POESÍA HISPÁNICA NEGROAFRICANA: Francisco Zamora Loboch

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. Músico, compositor y escritor, Francisco Zamora empezó su andadura literaria en España durante los «años del silencio». Ha cultivado esencialmente el género lírico como medio de expresión artística. Su poesía refleja el trauma del exilio y el consiguiente conflicto de identidad que resultó de ello. En los años 70, fue muy activo en la creación y promoción de grupos culturales africanos en la capital de España…


Por Nayra Pérez

Continuador de la tradición familiar (su padre era poeta), Francisco Zamora nace en Santa Isabel (hoy Malabo), en la entonces isla de Fernando Poo (hoy Bioko), Guinea Ecuatorial, en 1948. Tras sus estudios secundarios en su país, se trasladó a España para seguir estudios universitarios. Aunque inició Ciencias Económicas, luego se decidió por el Periodismo. Músico, compositor y escritor, Francisco Zamora empezó su andadura literaria en España durante los «años del silencio».

Ha cultivado esencialmente el género lírico como medio de expresión artística. Su poesía refleja el trauma del exilio y el consiguiente conflicto de identidad que resultó de ello.
Su firma apareció en varios órganos de prensa españoles llegando a ser nombrado redactor-jefe del semanario Actual. En los años 70, fue muy activo en la creación y promoción de grupos culturales africanos en la capital de España.

Ha publicado dos libros: Cómo ser negro y no morir en Aravaca (1994), un ensayo apasionado sobre el racismo, y Memoria de laberintos (1999), poemario profundamente evocador, que es un exorcismo de las experiencias de su juventud santaisabelina.
Vive en Madrid, donde ejerce la profesión periodista, además de la de músico, con algunos discos ya editados.

LAMENTO SOBRE ANNOBÓN, BELLEZA Y SOLEDAD

… Y allí, alejada de la verde masa africana,
azotada por los vientos del Atlántico,
orgullosa y solitaria, se erige una historia, un mundo,
un destino:
Annobón.

En lo más alto, el desdentado pico Quioveo despide al visitante
con una triste mueca de esperanza,
lanza su eterno mensaje, hacia los espacios.
Paciente espera, ingenua, se fía del mundo.
En la playa de Palea, una niña llora.

Con la mirada perdida en la estela que deja el visitante,
su padre con encallecidas y rudas manos la silencia,
el mar sigue cantando su tonadilla constante.
Rudeza y nobleza en las almas
y el borracho que duerme a la sombra del cocotero
sobre la arena, las sombras del viejo «Viyil»
de él no queda más que el regusto amargo de un tiempo que fue
mejor.

Asoma la noche, allá arriba, en un mástil, ondea la roja y gualda
¿es símbolo, de un vestigio o de una burla?
ayer orgullo del mundo, imperio y sol perpetuo
ayer plazas y señoríos
hoy Annobón.

¿Risas o lágrimas?;
llama, espera, cree.
Nada puede ofrecer a cambio,
Más respira belleza, paz, silencio, un paraíso en el infierno.
No hay rima.

La noche está al caer
pero hay luz en las almas
suena el viejo «Tambalé»
el cuerpo del negro mozo, vibra bajo el influjo mágico del ritmo
¡eah! grita la negra y enseña una cadena de blancos dientes
contrastes de su oscura piel.
Un largo cocotero, acaba de cantarle la «nana» al algo «Mazafín»
él como buen niño,
se sume, en un dulce y descansado letargo.
Quieto en su lecho, sueña con bellas sirenas.
El ritmo cambia, el ambiente y los años retroceden
ahora es una vieja canción.
Corteses, él y ella dejan sitio a los viejos.
Existe el respeto y la noche es larga.
Un alegre rayo de luz anuncia el día
las mujeres se encaminan lentamente a sus quehaceres
los hombres hacen lo propio en la mar
y queda en peligro el vistoso «Pilili» y también el triste
«Jajual».
Atrás ha quedado un grito de guerra
El «Blo ay se blochó1» es otra muda esperanza.
Allá en alta mar
el trajeado visitante lanza una última mirada,
a la piedra que desaparece,
en el espacio ha quedado flotando la promesa.

La Guinea española, octubre de 1967

SALVAD A COPITO

Mi enhorabuena Copito mi enhorabuena.
Gracias a que gasta UD. forros blancos y ojos azules
ha podido abandonar la selva
con gran alborozo por parte de Occidente.
Así, tras civilizados barrotes
no volverá a sufrir la zozobra de saberse acechado
la angustia que precede a la emboscada del depredador
la hiena, el leopardo o el fugitivo indígena.
Gracias a la extraña mutación que padece
disfrutó un buen biberón desde el primer día
el rumor de las Ramblas, cacahuetes, pipas,
un hermoso nombre de detergente a granel
así como pequeñas obscenidades en catalán.
Recibe Ud. visitas con tratamiento de ilustrísima
tiene amigos en el Ministerio
calefacción y agua caliente en invierno;
primero de la clase, sus compañeros
no pueden reprimir su admiración cada vez que le nombra el domador
Copito de nieve, el único gorila del mundo con el alma blanca.
Pero si bien eludió Ud. definitivamente el tsé-tsé
al anopheles y a un cierto neocolonialismo sentimental,
el precio por el bombín, los tres tenedores y el lenguado meunier
han sido bien altos aunque le sugiero
que todo pudo haber sido muy distinto
Ud. se permita recordarme que a otros del mismo tropel
les fue peor.

EL PRISIONERO DE LA GRAN VÍA

Si superas
que no me dejan los días de fiesta
ponerme el taparrabos nuevo
donde bordaste mis iniciales
temblándote los dedos de vieja.
Si supieras
Que tengo la garganta enmohecida
porque no puedo salirme a las plazas
y ensayar mis gritos de guerra.
Que no puedo pasearme por las grandes vías
el torso desnudo, desafiando al invierno
y enseñando mis tatuajes
a los niños de esta ciudad.
Si pudieras verme
fiel esclavo de los tendidos,
vociferante hincha en los estadios,
compadre incondicional de los mesones.
Madre, si pudieras verme.

Antología de la literatura guineana, 1984.