Silencio, se Roba

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En la prensa europea y estadounidense ha llamado repetidamente la atención sobre la tolerancia existente en España con el fraude, siendo una de las causas la financiación de los medios de comunicación por la banca vía créditos y compra de espacio de anuncios comerciales.

En el enlatado debate celebrado en las elecciones de noviembre por los candidatos Rubalcaba y Rajoy hubo un tema que acordaron no abordar: la corrupción. Sin embargo, el desastre social que se vive en nuestro país no hubiera sido posible sin la marea de corrupción que asola nuestras instituciones. De las 45 cajas de ahorros existentes en España solo quedan seis solventes y las arcas públicas están quebradas. PP y PSOE han pactado que el masivo saqueo sufrido por el ahorro del pueblo desde partidos, ayuntamientos, diputaciones, autonomías, ministerios, etc., quede impune. Han aprobado un Código Penal que impide perseguir a los delincuentes defraudadores, defienden una Administración Tributaria que hace la vista gorda con los evasores fiscales, impide que los ricos paguen impuestos y, finalmente, pasan la factura a quienes no han provocado la crisis.

La crisis ha puesto de manifiesto la quiebra de las cuentas y también del estado de derecho. La impunidad con la que opera la élite económica criminal se ha convertido en uno de los mayores desafíos de la democracia y en España no parecemos habernos dado cuenta. En la prensa europea y estadounidense ha llamado repetidamente la atención sobre la tolerancia existente en España con el fraude, siendo una de las causas la financiación de los medios de comunicación por la banca vía créditos y compra de espacio de anuncios comerciales.

El gobierno de Zapatero se caracterizó por alentar la concentración de riqueza en manos de unos pocos mediante reformas fiscales y laborales. Acabó hablando solo con los banqueros y grandes empresarios de este país y su discurso progre acabó pareciendo el de una estatua de sal.

Su última fechoría fue la de indultar en su primer consejo de ministros en funciones tras perder las elecciones a un ilustre delincuente. Nada menos que al banquero mejor pagado de España, Alfredo Sáenz. Fue su último servicio a la banca como el Cid Campeador que, según la leyenda, ganó una batalla después de muerto. Ha sido el cariñoso gesto hacia Emilio Botín en el marco de un largo idilio jalonado de favores mutuos en forma de créditos personales, condonación de deudas al partido, órdenes a la fiscalía de detener investigaciones que hubieran acabado con el banquero entre rejas, etc.

Zapatero pasará a la historia de España como uno de los mayores mentirosos de su historia. Empezó la primera legislatura prometiendo que el poder no le cambiaría y cambió, vaya si cambió. La segunda legislatura comenzó con la promesa de empeñarse por el bienestar de los que peor lo pasan y dejó cinco millones de parados, cientos de miles de familias desahuciadas y el indulto al icono de la delincuencia económica que ha arruinado el país. Lógico, pero triste final el de un gobierno sin dignidad.