Los cascos azules enviados por Naciones Unidas no tienen un ejécito: lo que hacen es buscar en los países limítrofes una parte del ejército local que quieran venir al país en cuestión. Les cambian el brazalete, les cambian el casco… y se convierten en cascos azules, pero sigue siendo un batallón congolés, un batallón del Gabón, un batallón del Camerún, un batallón chadiano…
Los soldados tienen un buen salario, tienen también su rancho, con latas de Alicante que venden a Kuwait y Kuwait hace un negocio de miles de millones de euros a través de toda la logística con la que ayudan a los cascos azules.
La población tiene hambre y los soldados tienen latas de comida… El comercio sexual “consentido” en definitiva es ilegal, porque un soldado debería estar por encima de todo esto, no con un chantaje alimentario.