El trabajo sirve a un bien fundamental: La Vida (Frente a la ley de Eutanasia)

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Hoy 25 de Junio entra en vigor la Ley de la Eutanasia en España: un genocidio planificado. Hagamos una lectura de la defensa de la cultura de la vida desde la solidaridad.

CAMPAÑA DE PROMOCIÓN DE LA LECTURA SOCIAL

Desgraciadamente, esta mentalidad eugenésica,  puesta en práctica durante el gobierno totalitario de la Alemania Nazi (esterilización, aborto, eutanasia,…), crece en nuestro país, siendo los partidos políticos correa de trasmisión de la cultura de muerte.

Sólo 7 países del mundo tienen leyes que legalizan la eutanasia o el suicidio asistido: Bélgica, Canadá, Colombia, Luxemburgo, Holanda, Suiza, en siete estados de los Estados Unidos y un estado en Australia. Esto representa menos del 2% de la población mundial.

A propósito de este retroceso en el cuidado de la vida y el respeto a la dignidad de la persona, os dejamos una reflexión de Jòsef Tischner (Ética de la Solidaridad).

No queremos ser tratados de forma utilitarista-materialista. No queremos que se afirme  el poder absoluto de unos seres humanos sobre otros hasta el punto de llegar autoproclamarse dueños de la vida. No queremos que el trabajo de las personas sea para hacer avanzar la cultura de muerte… el trabajo es el eje de la SOLIDARIDAD. Es el diálogo al servicio de la vida.

Reflexionemos este texto juntos:

El diálogo del trabajo sirve para un fin fundamental: la vida. No se puede considerar el aspecto ético del trabajo separado del valor que es la vida para el hombre. ¿Y qué es la vida?…La advertimos de manera muy especial en los momentos en que está amenazada por la muerte. En ese instante lo que defendemos es la vida. Es evidente: la vida es nuestro valor fundamental. No se trata de nuestro valor más grande, porque en ciertas circunstancias los hombres están dispuestos a sacrificar su vida para salvar otros valores superiores, aquellos de los que decimos que «dan un sentido a la vida». El trabajo sirve para vivir, cuando conserva la vida o asegura su desarrollo (por ejemplo: el trabajo del médico, campesino, albañil…), y da también a la vida un sentido más profundo (por ejemplo, el trabajo del artista, del filósofo, del sacerdote…).

Gracias al valor de la vida, a cuyo servicio está el trabajo, el trabajo mismo adquiere valor y dignidad. Por consiguiente, no es trabajo aquella actividad de la persona que, en vez de servir a la vida, es portadora de muerte. Nadie llama trabajo a la matanza de hombres en un campo de concentración… La medida del trabajo es la vida humana a cuyo servicio está. El trabajo que no es portador de vida sino de destrucción, de enfermedad y de muerte, es un trabajo dañino, o mejor, ni siquiera es un trabajo.