El 21 de mayo de 1888, el Cardenal Carlos Lavigerie, fundador de los Misioneros de África (Padres Blancos) y de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas) animado por el Papa León XIII, comenzó una campaña contra la esclavitud en África.
En mayo de 2013 se cumplirá el 125 aniversario de aquella campaña que Lavigerie lanzó en la iglesia de Gesú, en Roma, y continuó por las principales capitales de Europa.
Hasta entonces la esclavitud había sido legal y los africanos eran casi exclusivamente las víctimas, «cazados» en el África subsahariana, vendidos a mercaderes árabes o europeos y trasladados, en su mayoría a América, para proveer mano de obra a la revolución agrícola de aquel continente.
Lavigerie era consciente de que éste no era el único tipo de esclavitud aunque fuese el más pernicioso. Aprovechando la abolición de la esclavitud en Brasil, pidió al Papa León XIII que condenara la «esclavitud africana», y este le confió la misión de concienciar a la opinión pública sobre la realidad inhumana de la esclavitud.
Lavigerie se desplazó de manera incansable por las principales capitales de Europa predicando en las catedrales, escribiendo artículos, redactando comunicados de prensa, haciendo declaraciones incesantes y promoviendo la formación de asociaciones anti-esclavitud por toda Europa. La oración era parte integrante de dicha campaña. La formación y evangelización de los africanos era también una forma de superar la esclavitud.
Consciente de que la esclavitud es un atentado contra la dignidad humana, Lavigerie se dirigió no sólo a los cristianos sino a todo ser humano de buena voluntad, de cualquier cultura y religión. «Soy un hombre, y nada humano me es extraño. Soy un hombre y mi corazón se rebela ante las injusticias cometidas contra los demás. Soy un hombre y desearía que se me restaurase la libertad, el honor y los vínculos sagrados de familia; quiero que se devuelva a los hijos e hijas de esta desdichada raza, familia, honor y libertad» (Lavigerie).
A través de la opinión pública pretendía influir en los gobiernos a fin de que promulgasen leyes prohibiendo la esclavitud y establecieran medios y mecanismos para implementarlas. La presión ejercida por la opinión pública tuvo un efecto considerable en la ilegalización de la esclavitud, y en la implementación de dichas leyes.
Algunas de las antiguas formas de esclavitud se han perpetuado hasta hoy; son consecuencia de la violencia y de la injusticia. También han aparecido nuevas causas de esclavitud como son el trabajo forzado (sobre todo de niños), las deudas acumuladas, que impiden el desarrollo de los países pobres, el tráfico humano, la servidumbre doméstica, los campos de trabajo, la explotación sexual, los matrimonios forzados, etc. Cuanto deshumaniza y viola la dignidad y los derechos de la persona humana, sin diferencia de género raza y religión, son formas de esclavitud.
Los últimos Capítulos de los Padres Blancos y de las Hermanas Blancas -en los que se deciden nuestras orientaciones misioneras- definían nuestra misión como una lucha en favor de la Justicia, la Paz y la integridad de la creación. Estas opciones se convierten en prioridad para nosotros.
Ya hemos mencionado que el Cardenal Lavigerie consideraba la oración como parte integrante de esta misión y consideraba la mediación de la Virgen María como esencial. Su oración osada y apasionada a María deja bien a las claras su confianza en Nuestra Señora y su ardiente amor a los africanos: «María, hace 25 años te proclamamos, aquí mismo, Reina de África y África cuenta con tu protección. ¿Qué has hecho por África? Aún más ¿Cómo puedes aguantar que todavía continúen tales horrores? ¿Vas a reinar sobre cadáveres? ¿Eres una madre que olvida a sus hijos? ¡Este horror tiene que acabar!» (Lavigerie).
La celebración del 125 aniversario del comienzo de la campaña contra la esclavitud nos ofrece una oportunidad y nos invita a todos a renovar nuestro esfuerzo contra las múltiples formas de esclavitud que todavía perduran. Cada uno de nosotros, en la medida de sus fuerzas y con los medios a su alcance por muy modestos que sean, tenemos que empeñarnos en cambiar nuestra manera de pensar y la de las personas que nos rodean. En nuestros círculos y asociaciones a las que pertenezcamos intentemos informarnos e introducir una reflexión sobre las nuevas formas de esclavitud, la esclavitud infantil, los derechos humanos en África, el tráfico humano, el acaparamiento de tierras, el respeto a los derechos humanos de los inmigrantes, de los parados, de los más pobres.
Utilicemos todos los medios pacíficos y legales a nuestro alcance para restaurar la dignidad de estas personas, vivan lejos de nosotros o a nuestras puertas.
Bartolomé Burgos, M.Afr
Texto extractado del Boletín Africana nº 164