sufrimiento de un pueblo», e incluso se proclaman herederos de la violencia sufrida en el bombardeo de Guernika; realizando a su vez un enunciado premeditadamente selectivo de perdón.

Se justifican así la razón de ser y fines de ETA; fines que se mantienen intactos, ahora desde las instituciones políticas, sin renunciar al relato falso de su historia. No hay ningún arrepentimiento en ello, ni búsqueda de la verdad, ni voluntad de restitución, y menos aún aceptación de la justicia como camino para la paz.

El entramado etarra cometió la inmensa mayoría de sus asesinatos y crímenes estando en democracia. Y en su itinerario diabólico segó la vida de hombres, mujeres y niños con una crueldad lacerante. Esa misma crueldad es precisamente la que ha sembrado odio, sufrimiento y miseria moral en el pueblo en el que dice «disolverse» ahora. Acontecimientos como los de Alsasua muestran el legado que ha dejado este miserable entramado. Esa es la verdad.

Y ahora que está en cuestión la moral más elemental, debe decirse con firmeza que ningún asesinato está justificado. Ninguno. Y que ninguna vida vale menos que otra. Ninguna. Y decir con contundencia que ETA ha perpetrado una masacre abominable contra el bien más preciado de una sociedad. Y que no hay justificación a esta aberración; y que a día de hoy su discurso selectivo de perdón demuestra que su razón y corazón siguen preñados de tintes xenófobos.

Las imágenes de sangre, metralla y muerte no pueden eliminarse de la memoria colectiva con semejante superficialidad y cinismo. El doloroso rosario de huérfanos, viudas, lesionados, desterrados, … exige que cada uno asuma la responsabilidad que le corresponde; esa responsabilidad sin la cual jamás podrá haber una conciencia social limpia ni paz.

La paz debe construirse sobre la verdad, la justicia, … y con restitución, comenzando por la restitución de la dignidad de todas las víctimas a las que se sigue aplastando; ahora con un mentiroso relato de conflicto y en nombre de una convivencia que sin auténtica justicia está podrida. Los crímenes y el terror de ETA son, y serán siempre, una salvajada.

Editorial Revista Solidaria Autogestión 125