LIBIA: TODOS QUIEREN el ´PETRÓLEO de GADAFI´

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Detrás de la acogida dada a Libia por la comunidad internacional están los intereses de las grandes multinacionales. A pesar de que organizaciones como Amnistía Internacional han lla-mado la atención sobre las flagrantes violaciones de los derechos humanos en Libia y de que Gadafi no ha mostrado el más mínimo arrepentimiento por su pasado de apoyo a organizaciones terroristas, tanto británicos como esta-dounidenses se han apresurado a hacer negocios con su régimen.



Por Andrés Lara
Revista La Clave 7-13 de mayo de 2004

El pasado 28 de abril la imagen del presidente de la Comisión europea, Romano Prodi, dando un efusivo apretón de ma-nos al presidente de Libia, Muanunar Gadafi, dio la vuelta al mundo. De esta forma se escenificaba la vuelta del país africano al redil internacional. La visita de Gadafi a Bruselas ha sido el penúltimo acto de una obra que comenzó en agosto del año pasado, cuando Libia reconoció su responsa-bilidad en los atentados de Lockerbie (Escocia), y el del avión de la UTA. Este «mea culpa», unido al anuncio de que Libia renuncia a su programa de armas de destrucción masiva y que va a permitir a los inspectores interna-cionales el acceso a sus instalaciones nucleares, ha servido para congraciar a Gadafi con el mundo.

Estados Unidos se ha apresurado a apuntarse el cambio de talante de Gadafi como un éxito propio. Varios funcionarios estadounidenses han de-clarado que el cambio de postura de Gadafi se ha producido gracias a la po-lítica de guerra preventiva desarrollada por el presidente Bush. Destacan que Gadafi, al ver cómo ha caído Sadam Hussein, habría temido correr la misma suerte. Pero parece que la realidad es otra.

Gadafi dio los primeros pasos pa-ra salir del aislamiento internacional a finales de los 90, cuando dejó de apoyar a varias organizaciones terroristas y entregó a la justicia británica a los responsables del atentado de Lockerbie. Estas medidas han ido acompañadas de conversaciones secretas con estadouni-denses y británicos iniciadas a instancias de las propias autoridades libias para tratar la cuestión del programa de armas de destrucción masiva del país africano. Sin embargo, las razones ocultas tanto del cambio de actitud de Gadafi como de estadounidenses y británicos no se circunscriben sólo al ámbito de la geoestrategia o de la lucha contra el terroris-mo internacional, ya que hay importan-tes intereses económicos.

Grandes reservas de petróleo

Libia tiene las mayores reservas de petróleo de África. Según datos contras-tados, el subsuelo libio almacena unos 36.000 millones de barriles de petróleo y alrededor de 40 billones de metros cúbicos de gas natural. Sin embargo, en la actualidad produce 1,4 millones de barriles diarios, la mitad que antes de las sanciones impuestas por Estados Unidos. El presidente Bush ha manifes-tado en muchas ocasiones su intención de diversificar las compras de crudo con el objeto de depender menos de la volátil región de Oriente Próximo, por lo que una Libia amiga puede ser un magnífico mercado para abastecerse de combustible barato.

A pesar de que organizaciones como Amnistía Internacional han lla-mado la atención sobre las flagrantes violaciones de los derechos humanos en Libia y de que Gadafi no ha mostrado el más mínimo arrepentimiento por su pasado de apoyo a organizaciones terroristas, tanto británicos como esta-dounidenses se han apresurado a hacer negocios con su régimen.

Bush mantiene a Libia en la lista de países que apoyan el terrorismo, pero ya ha suavizado las sanciones decretadas contra el régimen de Gadafi. Uno de los primeros pasos ha sido el anuncio del envío de cinco diplomáticos a Libia para crear una oficina de coordinación con el país africano. Asimismo, ha anunciado que suspende las restricciones que pesan sobre los ciudadanos de su país para viajar a Libia.

Ambas medidas van a sentar las bases para que las compañías petroleras de Estados Unidos puedan operar en este país cuando las sanciones económicas sean levantadas definitivamente. Cuatro compañías petroleras estadounidenses -Occidental Petroleum Corp, Amera-da Hess, Marathon Oil y Conoco-disfrutan de concesiones para extraer petróleo en Libia desde los años 50. A pesar de las sanciones de la Administra-ción estadounidense, estas concesiones siguen en pie. Representantes de estas compañías se van a reunir estos días con las autoridades libias para reanudar su actividad en el país africano.

Más prisa se ha dado el Gobierno británico a la hora de comerse una parte del pastel libio. En el transcurso de la visita del primer ministro británico, Tony Blair, a Libia el pasado mes de marzo, se anunció un acuerdo entre el gigante petrolero anglo-holandés Shell y el Gobierno de Trípoli por valor de 200 millones de dólares que permite a la multinacional la extracción y ex-portación de gas libio. Además, BAE Systems, el mayor contratista de defensa del Reino Unido, está negociando un contrato para vender aviones comer-ciales a las líneas aéreas libias. Estos acuerdos sólo representan la punta del iceberg del negocio libio.

Según Abdulhafid Zlimi, presi-dente de la compañía estatal de petróleo libia, el país planea invertir 30.000 millones de dólares en la industria petrole-ra en diez años y su pretensión es que buena parte de esta inversión proceda de empresas extranjeras.

Aparte del petróleo, otros sectores como el del turismo o el inmobiliario están bajo la lupa de las grandes multinacionales. Los 2.000 kilómetros de costa libia, jalonados por importantes ruinas romanas, pueden ser un gran reclamo para el turismo. Una compañía británica ya está negociando los permi-sos para levantar un complejo turístico de 500 hectáreas con puerto deportivo de lujo y campos de golf. Asimismo, el Gobierno libio quiere retirar la pro-hibición de que los ciudadanos del país tengan más de una casa, con lo que se va a relanzar el mercado inmobiliario.

Reformas económicas

Al margen de las decisiones en política internacional adoptadas por Ga-dafi, Libia se ha podido convertir en el escenario idóneo para el «cuento de la lechera» gracias a los cambios que se han producido en el país. El más im-portante ha sido el nombramiento de Shokri Ghanem como primer ministro. Ghanem, un hombre educado en Occi-dente y que ha desarrollado parte de su carrera política como representante de Libia en la OPEP, se ha convertido en la nueva cara del régimen.

Las reformas económicas comen-zaron hace dos años, con la liberali-zación del cambio de divisas, peroreservas de petróleo de África. Ghanem quiere ir ahora más lejos y está presionando para que se privatice parte del sector público libio y para que los ciudadanos del país puedan tener más de una casa. Entre sus planes también está promover asociaciones entre empresas libias y extranjeras para relanzar industrias tan importantes en el desarrollo del país como la cemente-ra o la química.

Ghanem, que asegura que estas reformas han sido largamente discutidas en el seno del Gobierno libio, teme que algunas de ellas nunca vean la luz. La razón es que sus propuestas chocan en muchos aspectos con la doctrina del «Libro verde», el cual recoge la ideología oficial de Gadafi. Según este libro, los trabajadores asalariados son una especie de esclavos y la solución para los pro-blemas de la economía pasan por abolir los beneficios empresariales.

En cualquier caso, parece claro que el régimen de Gadafi se ha con-vencido de la necesidad de introducir una serie de cambios en el modelo económico libio que pasan por abrir la mano a las reformas y a la inversión ex-tranjera. Muchos en el país se preguntan cómo es posible que la economía sopor-te un 25% de paro y que el crecimiento de la misma sea tan raquítico cuando Libia es rica en recursos naturales.