Nos situamos en Kenia (Kibera) un inmenso paisaje de chatarra y barro. Chabolas, calles de lodo y arena, un barrio con agua dos días a la semana… Sin embargo la vida social, las ganas de vivir de los empobrecidos, y la acción de la Iglesia es fundamental.
“El distanciamiento social aquí sigue siendo un objetivo difícil de lograr y en algunos casos absolutamente irrealista. Solo podemos esperar que el contagio no avance”, así lo dice a la Agencia Fides el padre Andrew Bwalya, director de la revista comboniana “New People”, describiendo la situación en Kenia, donde el encierro, con el toque de queda impuesto al atardecer está vigente hasta las 5 de la mañana.
El religioso comboniano cuenta un ejemplo explicativo: “En la capital, se encuentra Kibera, el barrio marginal más grande de África donde vive un número infinito de personas en 2.5 km cuadrados (las estimaciones, no verificables, oscilan entre medio millón y mucho más). No hay un plan urbano, las casas suelen ser chozas con varias familias que comparten los mismos baños. No hay una red regular de calles, por lo que para llegar a un lugar uno se ve obligado a pasar por los callejones y entrar en contacto cercano con cientos de personas. Y Kebira, es solo uno de los muchos guetos donde viven apilados miles de personas en Kenia”.
A principios de abril, las autoridades gubernamentales impusieron el bloqueo y el toque de queda desde las 7.00 p.m. a las 5.00 a.m., y las medidas se han extendido hasta la primera semana de junio. La policía, desplegada por las calles, ha intervenido duramente contra quienes infringen las medidas. “Muchas personas tienen que salir para ir al trabajo en la ciudad, el transporte en esta etapa se reduce y el riesgo de estar aún por la calle después de las 19.00 es muy real. El gobierno ha asignado 100 millones de dólares para ayudar a aquellos particularmente afectados por la pandemia y distribuirá 2.500 chelines (aproximadamente 240 dólares) por familia pobre. Sólo que no será fácil identificar a las familias necesitadas y asignar los fondos”.
En Kibera solo pueden disfrutar del agua corriente dos días a la semana
El bloqueo, explica el misionero, ha afectado inevitablemente a las comunidades cristianas que se enfrentan a la imposibilidad de celebrar los ritos y las reuniones. “Todas las iglesias están cerradas y nadie puede ir a celebraciones litúrgicas porque corren el riesgo de ser arrestadas. Afortunadamente, el cuidado pastoral de las redes sociales es muy activo y siempre ha sido posible comunicarse a través de Facebook o por streaming. La Pascua fue transmitida por los principales canales de televisión y radio. Y allí donde es más complicado llegar, incluso por falta de medios o aislamiento, han sido las muchas pequeñas comunidades parroquiales las que se han encargado de todo. Las parroquias a su vez se dividen en pequeños grupos y comunidades, más o menos 20 familias en la misma área, que se autogestionan, coordinadas por el párroco, con reuniones de oración y se ayudan mutuamente en las necesidades. En este difícil período, estas pequeñas comunidades representan un formidable ancla social y pastoral”.
Fuente (LA) (Agencia Fides 19/5/2020)