MASONES, ¿SÍ 0 NO?

1836

Los españoles tienen derecho a saber si sus ministros son masones o no y en qué grado y circunstancias. Luz y taquígrafos, talante y sonrisas, que ése es el nuevo estilo de la España zapateril.

Al día de hoy toda esa historia de la masonería me sigue pareciendo una camelancia. Resulta que a lo largo de mi vida sólo he tratado a un masón y me enteré de lo que era cuando ya estaba en la cárcel, y gracias a Jesús Cacho. Franco acusaba de masón a todo aquel que quería, destruir. Afirmaba que Pedro Sáinz Rodríguez, especializado en poesía mística, era masón, el hermano Tertuliano. «Será porque me gustan mucho las tertulias», se cachondeaba don Pedro en Lisboa, en aquella casa de rua Alexandre Herculano, tapizada de libros como Dios manda, porque el académico disfrutó de la vida a bibliotecas llenas.

Resulta que el presidente de la Gran Logia de España, que se llama el hombre Josep Corominas i Busquetta, ha afirmado en Vigo que ocho miembros del Gobierno de Zapatero son masones. Como ser masón no constituye delito y la masonería es una organización más sin problemas de funcionamiento en un país democrático, los servicios de información de Moncloa deberían aclarar si lo que afirma el tal Corominas es verdad o no. Hay que despojar de misterios y veladuras estas cosas. Los españoles tienen derecho a saber si sus ministros son masones o no y en qué grado y circunstancias. Luz y taquígrafos, talante y sonrisas, que ése es el nuevo estilo de la España zapateril.

Luis María Ansón
de la Real Academia Española
Diario la Razón