Se han celebrado en España e Iberoamérica, varios homenajes a Julián Gómez del Castillo con motivo del séptimo aniversario de su fallecimiento. En Madrid tuvo lugar una Eucaristía y posterior diálogo en el que intervinieron D. Luis Argüello, Vicario General de Valladolid, y Manuel Araus, militante del Movimiento Cultural Cristiano.
Luis Argüello resaltó su encuentro vital con Julián Gómez del Castillo, como un converso que le mostró la encarnación de la Doctrina Social de la Iglesia en la historia de nuestro tiempo.
«Testigos como él y como G. Rovirosa anticiparon el Concilio Vaticano II, y nos han hecho más conscientes que nunca la necesidad del compromiso bautismal vivido desde la raíz, mirar desde este compromiso las causas de la injusticia y la dimensión católica de nuestra fe…»
En su intervención señaló la importancia de la denuncia del imperialismo desde los inicios de la Campaña por la Justicia Norte-Sur, promovida por Julián desde el Movimiento Cultural Cristiano, y la emoción que le produjo la encíclica S.R.S. de Juan Pablo II que también denunció el imperialismo.
También destacó en sus palabras las dos encíclicas sobre la familia y el trabajo de Juan Pablo II, que fueron un faro en ese momento histórico, y que muchos vimos encarnadas en la vida de Julián Gómez del Castillo.
Luis A. nos recordó que Julián veía en la promoción de laicos y familias solidarias algo fundamental para la vida de la Iglesia y la sociedad.
Manuel Araus, resaltó la dedicación de Julián, incansable y diaria a las ediciones Voz de los sin Voz.
«Seriedad, responsabilidad y sacrificio por sacar adelante las ediciones y la revista Autogestión, ediciones necesarias para hacer frente a una opinión pública insolidaria con los últimos de la tierra» afirmó.
«Hizo posible con su trabajo en las ediciones, la formación de miles de militantes en España y en el tercer mundo» Manuel recordó también, que nos encontramos cumpliendo el número 100 de la revista Autogestión, auténtico órgano de expresión de lucha solidaria en las calles..
Su trabajo- señalaba- era fruto de la pasión del que cree firmemente, frente a los parámetros del mundo, en el trabajo callado, asociado y militante; y así servir a los pobres, a Cristo y a la Iglesia, como solo ellos merecen ser servidos.
Los dos intervinientes hicieron una llamada a continuar su tarea con la máxima dedicación a estos objetivos, que ponen a los empobrecidos en el primer lugar de la mesa.
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