Los platos de la vergüenza

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Menús y platos solidarios, una campaña de una ONG junto con TVE ha sido lanzada como negocio de imagen mutua, usted se pone las botas en uno de esos restaurantes de varios tenedores y es solidario con los niños hambrientos, ¿se puede caer más bajo?

Pídase usted unos Chipirones en su tinta rellenos de marisco o quizás unas manitas de pernil rellenas de boletus y foie…y subirá su «solidaridad» igual que sube la cotización de los realitys de cocina que abundan en los canales de las televisiones en España.

La campaña de «Restaurantes contra el hambre, platos que alimentan» está insertada en aquello que ya se denunció hace muchos años de la buena conciencia; y en esa falsa proporcionalidad de que en la medida que soy más animal soy más solidario.

En los últimos años en España se está promocionando una cultura del refinamiento culinario, en un país con 1.800.000 familias con todos sus miembros en paro. Quizás porque interesa promocionar a España como país de hosteleros de «calidad» con empleos de «precariedad».

Otros datos nos dicen que la pobreza y la marginación se están volviendo crónicas en muchas familias en España, según los informes de Cáritas.

Pero si hablamos de los empobrecidos de la tierra podemos hacer referencia a la subida del precio de los alimentos básicos para bastas regiones de África o Asia por pura especulación de futuros, o que en países como Venezuela hagan falta 5 salarios para garantizar la alimentación de una familia.

El asistencialismo es un cáncer, y la conciencia que crea favorece bastardos objetivos comerciales. Pero llegarán las navidades y nos meterán en los medios y en las calles los rastrillos, las campañas televisivas, la lotería…etc. Denunciémoslo.

En la palabra solidaridad, Juan Pablo II puso el listón bien alto cuando afirmó, «solidaridad es compartir hasta lo necesario para vivir», esa es la mirada.

Autor: Juan Rodríguez