Una vez más sale a la luz el maridaje y el servicio que hacen antes y después los políticos a las transnacionales españolas. La puerta giratoria sigue girando.
Nos hacemos eco de la decisión del presidente de Telefónica, César Alierta, de fichar a Rodrigo Rato para los consejos asesores de la compañía en Latinoamérica y Europa —por la que cobrará una suculenta cifra por funciones que no exigen dedicación exclusiva.
Rato dimitió en mayo de la presidencia de Bankia y está imputado en la Audiencia Nacional junto a otros 32 directivos por varios delitos relacionados con la gestión de la entidad.
Ser ministro o presidente del gobierno en España y tomar decisiones que afectan a bancos, o a empresas transnacionales, bien del ladrillo, bien de la energía o de las comunicaciones; tiene sus efectos «positivos» en el postrero devenir de su carrera profesional.
Si bien la Ley de Regulación de los Conflictos de Intereses impide durante dos años a expresidentes y exministros ocupar cargos relacionados con su anterior ocupación, existen resortes para sortear esta regulación.
Así, la exvicepresidenta económica Elena Salgado fichó tres meses después de dejar el cargo por la eléctrica Endesa a través de su filial chilena, motivo por el que no se pudo oponer la Oficina de Conflicto de Intereses.
Otros ejemplos:
José María Aznar | Endesa |
Ángel Acebes (PP) | Iberdrola |
Luis Carlos Croissier (PSOE) | Repsol |
Josep Piqué (PP) | Vueling |
Pedro Solbes (PSOE) | Enel / Endesa |