Janusz Korczak: Con los niños del guetto hasta la muerte

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Korczak, escritor, médico y pedagogo, al frente de un orfanato judío, nos ofrece otro ejemplo de dignidad en medio de las atrocidades.

«… había ocurrido un milagro, doscientos niños que no lloraban, doscientas almas puras condenadas a la muerte y no derramaban una lágrima. Ninguno trató de huir, ninguno trató de escapar. Tragando su dolor se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano, Janusz Korczak, que los protegería. Janusz Korczak marchaba con la frente en alto, sosteniendo la mano de uno de sus niños, no llevaba sombrero, tenía una correa de cuero alrededor de su cintura y calzaba botas altas»

Korczak nació en Varsovia en el seno de una familia judía. Su padre Józef Goldszmit murió en 1896, dejando a la familia sin fuentes de sustento.

Tuvieron que abandonar su espacioso departamento por cuestiones económicas,  durante su adolescencia, Korczak mantuvo económicamente a su madre, hermana y abuela.

Estudió medicina en Varsovia. Tras graduarse empezó a trabajar como pediatra y durante la Guerra Ruso-Japonesa de 1905-1906 sirvió como doctor de campaña. Mientras tanto su libro «Niños en el cuarto de dibujo» empezaba a ganar cierto reconocimiento literario.

Después de la guerra, continuó su práctica en Varsovia y más adelante se hizo cargo del orfanato de la calle Krochmalna, donde vivía en una habitación en el ático.

Fue nombrado director de Dom Sierot durante los años 1911–1912. Fue diseñado por él para niños judíos huérfanos de Varsovia, allí junto a Wilczyńska, que se convirtió en su socia, instituyó una especie de República para los niños, que tenían su propio parlamento, corte y diario. Estas ocupaciones lo obligaron a reducir sus labores como médico.

Después de la guerra fundó otro orfanato llamado Nasz dom (Nuestro Hogar).

En 1926 permitió a los niños iniciar su propio diario, el Mały Przegląd, el cual fue un complemento semanal del diario polaco-judío Nasz Przegląd. Durante los años 30 tuvo su propio programa de radio, que fue finalmente cancelado a causa de las quejas de los antisemitas.

Durante los años 1934-1936 Korczak viajó anualmente a Palestina donde visitó los kibutzim. Esto incrementó los ataques antisemitas de la prensa polaca.  También, por el antisemitismo, rompió relaciones con un orfanato no judío para el que trabajaba.

A inicios de la Segunda Guerra Mundial, presenció la toma de Varsovia por las fuerzas armadas alemanas, y fue obligado a trasladar el orfanato al Guetto de Varsovia creado por los nazis en 1940. Korczak se mudó con los niños.

El 5 de agosto, los soldados alemanes llegaron al Guetto para recoger a 192 huérfanos y a una docena de empleados del orfanato para llevarlos al campo de exterminio en Treblinka. A Korczak le fue ofrecido un puesto en el parte polaca de Varsovia pero lo rehusó repetidas veces pues no podía abandonar a sus niños y sólo aceptaría la oferta si se le hubiera permitido llevar consigo a sus niños.

De este modo, el día señalado los niños vestidos con sus mejores ropas y cargando su juguete o libro favorito caminaban en procesión junto a Korczak hacia a punto de embarque, rumbo a los campos de la muerte. Joshua Perle, un testigo del hecho describió el evento:

«… había ocurrido un milagro, doscientos niños que no lloraban, doscientas almas puras condenadas a la muerte y no derramaban una lágrima. Ninguno trató de huir, ninguno trató de escapar. Tragando su dolor se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano, Janusz Korczak, que los protegería. Janusz Korczak marchaba con la frente en alto, sosteniendo la mano de uno de sus niños, no llevaba sombrero, tenía una correa de cuero alrededor de su cintura y calzaba botas altas. Los doscientos niños meticulosa y prolijamente vestidos seguían a las enfermeras hacia la muerte (…). Por todos lados, los niños estaba rodeados de alemanes y ucranianos, y en ese momento también por la policía judía que les lanzaban golpes con las macanas o garrotes y les disparaban con armas de fuego. Las misma piedras de la calle lloraban en silencio al ver la procesión.»

Según una leyenda popular, cuando el grupo de niños finalmente llegó al punto de embarque, un oficial de la SS reconoció a Korczak como el autor de uno de los libros favoritos de sus hijos y le ofreció ayuda para escaparse, sin embargo nuevamente rechazó la oferta y abordó el tren con sus niños, tras lo cual nunca más se supo de él. Tanto él como los niños fueron asesinados en la cámara al arribar a Treblinka.

En el cementerio Powązki de Varsovia se le ha dedicado un mausoleo conmemorativo.