Solidaridad de la iglesia peruana con el mayor éxodo de Iberoamérica: Venezuela

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A partir de hoy, sábado 25 de agosto, comenzará la nueva legislación para los migrantes de Venezuela que llegan a Perú: el pasaporte será obligatorio, de lo contrario no se les permitirá ingresar al Perú.

Es por eso que en estos últimos días, en Tumbes, una pequeña ciudad fronteriza cerca de Ecuador, se puede ver a los inmigrantes que vienen de Venezuela dormir en las plazas, a lo largo de las carreteras y a lo largo de la costa en las playas. Según fuentes de Fides, son solo las parroquias de Tumbes las que dan comida a los migrantes que se detienen en este pueblo peruano hasta que puedan ganar suficiente dinero para trasladarse a una ciudad peruana más alejada de la frontera. Las 7 parroquias de la zona preparan 100 comidas al día para los ciudadanos de Venezuela.

Mientras tanto, a nivel político, en los países involucrados en el evento migratorio más masivo jamás visto en América Latina, hay discusiones y medidas para controlar el flujo de los 2,5 millones de venezolanos que, según la prensa internacional, ya han abandonado el país. En muchos países, la Iglesia Católica se mueve para ayudar con estas necesidades básicas en estos refugiados que a veces viajan más de 3 mil kilómetros a pie para encontrar a un amigo o familiar y comenzar una nueva vida.

En Perú, por ejemplo, el mismo día que entra en vigor la medida de control para los venezolanos en la frontera, la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) ha organizado una recaudación de fondos solidarios «para los hermanos venezolanos» que son invitados en muchas estructuras de la iglesia peruana. Recordando la frase del Evangelio «Fui forastero y me acogieron» de Mt. 25, 35, la campaña «Compartir la solidaridad» piensa recaudar fondos para «ofrecer esperanza» a los migrantes que llegan a Perú. La Campaña, informa a Fides la CEP, ha involucrado a las parroquias y propone iniciativas concretas que se apoyarán con lo recaudado: un comedor para los pobres en Junín, un hogar para ancianos en Chachapoyas y un centro para ancianos abandonados en Huaral. (CE) (Agencia Fides, 25/08/2018)