Un mundo en movimiento: «¡Migrar para existir!»

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«Sabemos que la historia de la humanidad es una historia de migraciones. Cualquier transformación social se produce también a través de las migraciones. De hecho, la migración es uno de los espejos de nuestra sociedad»

Esta es la reflexión del padre misionero Mauro Armanino con ocasión de la Jornada Mundial del Migrante que se ha celebrado el 18 de diciembre.

«El grupo de acogida de migrantes de Niamey del que formo parte ha elegido como tema de la Jornada que acaba de celebrarse: ‘Migrar para existir’, con el fin de resumir el triple grito de la experiencia migrante», explica el sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas. «Un grito de rebelión contra la sociedad, un grito de dignidad y libertad y un grito de esperanza en un futuro en el que podamos construir e imaginar un mundo diferente, en el que las lenguas, las religiones y las fronteras no sean muros, sino puentes», añadió.

El misionero, que trabaja con migrantes, se ocupa de una comunidad en las afueras de la ciudad y dirige programas de formación en la diócesis de Niamey, aclara que el contexto es lo que influye en las elecciones, orienta el pensamiento e invita a examinar el «trasfondo» del escenario que implica y afecta a la migración. «En primer lugar, el número estimado de emigrantes, unos 300 millones, a los que hay que añadir unos 114 millones de desplazados y refugiados. Se trata de un mundo en movimiento. Los conflictos armados son en parte responsables de estos cambios, generando inestabilidad , inseguridad, crisis alimentarias y políticas. Desigualdades sociales, económicas… que no hacen sino aumentar la brecha entre países, continentes, sociedades y familias. Todo esto -añade el sacerdote- no puede separarse de la crisis y de la estrategia del capitalismo. que explota, despoja y convierte todo en mercancía. Excluye, reduce al otro a una cosa, deshumaniza».

El sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas remarca como “sin esta clave de comprensión, no podemos entender por qué los muros, las alambradas, la externalización y militarización de las fronteras….. todo ello repercute en la vida cotidiana y la movilidad de los migrantes en el Sahel y en Níger en particular».

«A lo largo de los años hemos aprendido que cada migrante tiene su propia migración, que no se puede reducir a ninguna estadística o ‘media’. En nuestro servicio de acogida, trabajamos sobre todo con emigrantes retornados… los que han ‘fracasado ‘ en su proyecto migratorio, al menos de momento. Tenemos a los expulsados, a los deportados, a los que se han quedado sin dinero y quieren volver a su país más o menos libremente. Luego están los ‘viejos’ emigrantes que llevan aquí mucho tiempo, que tienen poca motivación para volver sin dinero o por su situación familiar, la vergüenza del fracaso. Viven en ciertas partes de la ciudad. Otros esperan a ser aceptados. Algunos esperan una oportunidad para volver a probar suerte o encontrar otras soluciones. Son Caminos y perspectivas diferentes», concluye el misionero.
(AP/MA) (Agencia Fides 20/12/2023)