Rosina en Congo: «Yo no voy para salvar a nadie, voy a compartir la vida»

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Entrevistamos a Rosina*, es una monja de 58 años, natural de Sevilla, pertenece a la congregación de las Mercedarias. Desde el año 1989, su vida ha sido un ajetreo de idas y venidas de España al Congo (RD), y viceversa

Es educadora, madre, acompañante de casi 400 niños de las calles de su ciudad, Mbuji-Mayi situada en el Kasai, una región que produce ¼ de los diamantes del mundo. Por eso, y porque mide menos de 1.60, me gusta decir que, a Rosina, casi no le cabe el corazón en el pecho.

¿Qué te motivó ir al Congo RD?

Al principio no tenía pensado que fuera en la República Democrática del Congo, el lugar donde iba a pasar la mayor parte de mi vida. Mi congregación me destinó allí. Hubiese aceptado ir a cualquier otra misión, donde me hubiesen mandado.

La razón por la que quería entregar mi vida a la misión, en una primera circunstancia, fue porque quería ayudar a hacer algo importante. A todos nos parece que luchar contra la injusticia del mundo es algo importante. Cuando eres joven, quieres apuntarte a causas bonitas, interesantes, era algo vital.

Yo no voy para salvar a nadie, voy a compartir la vida

Así fue en un primer momento, pero hay muchas maneras de irse a un sitio. Se puede ir por una temporada a hacer un proyecto, se termina ese proyecto, uno se puede volver y haces tu vida aquí. Entonces, me di cuenta que yo quería ir para siempre. Empezó a trabajar en mi interior la pregunta ¿ayudar durante una temporada? o ¿ir allí para toda la vida? Esto empezó a descolocarme, hasta que descubrí que más que ayudar, lo que quería realmente era vivir mi fe en profundidad y compartir mi vida, porque eso me hacía feliz.

¿Qué te hace seguir allí?

Cuando estás viviendo en situaciones donde no tienes agua, ni electricidad, ni transporte, no tienes ninguna de las comodidades que cualquier persona tiene aquí en España y tienes que compartir enfermedades, tienes que compartir una mentalidad y una manera de ser distinta a la tuya, con gente tan diferente… tienes que buscar razones que hagan que te quedes en ese sitio. Lo que ha hecho que me quede, aparte de la obediencia a mis superiores, ha sido qué vivir allí con ellos, desde el Evangelio me ha hecho muy feliz. Subrayo lo del evangelio, porque yo no he ido allí como una profesional, sino que he ido allí para ser una hermana entre ellos, me ha enseñado mucho, me ha hecho muy afortunada. Me ha confirmado que la fraternidad universal a la que nos invita Jesucristo, es la gran verdad.

¿Cómo eres tan vital y risueña viviendo tanto sufrimiento?

La felicidad no te la da, lo que hay fuera de ti. La gente joven de aquí necesita para ser feliz un buen físico, una buena imagen, tener ropa, internet, ordenador, videojuegos, un estilo de vida con una cantidad de cosas materiales. El camino de mucha gente en esta sociedad va por ahí.

Yo he descubierto que lo que me da alegría, lo que me hace mantener el ánimo, viene de dentro, no viene de fuera. De dentro viene un gran amor a Jesucristo, una fe profunda en que Él es el que nos da la vida, y que hay otra fuente de felicidad que no nos dan las cosas. Llegué en el año 1989 a África, estamos en 2017 y la misión donde yo estoy está peor ahora que cuando llegué, tiene más dificultades, más problema en la actualidad, que en el año en el que llegué. Tú podrías decir que lo que hago es un fracaso.

A mí lo que me hace mantener la alegría y el entusiasmo de la misión es que yo no voy para salvar a nadie, yo voy para ser feliz con ellos, tengo un montón de amigos, y eso me hace feliz y me da mucha alegría. Yo creo que la gente que va a África para hacer algo por los demás, se vuelven. Pero cuando vas, no para hacer algo por lo demás, sino porque quieres compartir tu vida, te quedas porque eres feliz, compartir es la fuente de la felicidad.

¿Qué papel tiene la mafia del diamante en el número de niños en la calle?

Nosotros vivimos en un centro de niños de la calle. ¿Qué es un niño de la calle? ¿Por qué les llamamos así? Son niños que han terminado sin tener donde poder vivir. Han huido de su propia familia por la situación que estaban viviendo en ella, otros se han echado a la calle, porque estaban trabajando en el diamante en unas condiciones de verdadera esclavitud. Son niños que desde los 8 años, están desde muy temprano en la mañana, en temperaturas muy altas, con un clima muy duro, casi sin comer, sin ganar casi nada, sin poder ir a la escuela… La vida se les hace muy, muy dura, al final, se echan a la calle.

Van a vivir a los mercados, los rodean, dan vueltas por allí para encontrar algo que robar con lo que comer, duermen en los mismos mercados, en las cunetas de las calles, entre las basuras de la ciudad. Todos estos niños acaban así porque la sociedad en la que viven, está controlada por mafias que hacen que su vida sea una vida de esclavos.

Esos niños tienen que ir a trabajar al diamante porque la sociedad en la que viven no les da ninguna otra posibilidad. He conocido niños de la calle, hijos de maestros, de enfermeros, de funcionarios del gobierno que el gobierno no les paga y cuando les paga, les pagan un sueldo de miseria. El sueldo medio de un maestro es de unos 80 $ al mes. Para mantener a una familia eso es imposible. ¿Qué hace la familia con ese dinero? Nada. ¿Qué solución les queda? Que los hijos vayan también a trabajar a las minas de diamantes.

Vimos en las noticias de la decapitación de 2 investigadores de la ONU, ¿por qué tanto odio?

Hay muchas matanzas. La riqueza genera miseria y violencia. La frase es muy dura, pero es la realidad. Son dos consecuencias de ser un territorio rico en diamantes, miseria en la población, y violencia. ¿Por qué violencia? Porque grupos mafiosos, quieren el control del diamante que se busca de una manera artesanal.

Se puede buscar también como trabajador de una empresa multinacional, mal pagado. Pero el 70% de los trabajadores que buscan diamante en Mbuyi Maji, son buscadores artesanales, son independientes. Pero el terreno donde están y lo que ellos encuentran, no lo disfrutan, porque tienen que venderlo a las mafias que controlan el precio del diamante.

Yo voy a vender el diamante y solo puedo venderlo al precio que me pone el monopolio de la mafia, que está a la puerta de la mina para comprártelo, porque no puedes hacer nada con él. No puedes comprar comida, agua, nada. Eso genera violencia. No hay solo una mafia, hay muchos grupos que quieren el control de este negocio.

Evidentemente un niño que lleva todo el día buscando diamantes en condiciones de esclavitud, va a vender su diamante, y quisiera que le dieran más. El que a ti te paguen injustamente también crea frustración y te violenta, no quieres que te estafen ni te engañen, pero al final tienes que vender tu diamante forzado a esos grupos. Las mafias también están controladas por el gobierno, y el Gobierno tiene detrás al ejército.

Las diversas mafias, ya sean gubernamentales o no gubernamentales, están todas armadas contra la población civil y esto provoca matanzas. Estas mafias también buscan niños y adolescentes para aumentar las milicias del control del diamante, En estos países de África hay niños soldados que han sido raptados por estos grupos violentos y armados para formar parte de sus ejércitos y perpetuar la violencia.

Cuándo hay explosiones de violencia como las de abril de este año, en las que ha habido una violencia brutal en el Kasai, la región dónde están los poblados del diamante, las Naciones Unidas mandaron a dos investigadores, un estadounidense y una sueca, a investigar porque había habido un descontrol excesivo. Ellos mismos acabaron siendo víctimas, porque no interesaba que lo que descubrieron saliera a la luz y los decapitaron. No me extrañaría nada que estos dos asesinatos hayan sido perpetrados por gente cercana al Gobierno.

Explícanos nuestro papel en la explotación de niños, aquí, desde Europa

Ahora estamos grabando la entrevista con un móvil, hoy en día casi todos tenemos móvil. En Europa si hiciéramos la pregunta de si la gente podría vivir sin móvil, sin ordenador, sin tablets sería seguramente negativa la respuesta. La tecnología realmente ha aparecido en nuestras vidas para quedarse. He visto niños que desde pequeños ya están con su dedito, manejando un móvil. Los materiales con los que se construyen y fabrican nuestros móviles, tabletas, etc. son materiales que se consiguen en el Congo RD, países de África en general y otros que están subdesarrollados.

Una reflexión sobre nuestro vacío y apatía, a pesar de la vida que tenemos

Es una pregunta difícil. Queremos llenar nuestra vida de cosas materiales, pero la persona no es solo materia, y ahí está el fracaso, al final no somos felices. Tanto es así que el porcentaje de depresión es mucho mayor en los países desarrollados, en los que la población tiene materialmente mucho más confort, que en los países en los que no se tiene tanto materialismo y consumismo. Creo que esto quiere decir que nos hemos equivocado de estrategia para ser felices. Llenamos la vida de objetos y vaciamos la interioridad, la vida espiritual, que es lo que constituye el ser de la persona humana, y que nos hace diferente de los animales.

La gran paradoja es: soy más libre de la bebida, del tabaco, de la imagen, de la tecnología, soy más feliz necesitando menos cosas y sin embargo me lleno interiormente de lo esencial; el cariño de los demás que recibo y que doy en las relaciones interpersonales auténticas.

Te pongo un ejemplo que me llama mucho la atención, los jóvenes se relacionan de forma más habitual virtualmente que por el contacto personal. Es que soy Youtuber, y me siguen 700.000 personas y no conozco a ninguna, pueden ser unos sinvergüenzas, unos salvajes, puede ser gente mala, pero son mis seguidores”. Vivimos en la ficción. El mundo virtual es así, nos relacionamos virtualmente en un mundo que no es real, tenemos amistades falsas. Pero no tenemos tiempo como tú y yo hoy de decir “oye vamos a vernos, mirarnos a la cara y por lo menos sé quién eres tú y tú sabes quién soy yo”

¿Por qué crees que Dios existe?

La existencia de Dios es indemostrable, porque no es un objeto y esta es la dificultad. Creo que Dios existe porque he intentado construir mi vida desde relaciones verdaderas, y la primera relación que he construido, ha sido la relación con Dios. Un mundo que pretende decirnos que sólo existen las cosas que se ven, que se tocan, que se comen, que se palpan, que sólo existe la materia, es un mundo que necesariamente tiene que eliminar a Dios. La mayor relación de mi vida, es mi relación con Dios, es conocer lo que realmente es el amor. El amor es una palabra que no me gusta usarla, porque la manipulan mucho, pero al fin y al cabo hay que utilizarla. Dios es amor y el que no ama no conoce a Dios. A mí me enseñaron a construir y tejer esa relación desde niña. Creo que Dios existe. Sí, estoy convencida.

Autor: Juan Miguel Benítez


* Rosina vino a compartir su experiencia con nosotros, los jóvenes de Camino Juvenil Solidario, en la Pascua de 2017 en Guadalcanal.