La Nueva Ley de Pobres en Inglaterra. Páginas de la historia.

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APRENDAMOS DE ESTA PÁGINA DE LA HISTORIA

A propósito de las medidas que se toman contra la promoción y dignidad de las personas.

El asistencialismo, el paternalismo, siempre han ido contra la dignidad  de la persona, humillando y degradando…

Cuando en Inglaterra se quiere solucionar el problema de los pobres desde los poderes del Estado, sin contar con los pobres, desde la buena conciencia de la clase dominante, se llega aplastar al hombre hasta extremos similares a la esclavitud, eso son Las Leyes de Pobres, que sometieron a los pobres a condiciones degradantes de una crueldad sistemática y deliberada inspirada en una ideología consciente y cruel, que consideraba al pobre inhumano, delincuente, viciosos.

Contra las Leyes de Pobres, la clase obrera organizada,  surgida a finales del siglo XVIII y siglo XIX  en Europa, exigió el trabajo digno, el salario justo, propugnó la cultura y la libertad de asociación.

La Nueva Ley de Pobres fue la más importante legislación sobre la pobreza desde la aprobación de las leyes de los pobres originales dos siglos antes. Sin embargo, resultó ser menos efectiva de lo que habría gustado a los reformadores. La crítica principal que se repitió en incontables folletos, sermones, artículos, discursos o informes era que las leyes de los pobres estaban “pauperizando a los pobres”. La nueva Ley se basaba en el principio falso e inmoral de que la pobreza es un delito.

La ética paternalista ha sido caracterizada por el historiador David Roberts como “autoritaria, jerárquica, orgánica y pluralista”; estas características no siempre se presentan juntas ni en el mismo grado, sino en una combinación y de una forma o de otra.

Algunos paternalistas y la economía política aprobaron la Nueva Ley de Pobres a pesar de que esa  aprobación podría producir aversión y se aceptara por convivencia. Sabían que era ambivalente u hostil. Esa ley era inhumana,  y en parte porque la consideraban hostil a la sociedad en la que ellos se creían “guardianes” de los pobres en el sentido del término que sobrepasaba el aspecto legal.

“¿Qué tal cruel era la ley de los pobres victoriana?”. Una memorable respuesta la ofrece Oliver Twist . En el primer capítulo, publicado en Bentley´s Misscellany en enero de 1937, se describe el nacimiento de Oliver en el reformatorio, que con su primer llanto le anunció a los internos “que una nueva carga se había impuesto en la parroquia”. En el segundo capítulo se describe cómo es enviado a una sucursal del reformatorio, donde 20 ó 30 transgresores de las leyes de los pobres rodaban por el suelo todo el día “sin la carga de demasiados alimentos o demasiadas ropas” vigilados por una vieja que recibía siete peniques y medio a la semana por cada uno de ellos, pero la mayoría de este dinero se lo apropiaba. Los niños perecían de hambre, frío, descuido, y así eran “convocados al otro mundo, que se reunían con los padres que nunca habían conocido en este mundo”.

Durante 5 años «The Times», mantuvo una campaña demostrando la crueldad de los reformatorios por medio de sus propias estadísticas (informó que 41% de los internos habían muerto en un reformatorio) y terribles relatos con nombres, fechas y lugares. Se informó que a algunos hombres desnudos los había rociado con agua en un patio abierto a la mitad del invierno; a una mujer la habían  desnudado hasta la cintura y la habían azotado; a una madre cuyos dos hijos habían muerto en el reformatorio le habían prohibido que partiera si no se llevaba los cadáveres; un niño tenía tanta hambre que se había comido un ratón…así se daba un ejemplo tras otro de hambre, privaciones, enfermedades, exposiciones a la intemperie, azotes, por no mencionar los casos comunes de amontonamiento, encierro solitario y la separación de las familias. Se ha calculado que en este compendio  de los delitos de la ley de pobres incluye unos 290 casos de abusos relatados en 2 millones de palabras en un periodo de 5 años. Todo esto daba la impresión de ser una política inequívoca,  de ser una política de abusos no casuales, ni al azar, sino de ser una crueldad sistemática, deliberada, inspirada en una ideología consciente y cruel.

Thomas Carlyle escribió la obra Chartism. A Carlyle le denominaron un “Tory extraño” (Tory: partido político de Gran Bretaña que se distinguió por la defensa de los principios conservadores). Posteriormente se le calificó de radical por las declaraciones que hacía.

Atacó la teoría “falsa, herética y condenable” en que se basaba la Nueva Ley de pobres. La Nueva Ley era saludable para restablecer lo que Carlyle creía verdaderamente necesario: no el reformatorio ni la ayuda exterior sino el mismo trabajo. El trabajo era “la misión del hombre en esta Tierra”, la primera Ley de la naturaleza, el primer principio de justicia. Interpretó los salarios justos como algo que incluía el derecho de ser adecuadamente recompensados y el derecho de ser guiado y gobernado adecuadamente.

En «Past and Present» escribió  que la Ley de pobres era una acusación de un sistema económico injusto. Ataca el principio de la oferta y la demanda, proponiendo en su lugar el principio del salario justo. Apoyó la educación y la emigración, las leyes para las fábricas, reglamentos sanitarios, inspección de las minas…

Carlyle consideró el trabajo como condición espiritual del hombre y de su existencia social y materia: El trabajo es la vida.

La formulación de Carlyle sobre la cuestión de la situación de Inglaterra también fue más radical. No era solo cuestión de pagar mejores salarios, ni aun de un salario diario justo por el trabajo cabal de un día, sino un sentido de justicia que iba más allá de los salarios, de las condiciones materiales y hasta de la vida y la muerte. El sentimiento de injusticia es insoportable para todos los hombres.

Cobbet, publicó artículos contra La Ley de Pobres. En 1802 editó Political Register . Se mantuvo durante más de 30 años, mientras entraba y salía de la cárcel y del país.

Condenó la Nueva Ley de Pobres como una negación total de la persona, pues condenaba a los pobres a la esclavitud o a la muerte. Pues las condiciones eran brutales: encierro de los pobres en el reformatorio, obligados a usar un traje especial, separados de sus familias, impedirles la comunicación con otros pobres del exterior, y, cuando murieran, permitir que sus cadáveres fueran utilizados para una disección.

Citó a Paley para explicar las implicaciones de esta ominosa situación: Un hombre en un estado de extrema necesidad, tiene derecho a usar la propiedad de otro, cuando le es necesario para su conservación de hacerlo; tiene derecho de tomar, con permiso o sin permiso del propietario, el primer alimento, ropa o alojamiento, que se encuentre, cuando está en peligro de perecer por falta de estas cosas.

Uno de los periódicos radicales, no autorizados,  que tuvo más éxito e influencia  fue The Poor Man´s Guardian, nombre que era una ironía de los “guardianes” que aplicaban la Ley de los pobres. El primer número apareció en el 1831, con el subtítulo provocativo: Un periódico semanario para el pueblo, establecido en contra de la Ley para desafiar los poderes de la fuerza para el Derecho. “Tuvo una modesta circulación de 2.000 a 3.000 ejemplares hasta que a su propietario, Henry Hetherington,  lo arrestaron; entonces se elevó su circulación a 10.000 ejemplares, llegaron a tener de 12.000 a 15.000 ejemplares entre  1832 y 1833, en comparación con The Times, que tenía un promedio de 10.000 lectores. ..»

El periódico «The Guardian» atacó la Ley por ser una evidencia de la crueldad de las clases propietarias y de la miseria de los pobres, algo horrible, inhumano, sin precedentes, detestable y condenable. Argumentaban que el problema esencial era la situación de los trabajadores  independientes: al volver la ayuda peor que cualquier alternativa, la ley obligaba a los trabajadores a aceptar cualquier salario que les ofrecieran y así quedar totalmente a merced del capitalista. El periódico criticó la religión de los burgueses. Les acusaban que si creían en su religión, no deberían robar y oprimir a los pobres. Y,  sin embrago, los burgueses creían que la religión era un simple instrumento político para mantener en sumisión a las clases útiles.

                                              

El ASISTENCIALISMO entendido históricamente es la elevación a categoría de sistema, y por tanto a permanente la ayuda a los demás, generando la dependencia permanente y sin plantear jamás su promoción personal, integral y solidaria. Es, diríamos,  por tanto, una postura que niega la dimensión social del hombre, y que niega que sólo el hombre debe ser el protagonista de su vida personal y colectiva.  Y por PROMOCIÓN  entendemos poner en ejercicio todas las cualidades dadas por el creador al hombre de forma personal, integral y solidaria, y ello realizado en colectivos de personas, nunca individualmente


Julián Gómez del Castillo.
“Asistencialismo y promoción en el tercer mundo hoy”

María del Mar Araus