Noviolencia en la Historia: LA OPRESIÓN DE LA DICTADURA EN CHILE

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Después del golpe de Estado en 1973, Chile rodó por abismos de terror y paranoia. Augusto Pinochet ascendió como dictador. La represión y los atropellos lo mantuvieron en el poder. La crisis económica del 83 provocó los primeros brotes de oposición. Los protagonistas fueron los trabajadores que hacían parte de las personas mejor pagadas de Chile: los mineros que extraían el cobre, la mayor fuente de ingresos de Chile. La guerrilla no fue opción y lo que sentían los chilenos era que cada uno de ellos lo había logrado. De eso se trata la Noviolencia: del poder de uno. Del poder de la gente común y corriente. Del poder de los sueños…

En noviembre de 1985, por lo menos medio millón de personas asistieron al mitin más grande en la historia de Chile. Gabriel Valdés, habló a nombre de once partidos de oposición y de la Iglesia Católica. Se trataba del Acuerdo Nacional conformado para dirigir un tránsito Noviolento a la democracia.

Después del golpe de Estado en 1973, Chile rodó por abismos de terror y paranoia. Augusto Pinochet ascendió como dictador. La represión y los atropellos lo mantuvieron en el poder. La crisis económica del 83 provocó los primeros brotes de oposición. Los protagonistas fueron los trabajadores que hacían parte de las personas mejor pagadas de Chile: los mineros que extraían el cobre, la mayor fuente de ingresos de Chile.

En un comienzo fueron capitaneados por un muchacho de 29 años, Rodolfo Seguel, elegido Presidente de Congreso Nacional de Trabajadores. Él quería sacar a la gente a las calles pero la palabra «huelga» podía ser sinónimo de muerte. Así que pidió que se declarara un Día Nacional de Protesta. El reto era movilizar a todo el pueblo. El pacto era protestar cada mes bajo esa figura, durante 10 meses y la consigna: no responder con violencia a los ataques de las autoridades.

En noviembre de 1985 por lo menos medio millón de personas asistieron al mitin más grande en la historia de Chile. Gabriel Valdés, habló a nombre de once partidos de oposición y de la Iglesia Católica. Se trataba del Acuerdo Nacional conformado para dirigir un tránsito Noviolento a la democracia. La advertencia para la gente era que sin apoyo al acuerdo nacional, la guerra civil era inminente. Pero en los barrios más pobres había ya pequeñas guerras. Eran terreno abonado para el nacimiento de una izquierda que creía en el camino de las armas. Los jóvenes se convirtieron en blanco favorito del régimen: los encerraban en los estadios, los encarcelaban sin juicio y muchos nunca regresaron.

Las protestas se volvieron violentas y los radicales le dieron la excusa perfecta a Pinochet para atacar a toda la oposición. Por su parte, la oposición noviolenta, que llevaba cinco años de trabajo, encontró una salida: El mismo Pinochet había ordenado en su constitución, que se realizara un plebiscito en 1989. La gente podría decidir mediante el voto si quería o no la permanencia del General en el poder. Se organizaron para ir puerta a puerta por todas partes convenciendo a la gente a votar por el NO.
Trabajaron incansable e inteligentemente para bloquear el fraude electoral que, según rumores, preparaba Pinochet y utilizaron una herramienta eficaz para sus propósitos: la esperanza. La oposición le jugó limpio a su contendor, en lugar de sacarle los trapos sucios al sol: muertos, torturas y desapariciones… se dedicó a derrochar optimismo. La Resistencia Noviolenta prefirió apelar a la espera…al futuro. Puso a los chilenos a ver en la televisión el país que querían ver en la vida real.

Llegaron las elecciones. La oposición unida hizo un gran trabajo de control y vigilancia. No hubo fraude y el «No más dictadura» ganó.

La guerrilla no fue opción y lo que sentían los chilenos era que cada uno de ellos lo había logrado. De eso se trata la Noviolencia: del poder de uno. Del poder de la gente común y corriente. Del poder de los sueños…

Movimiento de la Noviolencia Antioquia – Colombia