Sobre gobernantes y políticos que usan las Escrituras contra los migrantes empobrecidos.
Se dicen cristianos, pero ignoran que la Biblia es la historia de un pueblo migrante y de un dios migrante que fue el autor de un acto subversivo: cuando dejaban el desierto para llegar a la tierra prometida, se encontraron con un muro y ese muro fue derribado no por la fuerza política de ese pueblo pequeño y débil, sino por Dios. Cayeron los muros de Jericó. Dios solo encargó que tocaran las trompetas.
La tolerancia cero contra los migrantes por parte del gobierno de Donald Trump ha separado familias migrantes sin documentos, y los llantos de los niños y las niñas se pueden escuchar en una grabación subida a Internet. El fiscal general, Jeff Sessions, defendió esta política usando la Biblia, citando a san Pablo cuando pide obedecer a las autoridades (Romanos 13). Podemos verlo en este video para que cada quien interprete la sonrisa que le provoca a Sessions esa cita, que ya fue utilizada hace ocho años en el Congreso para afirmar que la Biblia avala la represión contra los migrantes. Para adornar más la comedia, la portavoz de la Casa Blanca dijo que «es muy bíblico aplicar la ley».
Al otro lado del Atlántico, algunos políticos se destacan también por utilizar la Biblia en contra de los migrantes. En Alemania, los muy católicos de la CSU, aliados bávaros de Angela Merkel, no quieren recibir más migrantes ni refugiados. En Hungría, el primer ministro Viktor Orbán, protestante y defensor de la Europa cristiana, ha creado una ley que criminaliza la solidaridad con migrantes y refugiados, aprobada el Día del Refugiado. En Italia, el flamante Matteo Salvini, quien apoyó a Trump en Filadelfia hace dos años, levantó la Biblia y un rosario en un mitin en Milán el 24 de febrero y delante de la catedral gritó: «Juro respetar las enseñanzas contenidas en este santo evangelio». Hoy es ministro de Interior y vice primer ministro y se jacta de haber logrado una victoria al rechazar que el barco Aquarius llegara a Italia con más de 600 migrantes y refugiados que sobrevivieron a un naufragio.
La torpe manipulación de la Biblia podría hacerse también en sentido contrario, citando las numerosas ocasiones en que san Pablo critica la Ley y la une a la muerte y al pecado. Es sabido que Pablo se refiere a la Ley de Moisés. Pero también es cierto que él fue detenido acusado de violar una ley que prohibía pasar a un extranjero al otro lado de un muro: el muro del Soreg. Acusaron a Pablo de haber pasado ese muro con Trófimo, un griego de Éfeso.
La Carta a los Efesios dice que Cristo vino a derribar con su sangre el muro de separación entre los pueblos (Ef 2, 14). Pablo sabía cómo atravesar muros, pues huyó de Damasco —como varios millones de sirios hoy— descendiendo en una canasta por el muro. Y Extramuros se llama su basílica en Roma, ya que fue ejecutado afuera de los muros, como Jesús. Ese muro que separaba a los extranjeros en el Templo fue también el protagonista del primer milagro de la Iglesia: un paralítico curado por Pedro, y Juan no se fue a su casa después de su curación, sino que pasó con ellos ese muro hacia adentro.
Tanto tiene que ver la lucha contra los muros con el origen de la Iglesia que el primer concilio, el de Jerusalén, debatió ese tema y decidió superar ese muro entre judíos y extranjeros. Por último, el Apocalipsis dice que la Jerusalén celestial tendrá sus puertas siempre abiertas.
Claudia Gómez, la muchacha asesinada por la patrulla fronteriza, y miles de migrantes quieren seguir derribando muros aun con su sangre. Los niños y las niñas que lloran la separación de sus padres en la frontera son escuchados por Dios. Y Dios, estimados Trump, Sessions, Salvini y Orbán, va a seguir derribando muros como lo hizo con los de Jericó hasta que formemos una sola familia humana. ¿Cómo pueden argumentar con la Biblia sus políticas criminales? Envainen su Biblia. Y escuchen las trompetas.
Jose Luis González Miranda
José Luis González Miranda es sacerdote jesuita. Trabaja en la Red Jesuita con Migrantes (Guatemala) y anteriormente ha acompañado a migrantes y familiares de migrantes en Nicaragua y Chiapas.