Sí PUDIERA VIVIR NUEVAMENTE MÍ VIDA…

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Sí pudiera vivir nuevamente mí vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más, sería más tonto de lo que he sido, de hecho…


Sí pudiera vivir nuevamente mí vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más, sería más tonto de lo que he sido, de hecho. Tomaría muy pocas cosas con seriedad, sería menos higiénico, correría más riesgos.

Haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida, claro que tuve momentos de alegría.

Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solo buenos momentos.

Por si no la saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos, no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas, si pudiera, volvería a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño, daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante…. Pero ya ven, tengo ochenta y cinco años y sé que me estoy muriendo…

Nadine Stair


Fragmento

SOBRE LA MUERTE

Bueno, hay el tema de la muerte ahora. Porque siempre… ahora siento cierta impaciencia; me parece que debo morirme, y debo morirme pronto. Que ya he vivido demasiado. Y, además, tengo una gran curiosidad. Creo, pero no estoy seguro, que la muerte tiene que tener cierto sabor; tiene que ser algo peculiar que uno no ha sentido nunca. La prueba está… yo he visto muchas agonías, y las personas sabían que iban a morir. Y hace poco me dijeron, me dijo Alberto Girri, que había estado con Mujica Láinez un mes antes de su muerte; y Mujica Láinez le dijo que estaba por morir, que no sentía temor, pero que tenía esa certidumbre. Ahora, esa certidumbre no puede haber sido basada en razones, sino en ese sabor peculiar de la muerte, que uno lo sentirá y que sabe que es algo que no ha sentido nunca antes. Que no puede comunicarse, desde luego, ya que uno solo puede comunicar lo compartido por el otro. Las palabras presuponen experiencias compartidas; en el caso de la muerte todavía no. (…).

“Esa aproximación llega de cualquier modo; y además, yo no hablo de aproximación inmediata. Hablo de cierta impaciencia. Pero, quizá, cuando llegue el momento de la muerte, me mostraré muy cobarde. Aunque, en general, yo habré visto varias agonías “uno ve muchas agonías al cabo de ochenta y cuatro años”, y siempre el que estaba muriéndose sentía una gran impaciencia; estaba deseando morirse de una buen vez. (…)
“Y bueno… la muerte sería… sería un viaje, desde luego superior a los siete viajes de Simbad; sería un viaje mucho más grande, ¿no?

Jorge Luis Borges