Tabaco que fumamos hecho por niños esclavos

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La industria del tabaco mueve en el mundo miles de millones de euros. Por ello, más de un centenar de países cultivan tabaco, aunque los mayores productores de tabaco del mundo son China, Estados Unidos, Brasil, India, Zimbabue y Turquía.

Dado que su demanda no ha dejado de crecer, se trata de un cultivo que no se dejará de aprovechar al máximo, ya que contribuye al producto interior bruto nacional y a la entrada de divisas de manera considerable. En concreto, en Zimbabue en las décadas de los ochenta y noventa fue de entorno al 17% del PIB, según datos de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU.

Sin embargo, los trabajadores en las plantaciones de tabaco reciben una cantidad de dinero muy pequeña por su trabajo, por lo que a menudo se ven obligados a incluir a sus hijos en los trabajos del campo, para que sus ingresos crezcan dentro de la unidad familiar.

Sin embargo, los trabajadores en las plantaciones de tabaco reciben una cantidad de dinero muy pequeña por su trabajo, por lo que a menudo se ven obligados a incluir a sus hijos en los trabajos del campo, para que sus ingresos crezcan dentro de la unidad familiar. Son muchos los estudios que insisten en que el trabajo infantil en el sector del tabaco, concretamente en este país de la África subsahariana, ha tomado un ritmo desenfrenado. Y así lo confirman Human Rigths Watch (HRW), que acaba de publicar un informe en el que denuncia, además de la existencia de esclavitud infantil, la importante carga de riesgos para la salud de los trabajadores en estas plantaciones.

En el informe, bajo el título de ‘Una cosecha amarga: trabajo infantil y violaciones de los Derechos Humanos en las plantaciones de tabaco en Zimbabue’, la organización explica cómo cientos de niños trabajan en condiciones peligrosas y realizan actividades que pueden suponer daños para su salud y que, además, interfieren en su educación. Del documento, elaborado en base a entrevistas a 125 trabajadores en la producción de tabaco —entre ellos niños—, también se extrae que ni el Gobierno de Zimbabue ni las empresas informan a sus trabajadores de los riesgos para su salud ni tampoco los protegen ante una posible intoxicación por nicotina o por exposición a pesticidas.

«Te pones enfermo, pero no sabes de qué»

Una de las mayores preocupaciones para HRW, además del hecho de que existan menores de edad trabajando en las plantaciones de tabaco del país del sur de África, es el riesgo a sufrir una intoxicación aguda por nicotina o enfermedad del tabaco verde, que se contrae al absorber la nicotina a través de la piel durante la cosecha del tabaco húmedo: ninguno de los 14 niños que trabajan en plantaciones de Zimbabue que HRW ha interrogado se libra de este problema. Todos ellos, además de algún adulto, han experimentado al menos uno de sus síntomas —dolor de cabeza, náuseas, vómitos, alteraciones de la presión arterial y del ritmo cardiaco—.

«El primer día que empecé a trabajar con el tabaco vomité», explica ‘Davidzo’, que solo tiene 15 años. «Empecé a sentir como que todo me daba vueltas. Desde que comencé a trabajar en esto, siempre tengo dolores de cabeza y me mareo continuamente», añade. No solo los niños se ponen enfermos en las plantaciones. Uno de los agricultores con los que Human Rights Watch ha contactado, de 43 años, explica que «te pones enfermo» pero que «no sabes de qué»: no reciben ninguna información sobre los riesgos que presenta el cultivo del tabaco para su salud…