¿Quiénes mantienen viva la Leyenda Negra y por qué?

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Entrevista a Marcelo Gullo, profesor de la Escuela Superior de Guerra y de la Universidad Nacional de Lanús e investigador asociado del Instituto de Estudios Estratégicos (INEST) de la Universidad Federal Fluminense, defiende contra todo y todos la herencia hispánica en Latinoamérica e identifica claramente sus grandes enemigos actuales, que mantienen vivo siglos después esa denominada Leyenda Negra: «El mundo anglosajón, el capital financiero internacional, el separatismo catalán, etc».

Se sabe en minoría -«en Argentina me crucifican», asegura- y en una batalla desigual. Hace poco, el propio presidente de México, Andrés Manuel López Obrador le atacó en un discurso público.

Ahora que se acerca el 12 de octubre, el Día de la Hispanidad, Gullo lo tiene claro: «Es un día para festejar y no hay nada por lo que pedir perdón desde un punto de vista histórico».

¿Cómo nació la Leyenda Negra española? La Leyenda Negra es completamente falsa, no tiene un solo argumento cierto. Nació en Italia, por envidia, pasó a Holanda, por la guerra religiosa, y llegó a Inglaterra, donde se convirtió en la obra más genial del márketing político británico. No podían derrotar a España por lo militar y lo hicieron por lo político, por la propaganda. Lo convirtieron en política de Estado y lograron convencer a toda Europa de que España era el mal personificado, pero España era una nación más, no una de diablos, ni otra de ángeles.. España no respondió porque, por entonces, no comprendía cómo funcionaba la propaganda política. El gran objetivo inglés fue convencer a las elites hispanoamericanas: si les convencían de que los españoles solo habían ido a América a robar y violar, la separación sería inevitable. Y así fue.

Pero eso son motivos de hace siglos, ¿por qué dice que perdura ahora? Pervive por la confusión de la izquierda, que cree que defender a España o estar en contra de la Leyenda Negra es ser de derechas. La Leyenda Negra, la falsa historia de España y de la conquista, nace en la derecha. Era predicada por sectores oligárquicos americanos, por aquellos de los más enriquecidos de la sociedad, a veces los más delincuentes, los de la más recalcitrante derecha. Tenían que justificar su ruptura con España y su triunfo en las guerras civiles que hubo en casi todos los nuevos países entre dos sectores, uno que no quiere romper culturalmente con España y otro anglófilo, y este gana la guerra civil. Y así fue hasta 1930, cuando por primera vez se reúne una internacional comunista en Montevideo y Buenos Aires y deciden adoptar otra mirada, negrolegendaria, para fomentar un fundamentalismo nativo que conduzca a fundar repúblicas indígenas que desestabilicen el patio trasero de los EE UU. Por eso el comunismo se hace negrolegendario. No lo eran antes, todo lo contrario.

En el libro lo achaca a lo «políticamente correcto»… La izquierda asume lo políticamente correcto cuando nunca le había sido propio. Por eso agradezco profundamente el prólogo de Alfonso Guerra, porque ayuda a demostrar que esta lucha no es de derecha ni de izquierdas. Estamos hablando de realidades históricas.

El día de la caída de Tenochtitlán es comparable al día de la Liberación de la Alemania nazi

Ahora que se acerca del 12 de octubre, el Día de la Hispanidad, se escucha mucho eso de «Nada que celebrar»… Al contrario, es un día de celebración. Y si dicen que no hay nada que celebrar, es que en la universidad estudiaron ideología y nada más. Es un día de gran festejo porque supone el comienzo del fin de el imperialismo antropófago más siniestro de la historia, el azteca, y de un imperialismo embrutecedor como el inca. El día de la caída de Tenochtitlán es comparable al día de la Liberación de la Alemania nazi. Es un día de liberación para los pueblos mesoamericanos, oprimidos por los aztecas, y para los propios aztecas, oprimidos por una nobleza y una casta sacerdotal atroces. Las pruebas, hoy en día, son apabullantes.

Pero precisamente ese quinto centenario del que habla pasó totalmente desapercibido a ambas orillas… Hubo un acto donde el presidente de México realizó un discurso donde se refirió a mí. Me acusó de ser un pensador colonialista, sin haberse tomado la molestia de ver mi actuación política anterior, marcadamente antiimperialista, usando parte de una entrevista y de mi libro, que creó que leyó su mujer y no él. Intentó contradecirme, pero no lo logró. Yo le contesté en una carta abierta y le propuse hacer un gran debate, con cinco historiadores elegidos por cada uno, en una universidad de Suiza y que durante una semana discutiéramos si hubo genocidio y liberación. No ha contestado. Defiendo que el verdadero genocidio de América fue el que Hernán Cortés detuvo. Según Prescott, los aztecas mataban a 20.000 personas al año, aunque dice que no puede afirmar que otros estimaciones que hablan de 150.000 sean falsas. Bien, pongamos entonces que eran 80.000. Y multipliquemos por los treinta y tantos años que van desde la inauguración de la pirámide de Tenochtitlán hasta la llegada de Cortés. ¿De cuántas vidas hablamos? ¿De más de tres millones? Nadie hace esos cálculos, pero sería uno de los grandes genocidios de la historia y Cortés lo detuvo.

Dice que «la conquista de América la hicieron los indios y la independencia, los españoles». Por más que Hernán Cortés hubiera sido un estratega como Alejandro Magno, Julio César o Napoleón, con 300 hombres, a pesar de sus armas, no podría haber derrotado a un ejército azteca de 200.000 hombres. Cortés llamó a los oprimidos por los aztecas, que con él eso se acabaría, que no se iban a sacrificar a sus hijos y familiares. Cortés se hace acompañar de 200.000 indios oprimidos. La hicieron los indios porque fue su liberación. Pero Cortés hace algo más extraordinario: no permite que aquellos pueblos exterminen a los aztecas como habrían querido.

El presidente de México gritó hace unas semanas, en el día de la independencia, «viva la cultura prehispánica»… Es uno de los grandes demagogos, de los más baratos. El 90% de las personas que viven hoy en México no descienden de los aztecas, sino de los pueblos que lucharon contra los aztecas. La propaganda del estado mexicano les ha hecho creer que vienen de los aztecas, de los que oprimían y asesinaban a sus ancestros.

Pero se podría entender que incluso ellos puedan tener una memoria como víctimas, porque después fueron víctimas de una dominación española… Falso, no hubo invasión porque no hubo ejército invasor. Nunca hubo un ejército español en América. No hacía falta, pero los Tercios estaban en Flandes. Hoy les dicen que los españoles les quitaron la tierra a los indios, pero se la quitaron los criollos, los españoles se hicieron propietarios por matrimonio y mantuvieron la propiedad comunal. Cuando llega la independencia aplican el código napoleónico y terminan la propiedad comunal de la tierra. Pierden las tierras con la República y eso nadie lo explica.

¿La batalla cultural contra la Leyenda Negra está perdida? Hoy la Leyenda Negra es hegemónica desde México a Buenos Aires. Y en EE UU. Defender lo contrario implica la expulsión de los círculos intelectuales. Ahora se defiende un primitivismo indigenista que promulga falsamente que hubo un pasado mítico donde todos vivíamos y comíamos felices para fomentar la división y debilitar aún más a las naciones iberoamericanas, para que sean factores aún más débiles en el mercado internacional. Esos líderes que defienden el indigenismo, esos Evo Morales o Pedro Castillo, de nombres españoles, que se hacen llamar antiimperialistas, son la mano de obra más barata del imperialismo internacional del dinero. A quien hoy interesa esa defensa de la Leyenda Negra es al capital financiero internacional: es el principal actor de la política internacional y le interesan estados pequeños y débiles.

¿Qué piensa cuando ve la retirada de exploradores y conquistadores españoles por toda América? Que quién lo hace es estúpido o un mercenario. Tiran la estatua de fray Junípero Sierra en California, pero obvian que las mayores masacres tuvieron lugar tras la anexión del territorio a EE UU. El fundador de la universidad de Standford y el general Custer, por ejemplo, son verdaderos asesinos de indios, no el pobre fraile.

Pero la población indígena sí disminuyó con la conquista… Sí, por la falta de anticuerpos ante las enfermedades exportadas de Europa. Si hubieran seguido sin los españoles, les habría pasado igual cuando el primer turista extranjero hubiera llegado a Cancún. Pero no hubo nunca una política de exterminio, como sí hubo en el norte inglés, que distribuía mantas infectadas de viruela entre los nativos en pleno invierno.

¿Poner el énfasis en la comparación con los anglosajones no hace perder la mirada crítica a la actuación española? Eso sería una tontería. Los españoles eran hombres, no ángeles. Las naciones están integradas por hombres y hay tipos que roban, asesinan o violan. Gente que hoy se porta bien y mañana, mal. Fue una empresa humana y todo eso va implícito. Hay que fijarse en el resultado global. Lo contrario sería una estupidez.

¿A los países hispanoamericanos les iría mejor con una política de acercamiento a España? Eso es otra cosa. Una cosa es la memoria y la historia y otra cosa es el análisis geopolítico, que yo también lo hago. El mundo marcha hacia Estados-Civilizaciones. ¿Por qué no pensar en un gran Estado Hispánico? Ingredientes tenemos. En él deberíamos incluir a Brasil y Portugal, porque son la otra cara de la misma moneda.

Marcelo Gullo Omodeo es un doctor en Ciencias Políticas argentino que se ha convertido en adalid de la defensa de España frente a la Leyenda Negra. Lo ha hecho en un libro Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán (Espasa, 2021) que, desde su salida en España en mayo, se ha convertido en uno de los libros de historia más vendidos y ya suma varias ediciones.

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