Nikolaus Gross y Odoardo Focherini: periodistas, padres de familia y mártires del nazismo

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Uno fue niño obrero, sindicalista, político; otro scout, dirigente católico; murieron en manos nazis por esconder judíos y oponerse al nazismo.

Charles Reding
forumlibertas.com
30 DE MARZO 2007

Uno fue niño obrero, sindicalista, político; otro scout, dirigente católico; murieron en manos nazis por esconder judíos y oponerse al nazismo.

Cuando la pesadilla hitleriana asolaba Europa, cuando los judíos eran masacrados por millones, cuando apoyarles costaba la vida en caso de ser descubierto por los nazis, cuando oponerse públicamente al nazismo era dar un paso hacia la cárcel, la tortura y la muerte, hubo personas que decidieron jugársela hasta el final, para salvar la vida a cientos y miles de hombres, mujeres y niños de raza hebrea, y para denunciar la maldad intrínseca del régimen liderado por Adolf Hiter.

Entre esos héroes que dieron su vida por salvar la de muchos otros, destacan dos hombres, uno italiano y otro alemán, ejecutados por los nazis, que tienen mucho en común.

Los dos eran periodistas. Los dos era laicos. Ambos eran padres de familia numerosa. Es importante destacarlo: hubo muchas monjas, curas y obispos en Europa que se opusieron al régimen o escondieron judíos y fueron ejecutados. Pero no es lo mismo el heroísmo de un obispo o sacerdote -que públicamente lo han dejado todo por seguir radicalmente a Cristo- que el de un profesional, un laico padre de familia, que tiene que pensar en sus hijos y en su mujer.

Por eso, los testimonios del italiano Odoardo Focherini y el alemán Nikolaus Gross, tan parecidos pese a que probablemente no supieron uno del otro, nos interpelan de manera especial en nuestros días, cuando muchos piden más protagonismo para los laicos, las familias y los profesionales cristianos.

ODARDO FOCHERINI, SCOUT, PERIODISTA, «JUSTO ENTRE LAS NACIONES»

Odoardo nació en Carpi el 6 de julio de 1907. Ferviente católico desde muy joven, se formó en la Acción Católica italiana bajo la guía de Don Armando Benatti. Con tan solo 16 años fue secretario del círculo interparroquial de Carpi, con 17 secretario de la Federación Juvenil diocesana. A los 19 años de edad fundó los scouts católicos en su localidad natal, llegando a ser jefe del movimiento scout en su diócesis y uno de los referentes del mismo en toda Italia. Se casó con María Marchesi en el año 1930 y su amor dio como fruto siete hijos.

Su indiscutible valía y celo apostólico le catapultaron hasta la presidencia de la Acción Católica italiana a la edad de 27 años. En 1937 pasó a ser director administrativo del diario Avvenire, que entonces dirigía Raimondo Manzini, autor de encendidas polémicas contra el fascismo. Odoardo Focherini, siendo fiel al espíritu de la encíclica Non abbiamo bisogno de Pío XI, fue él mismo muy crítico contra el fascismo de Mussolini.

Sin embargo, lo que habría de poner a Odoardo ante la tesitura de convertirse en mártir cristiano fue su decidido trabajo en ayuda de los judíos italianos. Desafiando a las leyes raciales, Focherine contrató para Avvenire al periodista judío Giacomo Lampronti. En 1942, a petición de Manzini –a quien el cardenal de Génova, Pietro Boetto, había enviado algunos judíos de Polonia para defenderlos–, se encargó de proteger de la persecución a estos refugiados en un tren de Cruz Roja Internacional.

Al lager de Flossemburg, por ocultar judíos

En octubre de 1943 organizó, junto al padre Dante Sala, una red eficaz para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos. Odoardo se encargó de contactar con las familias, consiguió los documentos desde las sinagogas, se las arregló para obtener la finaciación necesaria y acabó proporcionado también la documentación falsa.

El 11 de marzo de 1944, Focherini fue detenido por los nazis en un hospital mientas atendía a un judío enfermo. Aislado en el «lager» de Flossenburg, fue trasladado al campo de Hersbruck donde se trabajaba desde las tres y media de la mañana hasta la tarde. Quien no resistía este ritmo, era inmediatamente enviado a los hornos crematorios.

Durante una visita, su cuñado Bruno Marchesi le dijo: “Ten cuidado. Tal vez te expones demasiado. ¿No piensas en tus hijos?”. Odoardo le respondió: “Si hubieras visto, como he visto yo en esta cárcel, lo que hacen padecer a los judíos, no lamentarías más que no haber hecho lo bastante por ellos, no haber salvado un número mayor”.

Herido en una pierna y jamás atendido, Focherini murió de septicemia el 27 de diciembre de ese mismo año, a los 37 años. Antes de morir, dictó a su amigo Olivelli una carta-testamento, una despedida estremecedora:

“Mis siete hijos… Querría verlos antes de morir… No obstante, acepta, oh, Señor, también este sacrificio, y protégelos Tú, junto a mi mujer, a mis padres, a todos mis seres queridos…. Declaro morir en la más pura fe católica apostólica romana y en la plena sumisión a la voluntad de Dios –añadió–, ofreciendo mi vida en holocausto por mi diócesis, por Acción Católica, por el Papa y por el retorno de la paz al mundo…. Os ruego que digáis a mi esposa que siempre le he sido fiel, que siempre he pensado en ella y que siempre la he amado intensamente”.

En su memoria, la Unión de las Comunidades judías de Italia le otorgó una medalla de oro en 1955. Igualmente, el “Instituto conmemorativo de los mártires y de los héroes Yad Vashem” de Jerusalén le proclamó “Justo entre las Naciones”.

El reciente 20 de marzo de 2007 Monseñor Elio Tinti, obispo de Carpi, lo recordó así:
“Con esperanza y devoción, deseamos que pronto la Iglesia lo pueda reconocer como mártir. Su vida como hombre verdadero es un himno a la santidad”.

NIKOLAUS GROSS: OBRERO, SINDICALISTA, PERIODISTA Y POLÍTICO

Nikolaus Gross nació en Niederwenigern, cerca de Essen, el 30 de septiembre de 1898. Fue a una escuela católica local desde los siete hasta los doce años, edad en la que empezó a trabajar, primero como operario en un molino y luego en la minería. Sin embargo, no abandonó la actividad intelectual pues alternó su trabajo bajo tierra con la condición de periodista.

Con tan solo 19 años ingresó al sindicato cristiano, paso previo a su afiliación al Centrum, partido de clara inspiración cristiana, convirtiéndose a los 22 en secretario de los jóvenes mineros. Su interés por el periodismo le lleva a colaborar en el diario del Movimiento Católico de los Trabajadores (KAB), el Westdeutschen Arbeiterzeitung. Tanto era su talento que a los dos años se convirtió en el director del diario.

Afincado en Colonia, Gross supo ver el peligro que para Alemania significaba que el nazismo tomara el poder. Respaldado en su fe, no tuvo duda alguna en informar a sus lectores sobre las verdaderas consecuencias que un régimen de este tipo traería sobre el país. El 14 de septimbre de 1930 escribió:
«nosotros trabajadores católicos rechazamos con fuerza y con claridad el nacionalsocialismo, no sólo por motivos políticos o económicos, sino decididamente también por nuestra postura religiosa y cultural».

«Enemigo del Estado» bajo Hitler

Con la llegada de Hitler al poder, empezaron las dificultades. El diario de Gross fue declarado «enemigo del Estado», paso previo a su cierre en 1938, aunque siguió editándose clandestinamente. No habiéndose caracterizado hasta entonces como orador, la censura le llevó a anunciar de viva voz, a todo el que le quisiera oir, los peligros del régimen opresor que se había adueñado de su patria. Siempre tuvo presentes las palabras de San Pedro ante el Sanedrín:

“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,29)

Nikolaus fue un hombre que sin vergüenza ni miedo anunció a Cristo, mientras en Alemania el nacionalsocialismo perseguía a la comunidad cristiana. Cuando muchos callaban, él se jugaba la vida. Fue siempre consecuente con su fe. Como marido y padre honró el sacramento del matrimonio y de la familia. Como obrero, sindicalista y periodista, se comprometió por la justicia, la verdad, la solidaridad y la paz, arriesgando la vida cada día.

Fue encarcelado y ejecutado en la horca el 23 de enero de 1945. Su esposa Elisabeth, que pudo visitarle al menos dos veces, dio testimonio de que había sido torturado antes de morir. Sus asesinos no permitieron que recibiera un entierro cristiano y su cuerpo fue quemado y sus cenizas esparcidas por el campo.