Salvados por Francisco durante la dictadura

2535

Bergoglio creó una red clandestina para salvar a decenas de perseguidos políticos durante la dictadura argentina

Decenas de personas revelan en un libro que el actual Papa Francisco creó una red clandestina para salvar a cientos de perseguidos políticos durante los años negros de la dictadura en Argentina (1976-1983).

Con lo que se intenta desmentir toda complicidad de Jorge Mario Bergoglio con el régimen militar. Según el autor del libro, el periodista italiano Nello Scavo, cronista del diario de la conferencia episcopal italiana Avvenire, el futuro Papa, que entonces dirigía la Compañía de Jesús, protegió y ayudó a huir de su país a cientos de personas perseguidas por los militares.

Bajo el título la "Lista de Bergoglio". Los salvados por Francisco durante la dictadura. La historia jamás contada’, editado por la Editorial Misionera Italiana (EMI), decenas de testimonios desmienten la presunta complicidad del actual Papa con la dictadura argentina, argumento que había levantado polémica en marzo pasado, durante los primeros días de su pontificado. “El director del diario me autorizó a indagar en el pasado del nuevo Papa, se asumió el riesgo de encontrar informaciones comprometedoras”, contó Scavo en una entrevista a la agencia especializada en noticias religiosas I-Media.

Con prólogo del Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, el libro recoge las historias de cientos de personas -la llamada ‘lista Bergoglio’, que se inspira a la ‘lista de Schindler’, inmortalizada en la película de Steven Spielberg-, que pudieron escapar de la feroz represión desatada por la junta militar, responsable de la desaparición de unas 30.000 personas.

Entre los testimonios mencionados, publicados hoy por la prensa italiana, figuran el de Alicia Oliveira, juez penal, a la que Bergoglio hizo reunir con sus hijos mientras se encontraba en clandestinidad, así como la de Sergio y Ana Gobulin, militantes que trabajaban políticamente en las "villas miserias", los cuales lograron ser expatriados gracias al entonces vicecónsul italiano en Argentina, Enrico Calamai.

El libro reconstruye la historia de los padres jesuitas Franz Yalics y Orlando Yorio, secuestrados y torturados en la tristemente célebre Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por sus posiciones políticas de izquierda, los cuales fueron liberados tras seis meses de detención.

El delicado caso, que le valió a Bergoglio ser acusado de complicidad con la dictadura por haber mantenido contactos con los generales, en particular con el temido almirante de la Marina Emilio Massera, responsable de ESMA, es narrado en cambio como ejemplo de su discreta y secreta labor para salvar sindicalistas, sacerdotes, estudiantes, intelectuales, independientemente de su credo religioso. “Privilegió una diplomacia silenciosa”, escribió Pérez Esquivel.

“Me parece razonable que salvara vidas. Si bien no compartía la ideología de los que protegía, si estos le pedían ayuda la daba”, comentó por su parte el argentino Jorge Ithurburu, militante de derechos humanos en Italia. “Ninguno de los que pertenecían al sistema Bergoglio sabían que hacían parte de éste último. Cada uno hacía un favor preciso al jefe de los jesuitas: uno ponía a disposición una cama durante algunas noches, otro ayudaba con un trayecto en automóvil y otro comprando billetes de avión o de barco”, explicó Scavo.

“Calumnias”

Pocos días después de haber sido elegido en marzo como primer papa jesuita y latinoamericano de la historia, el Vaticano tuvo que desmentir las acusaciones de complicidad con la dictadura como “calumniosas y difamatorias”, lanzadas por “la izquierda anticlerical”, según la Santa Sede. El libro incluye al final la trascripción del interrogatorio realizado en 2010 al arzobispo Bergoglio por los jueces que indagaban sobre violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, un documento inédito, que según el autor demuestra que el jesuita tejió silenciosamente una red clandestina para salvar a cientos de personas que corrían peligro de perder la vida.

Interrogado sobre las razones por la que el actual Papa no ha querido abordar personalmente el tema, Scavo se limita a observar que “no corresponde al estilo de Francisco” ya que “hay todavía muchos juicios abiertos” y no quiere abrir heridas innecesarias para la búsqueda de la verdad.

Entre los testimonios recogidos por Scavo, se encuentra la del jesuita Juan Carlos Scannone, hoy de 81 años, considerado el máximo teólogo argentino con vida.

Scannone sostiene que nunca se habló del trabajo a favor de los perseguidos llevado a cabo por Bergoglio y sus amigos siempre guardaron silencio para no sembrar la sospecha de que Bergoglio haya intentado manipular a su favor los hechos ocurridos en los años de la dictadura.

De todos modos, “al hacer una estimación prudente, diría que el padre Jorge puso a salvo a un centenar de personas” durante el régimen, indicó. Entre ellas a disidentes, sindicalistas, sacerdotes, estudiantes, intelectuales, ya sea creyentes o no creyentes.

El libro reconstruye la historia del sindicalista Gonzalo Mosca, escondido en el Colegio Máximo como “estudiante para un retiro espiritual”, y después enviado a Brasil. “Padre Jorge no sólo me acompañó al aeropuerto, sino que llegó hasta la puerta del avión”, rememora. O Alicia Oliveira, activista civil y disidente, que el padre Jorge hizo reunir con sus hijos mientras la mujer estaba en la clandestinidad dentro de los muros del Colegio Máximo.

Alfredo Somoza, otro opositor al régimen hoy residente en Italia, después de llegar a Europa, descubrió que quien había estudiado con los jesuitas obtenía una “pronta” vía de fuga al exterior. “Quién era el jefe de los jesuitas en Argentina? Se podía imaginar que todo esto ocurriera sin su participación directa?”, razona el ex perseguido por la junta de Jorge Videla.

En el libro también hay una carta de Bergoglio a la familia del padre Franz Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados y torturados en la Escuela de Mecánica de la Armadas (ESMA), el mayor centro de detención y exterminio del régimen. Este caso costó a Bergoglio la sospecha de haber sido connivente con la dictadura.

“He tomado muchas iniciativas para llegar a la liberación de vuestro hermano, hasta ahora no hemos podido tener éxito, pero no he perdido la esperanza de que sea pronto liberado. Decidí que el caso es mi deber”, se lee en la carta del 15 de octubre de 1976. Y agrega: “las dificultades que su hermano y yo hemos tenido entre nosotros sobre la vida religiosa no tienen nada que ver con la situación actual”. Jalics “es para mi un hermano”.

Además, el libro reconstruye por primera vez el encuentro de Bergoglio con el almirante Emilio Eduardo Massera, el jefe de la Marina y amo y señor de la ESMA. En la reunión, Bergoglio pidió a Massera -ya fallecido- la liberación inmediata de los jesuitas.

En el contexto trágico seguido al golpe del 24 de marzo de 1976 (con 30.000 desaparecidos según organismos defensores de derechos humanos y más de 500 niños sustraídos a mujeres detenidas-desaparecidas) son numerosos los casos contados por Scavo. Como la historia de tres seminaristas del obispo mártir monseñor Enrique Angelelli que Bergoglio escondió en el Colegio porque eran buscados por los militares. También se rememora el relato dramático del futuro Papa Francisco que con desprecio al peligro desbarata una búsqueda de una patrulla que estaba sobre sus pasos.

Fuente: Religión Digital