Wagner y el negocio de las PMC en África

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Los inicios de Wagner en África se ubican en RCA, un país que, en un contexto similar a Malí, optó por Rusia para sustituir a Occidente.

Dagauh Komenan (Mundo Negro)

El líder de la Junta Militar de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, pidió a las fuerzas francesas que abandonaran el país en enero. Está decisión remeda a una similar tomada en Malí. Allí, Rusia aprovechó la pérdida de influencia gala para ofrecer su ayuda a las Fuerzas Armadas malienses a través de una compañía militar privada (PMC, acrónimo por sus siglas en inglés), el Grupo Wagner. Aunque Traoré prefiere confiar, por el momento, en milicias de voluntarios locales, un escenario como el maliense es previsible.

Los inicios de Wagner en África se ubican en RCA, un país que, en un contexto similar a Malí, optó por Rusia para sustituir a Occidente. RCA acogía una operación francesa, Sangaris, y una misión de entrenamiento de la Unión Europea (UE). Sin embargo, tras la elección de Touadéra como presidente, Francia puso fin a Sangaris, una decisión seguida por la UE, que creó un vacío del que se aprovechó Rusia. Wagner está presente en el país desde 2017. Parece que la situación no cambiará, a pesar de que se acusa a Wagner de violaciones de derechos humanos allí y en Malí, y aunque el Senado estadounidense valora añadirlo a su lista de organizaciones terroristas.

Wagner visibilizó el uso de PMC en conflictos africanos, una práctica que, no obstante, no empezó con ellos. Desde las independencias y hasta 1995, cuando lo detuvieron, el francés Bob Denard vendía sus servicios montando rebeliones y golpes de Estado. Se hizo popular desde RDC, donde luchaba por los independentistas de Katanga (1961), hasta Comoras (1995), pasando por Ruanda (1994), donde trabajó para el Gobierno responsable del genocidio. También actuó en Benín (1977), intentó asesinar a Gadafi (1971) y el MI6 británico le encargó luchar con la UNITA en Angola (1975). Wagner no es la primera ni la última PMC en África: EE. UU. mantiene compañías privadas en Camerún y el Cuerno de África.

La enemistad entre Francia y Rusia observada en el Sahel no es la regla en otros territorios. En Libia fueron aliados de facto entre 2016 y 2020 apoyando al general Jalifa Haftar en la guerra que sufre el país desde 2014. Francia se retiró al descubrirse la presencia de sus fuerzas especiales y Rusia llenó el vacío con Wagner. Esto es posible porque en Libia no compiten entre sí, sino contra Turquía, que apoya al Gobierno de Trípoli.

Wagner y Rusia tienen cada vez más ascendiente en África. Esto se debe al resentimiento popular tras años de una presencia militar francesa no siempre beneficiosa para la gente. Sus fuerzas especiales ayudaron a escapar de la Justicia a Compaoré, el mandatario burkinés arrinconado por un levantamiento popular en 2015, después de 27 años en el poder.

Tras el acercamiento de Uagadugú a Moscú, se especula que Costa de Marfil puede seguir su ejemplo. Sin embargo, este movimiento parece improbable. La lealtad marfileña a Occidente es inquebrantable, gracias a la ayuda prestada a su presidente, Alassane Ouattara, para ascender al poder tras la crisis poselectoral de 2010-2011 y mantenerse en él en 2020, sorteando la limitación constitucional de dos mandatos.