UNOS MARAVILLOSOS CUENTOS RECITADOS: Calderón de la Barca,Tomás de Iriarte, Ramón de Campoamor…

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«LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE», «CUENTAN DE UN SABIO, QUE UN DÍA…», «EL CUENTO DE MI ABUELA», «EL CHICO, EL MULO Y EL GATO» , «EL BURRO FLAUTISTA» . Una selección de cuentos de escritores como: John Gogfrey Saxe, Pedro Calderón de la Barca, B. González Basurto, Tomás de Iriarte, Ramón de Campoamor.
«LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE», «CUENTAN DE UN SABIO, QUE UN DÍA…», «EL CUENTO DE MI ABUELA», «EL CHICO, EL MULO Y EL GATO» , «EL BURRO FLAUTISTA» . Una selección de cuentos de escritores como: John Gogfrey Saxe, Pedro , B. González Basurto, Tomás de Iriarte, Ramón de Campoamor.

LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE

John Gogfrey Saxe
(Fábula indostánica. Versión libre)

Cuentan que, en el Indostán,
determinaron seis ciegos
estudiar al elefante,
animal que nunca vieron.
(Ver no podían, es claro;
pero sí juzgar, dijeron)

El primero se acercó
al elefante, que en pie
se hallaba. Tocó su flanco
alto y duro; palpó bien
y declaró: El elefante
es ¡igual que una pared!

El segundo, de un colmillo
tocó la punta aguzada,
y sin más dijo: ¡Es clarísimo!,
mi opinión ya está tomada:
Bien veo que el elefante
es ¡lo mismo que una espada!.

Tocas la trompa el tercero,
y, en seguida, de esta suerte
habla a los otros: Es largo,
redondo, algo repelente…
¡El elefante – declara –
es ¡una inmensa serpiente!.

El cuarto, por una pata
trepa, osado y animoso;
¡oh, qué enorme tronco! – exclama.
Y luego dice a los otros:
Amigos, el elefante
es ¡como un árbol añoso!.

El quinto toca una oreja
y exclama: ¡Vamos, amigos,
todos os equivocáis
en vuestros rotundos juicios!,
yo os digo que el elefante
es ¡como un gran abanico!.

El sexto, al fin, coge el rabo,
se agarra bien, por él trepa…:
¡Vamos, vamos, compañeros;
ninguno en su juicio acierta!.
El elefante es…, ¡tocadlo!,
una soga… Sí, ¡una cuerda!.

Los ciegos del Indostán
disputan y se querellan;
cada uno está seguro
de haber hecho bien su prueba…
¡Cada uno tiene un poco
de razón… y todos yerran!

Moraleja:

Sucede así cada día
en bastantes discusiones;
quienes disputan, cada uno
piensa justas sus razones.
Discuten, juzgan, definen
¡lo que no vieron jamás!.

CUENTAN DE UN SABIO, QUE UN DÍA…

Pedro Calderón de la Barca

Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.

EL CUENTO DE MI ABUELA

B. González Basurto

Un cuento a los holgazanes
(y por ende a mí el primero)
referir aquí yo quiero,
que mi abuela me contó:
Sobre un burro, padre e hijo,
yendo por una espesura,
hallaron una herradura
que un cuadrúpedo perdió.
«Bájate a cogerla, hijo»
(dijo el vejete al muchacho),
mas éste, holgazán, del macho
nunca se quiso apear.
Bajóse el padre y la coge,
la vende y le dan en cuenta
cerezas, lo menos treinta,
y el jaco vuelve a montar.
De pronto el vejete al suelo
tira una sola cereza;
y el chico, con ligereza,
se apea y la recogió.
Al poco otra el viejo tira,
y otra vez nuestro chicuelo
se baja a coger del suelo
la segunda que comió;
más tarde echa otra, luego
la cuarta y quinta después,
y más tarde todas, pues
hasta la treinta tiró.
Y otras tantas sube y baja
del pacientísimo macho
el indolente muchacho
por las cerezas comer.
Su padre, con buen sentido,
la ocasión perder no deja,
y saca esta moraleja
que tiene miga, ¡pardiez!:
El que es flojo, su trabajo
siempre halla centuplicado;
treinta veces te has bajado
por no bajarte una vez.

EL CHICO, EL MULO Y EL GATO

Ramón de Campoamor

Pasando por un pueblo un maragato
llevaba sobre un mulo atado un gato,
al que un chico, mostrando disimulo,
le asió la cola por detrás del mulo.

Herido el gato, al parecer sensible,
pegole al macho un arañazo horrible;
y herido entonces el sensible macho,
pegó una coz, y derribó al muchacho.

«Es el mundo, a mi ver, una cadena,
do rodando la bola.
el mal que hacemos en cabeza ajena,
refluye en nuestro mal, por «carambola».

EL BURRO FLAUTISTA
Tomás de Iriarte

(Sin reglas del arte,
el que en algo acierta,
acierta por casualidad.)

Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«¡Oh!» dijo el borrico;
«¡qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!»
Sin reglas de arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad