El 8 de marzo ha sido históricamente el Día de la mujer Trabajadora, desde que en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, se proclamó. Desde entonces, cada 8 de marzo se recordaba a estas mujeres obreras que fueron humilladas y descartadas por el mismo sistema capitalista que las explotaba, muchas de ellas muertas por las condiciones laborales en las que trabajaban. Reivindicaban unas condiciones justas y dignas de vida para el movimiento obrero y en particular de la mujer.
Hoy volvemos a celebrar este día con el espíritu y los principios con los que nació y denunciamos fuertemente la tergiversación y manipulación que la Asamblea General de la ONU hizo el 8 de marzo de 2011, celebrando el centenario de ese Día Internacional de la mujer trabajadora.
Por voluntad de la ONU, a la orden de su amo, el neocapitalismo, lo cambia y comienza a llamarse «Día Internacional de la Mujer de las Naciones Unidas». En ese momento comenzó también a operar la Entidad de la ONU para la igualdad y el empoderamiento de la mujer conocida como «ONU Mujeres».
Justo el «amo» que empobrece, descarta, humilla, no dignifica el trabajo de millones de personas en el mundo (incluido los niños y niñas esclavas)… nos dictan las bioideologías que quieren que sigamos como esclavas o «mascotas»… y encima al servicio del capital (lo que nos faltaba).
Hoy es el poder, y todos sus conglomerados, quien decretan de forma imperativa la ortodoxia sobre la emancipación de la mujer. Las instituciones de poder han impuesto unas ideologías, dogmas, consignas, lenguaje manipulado…atropellando la libertad de conciencia de hombres y mujeres que no acatan esto. O bien, todas las tendencias que no se adscriban, de una u otra forma , a sus intereses quedarán condenadas al ostracismo o marginación.
Muy manipulados tenemos que estar para no darnos cuenta que hoy es un día que es reivindicado, patrocinado y promovido por el mismo poder. A través de los grandes conglomerados de la comunicación de masas que lo alientan. ¿Cómo pueden ir contra el poder si está patrocinado desde el mismo poder?… hasta donde ha llegado el control de nuestra conciencia.
Como nos decía George Orwell, autor del libro Rebelión en la granja: «El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas». Y eso es lo que se ha hecho, utilizar la historia para darle completamente la vuelta.
Se ha utilizado el día 8 de marzo, que nace como un acontecimiento que forma parte de la historia de solidaridad, para la división y la mentira. Por eso, una de las máximas del «feminismo institucional», que se ha convertido en «religión política», es que las mujeres se preocupen exclusivamente de sus problemas, confinadas a «las cosas de mujeres». De esta manera se alimenta el narcisismo y la idea que hay que perseguir el poder y el dominio en las relaciones sociales incorporándose a nuestro vocabulario el anglicismo «empoderamiento». Así se adquieren cánones machistas: en manifestaciones públicas se percibe la agresividad, odio, violencia formando parte de sus habilidades sociales; y lo peor de todo prevaleciendo el egoísmo y hostilidad, en su ideología y práctica, hacia varones o mujeres que no tienen su misma forma de pensamiento.
Conmemorando el 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora, y defendiendo la dignidad en el trabajo de todas las personas del mundo, reivindicamos el espíritu con el que nació
Os invitamos a ver la película de DAENS, narra la vida del padre Daens en un pueblo de Bélgica de finales del siglo XIX. Allí descubre la esclavitud y muerte de los niños esclavos en el trabajo, junto con la miseria y el paro que vivirá el movimiento obrero europeo. Descubrirá fábricas formadas exclusivamente por mujeres, trabajando con sueldos infinitamente inferiores al del hombre.
Y es que en el siglo XIX se va a definir un nuevo sistema económico: el capitalismo, que nace al amparo de la revolución industrial y las teorías liberales y cuyo motor fundamental va a ser el lucro, es decir, se va acumular cada vez más riqueza en manos de unos pocos desencadenando la miseria de los más pobres de entonces que era la clase obrera. Y a la vez, surge una cultura horriblemente materialista basada en el individualismo, utilitarismo y hedonismo. El proletariado va a vivir una situación de miseria material y más grave de miseria moral y cultural…hasta el punto de que un viejo anarquista llega a exclamar «Todo es para los privilegiados, los brazos del padre y el sexo de la hija».
Carecer de las necesidades básicas provoca la toma de conciencia como clase explotada y hace que el proletariado de una respuesta a la injusticia, formando su conciencia y dando respuesta desde la creación de asociaciones propias y desde el protagonismo y su promoción. La solución a su situación de opresión jamás vendrá desde los líderes o las élites.
Este conflicto que vive el movimiento obrero con el capitalismo va a degradar tanto a hombres como mujeres, por tanto, se entendía que lo que era prioritario cambiar era la sociedad y crear una nueva cultura. Por tanto, había que situar el problema de la mujer dentro de la perspectiva de la transformación de la sociedad que había esclavizado no sólo a la mujer sino también al hombre. No era un problema de feminismo, sino de humanismo, es decir, de solidaridad universal.
Crear una sociedad así hacia necesario el planteamiento de la promoción personal y colectiva, la creación de una cultura y vida moral nueva donde se defiende la dignidad de la persona como inalienable.
No podemos hablar de la mujer sin hablar de la familia. La mujer en la familia tenía un deber revolucionario y era el de no permitir al hombre y a sus hijos aflojar en sus cometidos hacia este cambio social. En el momento en que el hombre se incorpora a la lucha, la mujer obrera lo hace doblemente pues además asume la responsabilidad del hogar, y en los momentos de encarcelamiento, de hambre, huelga asume el mantenimiento moral y material del hogar, a la vez que asume la tarea de infundir esperanza al Ideal, y coraje y permanencia al militante preso.
Antes de que la mayoría de las mujeres hubieran obtenido el voto, la mujer obrera, apoyada por sus organizaciones propias, había realizado manifestaciones contra un sistema que las estaba explotando, el mismo que explotaba a toda su familia. Pero evidentemente, se ensañaba contra las mujeres y niños.
Las mujeres en el movimiento obrero pelearon junto a su compañeros por los deberes y derechos de toda la clase obrera. Mientras la mujer de la burguesía industrial se encontraba encerradita en su casa, a la mujer pobre se la había expulsado de su hogar y encima se les acusaba a los obreros que su familia estaba desestructurada y estaban destruyendo a la familia.
Así dicen las actas del II congreso Internacional de 1872, en Zaragoza:
La introducción de la mujer y el niño en el trabajo fue de una importancia capital para la burguesía industrial. Cuando la burguesía industrial obligó a la mujer y al niño entrar a la fábrica, el jornal del obrero disminuyó. Consideraban que al emplear a la mujer y al niño tienen menos fuerza de resistencia, el capitalismo encontró la posibilidad de poder fijar su jornal a su gusto.
Lo que no sabía el capitalismo, es que con las mujeres se va a engrosar el movimiento obrero con nuevas y poderosas aliadas. La mujer va a entrar en el movimiento obrero y va a contribuir a la obra común, a la emancipación del proletariado porque si en la explotación no hay diferencia de sexos, tampoco hay diferencia ante la justicia.
Terminamos con unas palabras de Julián Gómez del Castillo: «La mujer ha pasado a la historia del movimiento obrero como la madre de la SOLIDARIDAD, sin su capacidad de resistencia y de lucha no habría sido posible el movimiento obrero».
Hoy no nos olvidamos de todas las mujeres del mundo, especialmente en los países empobrecidos, que están sufriendo la esclavitud y se las ha condenado a un vida indigna. Hoy circulará por el mundo enriquecido millones de propagandas, consignas, dogmas que nada tienen que ver con el espíritu y principios del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
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