La Caravana de Migrantes llegó a la frontera de Méjico con EEUU. Uno de esos enclaves froterizos es Tijuana. Un grupo de mejicanos exhiben carteles que rezan «Inmigrantes legales si, ilegales no» «No a la invasión»… Otros miembros de la comunidad mejicana defienden a los migrantes hondureños, salvadoreños…
El ambiente se ha caldeado desde su salida de los países centroamericanos. Tristemente se divide a los pobres y se les utiliza.
El presidente estadounidense, Donald Trump, calificó a las caravanas como una «invasión» y envió unos 5.800 soldados para «endurecer» la frontera, incluso con alambre de púas.
¿Por qué salen de su país? Violencia, falta de trabajo y de un futuro que garantice una vida digna.
Cada rostro, cada zapato roto por el camino, son historias de vidas truncadas, vidas que se agarran a una tabla de salvación, la caravana de migrantes…
Como ejemplo un ex-policia hondureño: Iván. Iván tiene miedo de contar su historia y está atento a los tatuajes pandilleros o la jerga de su acompañantes, que podrían delatar que algunas de las personas que viajan con él están asociadas con sus perseguidores en casa.
El ex policía dijo que la gota que colmó el vaso en Honduras fue cuando los pandilleros apuntaron un arma contra la cabeza de su hijo de 15 años, Yostin.
Querían que Yostin y su hermano menor Julio, de 13, se unieran a ellos, amenazándoles de muerte si se negaban, dijo Iván durante una pausa en el viaje hacia el norte de la caravana en un campamento temporal en un estadio de la Ciudad de México.
Por eso, cuando una caravana partió el 13 de octubre desde San Pedro Sula, una ciudad hondureña asolada por el crimen y en la que la familia se escondía con amigos, no tuvo dudas…
Sin embargo, sus motivos son similares a los de otros de los que viajan en la caravana y son un recordatorio de la influencia de las «maras» en El Salvador, Honduras y Guatemala, a pesar de los casi 20 años de esfuerzos por acabar con ellas.
Méjico también sufre niveles de violencia extrema. El Instituto Nacional de Estadística del país americano informó que cada día mueren asesinadas más de 85 personas. El 2017 fue el año más sangriento en la historia de México con 31.174 personas asesinadas, la gran mayoría por arma de fuego. La tasa de homicidios fue de 25 por cada 100.000 habitantes por encima de Colombia y Nicaragua. La tendencia de homicidios no ha dejado de crecer desde inicios de 2015 y todo apunta a que en 2018 las cifras vayan a superar a las de este último año. Esta situación también la sufren los migrantes empobrecidos de centroamérica en su paso por Méjico.
Respecto a estas migraciones en grandes grupos, representantes de ACNUR afirman que «estamos enfrentando una crisis humanitaria». «Son personas que huyen de la pobreza, pero también de la violencia y la persecución»
«Lo que ha cambiado es el tipo de movilidad humana. Ahora las personas, con estas caravanas, han demostrado que quieren viajar juntos (a pie o donde les sea posible) para tener un viaje más seguro» «Saben muy bien los riesgos y que es una ruta muy difícil», tanto en la parte física como en la que tiene que ver con clima, con altas temperaturas en el día y bajas por la noche, dijo Fontanini, representante de esta organización.
Obispos norteamericanos preocupados y entristecidos por la violencia y la injusticia.
La caravana de migrantes que actualmente atraviesa Centroamérica preocupa, y mucho, a los obispos y principales defensores de refugiados de la Iglesia estadounidense. Así lo han hecho saber en un comunicado en el que se revelan «profundamente entristecidos» no solo por el éxodo masivo que avanza estos días por México sino también por «la violencia, injusticia y condiciones económicas cada vez peores que obligan a mucha gente a huir de sus hogares»