Militantes Cristianos, por Monseñor Fernando Sebastián (In memoriam)

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Recuperamos con cariño, este artículo de nuestro archivo, como homenaje a este servidor de la Iglesia.

Presentación de Monseñor Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona y Tudela, en el III Homenaje a Guillermo Rovirosa y Julián Gómez del Castillo, en Pamplona (14 de febrero de 2007). El acto ha sido organizado por el Movimiento Cultural Cristiano

FS:

Buenas noches a todos. No quiero entretenerles mucho tiempo sino simplemente expresar mi satisfacción de poder estar aquí dando también este testimonio de afecto, de admiración, de gratitud, a estos dos insignes cristianos, militantes, apóstoles, que han contribuido mucho a la riqueza, a la clarificación y a la rectificación de cosas importantes en la vida de la Iglesia y del apostolado seglar en épocas muy difíciles. Aunque traté un par de veces a Rovirosa, yo pude conocer y tratar más a Julián [Gómez del Castillo], incluso aquí mismo en Pamplona y bastante en los años en que era secretario general de la Conferencia Episcopal. Siempre admiré mucho, además de su carácter, de su vehemencia y de su a veces impaciencia, su fe, su amor a Jesucristo, su amor a los pobres, su fidelidad a la Iglesia. Yo creo que los dos fueron testigos y como precursores de muchas cosas en nuestra Iglesia que irán creciendo y clarificándose poco a poco,  en parte también gracias a la época de dificultad en que vivimos actualmente.

Quiero señalar como tres puntos que son la herencia o parte de la herencia que ellos nos dejaron y de los cuales podemos aprender mucho los cristianos en estos momentos. Uno fue la claridad y la entereza con la que vivieron sus identidad cristiana, por encima de todos los atractivos, las imposiciones, las dificultades que encontraban en sus compromisos. Compromisos sindicales, políticos, en un mundo obrero tan tenso como era en aquellos años. Ellos nunca cedieron ni sometieron nada de su identidad cristiana, de su plena comunión eclesial, a las imposiciones de las ideologías, de los sindicatos, de los partidos políticos. Estaban en medio de la batalla, en el mundo obrero más profundo, digamos, pero nunca jamás cedieron ni sufrieron ninguna alteración, ni ninguna fisura, ni ninguna incertidumbre en cuanto a la claridad, a la integridad de su plena comunión católica.

El segundo elemento que yo quiero destacar es como ellos comprendieron muy bien que en el apostolado seglar y en la presencia de los católicos en el mundo, en los ambientes más profundos, más tensos y más terrenos de la lucha diaria en la sociedad, el don más importante que tenían que hacer era la evangelización, dar a conocer a Cristo. Yo le he oído decir a Julián muchas veces: “Los obreros, la clase obrera, el mundo del trabajo tiene muchas necesidades, muchas carencias. La primera, conocer cercanamente a Jesucristo como fuente de liberación, como motivación, como purificación de sus aspiraciones, de sus afectos, de sus procedimientos”. Y si en una sociedad injusta a los pobres les hemos privado de muchas cosas, quizá de lo que les hemos privado también, o más gravemente, es de la facilidad y del gozo de sentirse miembros de Cristo y miembros de la Iglesia, por nuestros pecados, evidentemente.

Y el tercer punto que ellos también destacaron y vivieron, quizá más explícitamente Julián que Rovirosa, pero los dos, es la fecundidad cultural de la fe cristiana, de la fe religiosa. Contra esta especie de privacidad tan sin fundamento que nos quieren inculcar hoy: “El laicismo vale para la calle”. ¿Y la fe, para dónde vale, para el cuarto de estar sólo?. Contra esta manera tan pobre, tan raquítica de ver las cosas, ellos vivieron muy claramente la mutua interacción entre fe y cultura, si es que se puede hablar de las dos como dos cosas diferentes. La fe es la raíz más viva de la cultura en todos los pueblos. La referencia Dios y la imagen que se tienen de Dios es lo que más profundamente determina la cultura de un pueblo. Por eso ahora el olvido de Dios está provocando el derrumbamiento de nuestra cultura entera, no sólo de la religiosa, sino también de la moral, de la tradicional, de muchas cosas…

La estrecha relación entre fe y cultura, la fecundidad cultural de la fe y también los condicionantes culturales de la fe. No en cualquier cultura es tan fácil creer, no con la misma imagen de la vida, el mismo modelo de sociedad, las aspiraciones, los valores, todo este tejido que forma el mundo de nuestros intereses, de nuestras aspiraciones, de nuestros sentimientos, de nuestros horarios, de nuestra forma de trabajar y de vivir, todo lo que podemos llamar nuestra cultura, condiciona la fe. Por eso luchar en el mundo de la cultura es también un elemento indispensable para favorecer la evangelización, que es la fuente de la gran liberación. Yo creo que señalar estos puntos es una manera también de honrar la memoria de estos cristianos insignes que tanto vivieron, tanto amaron y tanto sufrieron por la evangelización de nuestra sociedad, de nuestro mundo. En definitiva por el conocimiento y la difusión del evangelio en nuestra sociedad.

1/03/2007

HOMENAJE A JULIÁN GÓMEZ DEL CASTILLO Y GUILLERMO ROVIROSA 23/2/2019