Yemen: un genocidio y un negocio en crecimiento

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En Yemen cada 10 minutos muere un niño menor de 5 años, de hambre, de cólera, de difteria, de sarampión… a consecuencia de la miseria provocada por una guerra interminable, una guerra como tantas otras para obtener poder geopolítico y económico en la zona.

Un poco de historia

Yemen sufre desde 2011. Yemen ha estado en crisis política desde 2011, que se manifestó en las protestas callejeras contra la pobreza, el desempleo, la corrupción y el plan del entonces presidente Saleh de enmendar la Constitución y eliminar el límite del mandato presidencial, convirtiéndolo de hecho en presidente de por vida.

El presidente Saleh renunció y los poderes de la presidencia fueron transferidos al vicepresidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, quien fue elegido oficialmente presidente el 21 de febrero de 2012 en una elección de una sola persona. El proceso de transición fue interrumpido por los conflictos entre los Houthis (Zaidí-Chiita) y Al-Islah (Salafista), así como la aparición de Al-Qaeda. En septiembre de 2014, los Houthis se apoderaron de Saná,​ declarándose más tarde el control del país después de un golpe de estado.​ Esto resultó en una nueva guerra civil y una intervención militar dirigida por Arabia Saudita…

El 25 de marzo de 2015, una coalición internacional dirigida por Arabia Saudí lanzó ataques aéreos contra el grupo armado de los hutíes en Yemen, desencadenando un auténtico conflicto armado. Desde entonces, el conflicto se ha ido extendiendo y los combates se han propagado por todo el país. En todo Yemen se cometen crímenes de guerra y terribles abusos contra los derechos humanos, lo que está causando insoportables sufrimientos a la población civil.

El hambre se extiende.

2 millones de niños pasan hambre, muchos de ellos en estos momentos están al borde de la muerte del mayor azote que sufre la humanidad. 14 millones de personas están al borde del abismo en el Yemen. Mientras tanto los saudís, siguen bombardeando con armas de paises como los EEUU.

Venta de armas

Trump firmó con Arabia Saudí en mayo de 2017 un contrato de venta de armas de 110.000 millones de dólares. Arabia Saudí es el segundo importador mundial de armamento, solo por detrás de India. Sus compras aumentaron un 225% en el último lustro y representaron el 10% de las transacciones globales, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Riad ha tratado de garantizar su influencia geopolítica encargando cazas, helicópteros, corbetas o misiles de precisión a empresas occidentales.

El paso al frente dado por Alemania, después de la desparición del periodista del periodista Jamal Khashoggi, de vetar la venta de armas al país suní, tendrá unos efectos limitados si Berlín no logra que otros de sus aliados se sumen al embargo. Las exportaciones alemanas solo representan el 1,8% del volumen total de armamento que adquirió Arabia Saudí en los últimos cinco años. “Si Washington o Londres adoptaran una medida similar, tendría un claro impacto en la geopolítica de Oriente Medio”, asegura Pieter Wezeman, investigador principal del SIPRI. El 61% del material militar adquirido por Riad en los últimos años fue estadounidense. El 23%, británico. Francia (3,6%) y España (2,4%) fueron los siguientes que más exportaron al Reino del Desierto.

La polarización geopolítica de la zona Rusia-Irán, EEUU-Arabia Saudí no favorece acabar con la situación que vive el Yemen, una situación insostenible, un genocidio provocado contra la población. Pero el negocio de la venta de armas sigue vigente, por desgracia.

Es realmente penoso, que la comunidad internacional reaccione solo por el asesinato del periodista, siempre denunciable, y no por el asesinato provocado de millones de empobrecidos en Yemen.

Redacción Solidaridad.net