El TRAFICO de ORGANOS o CUANDO la DESESPERACION de PARADOS y EMPOBRECIDOS les LLEVA a VENDER un RIÑÓN PARA SOBREVIVIR…

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Muchos habitantes de barrios empobrecidos de Recife (Brasil), en situación de paro y desesperación, venden sus órganos para sobrevivir. Enrique, 50 años, es quizás el primer español que ofrece públicamente una parte de su cuerpo por dinero. ´Soy un hombre sin vicios, vendo un órgano para seguir viviendo´. Acaba de descubrirse una gran mafia internacional de compra-venta

Por BEATRIZ OBERLÄNDER / ANA MARIA ORTIZ.
Fuente: CRONICA

3.000 DOLARES POR UN RIÑON. Uno de los brasileños que viajó a Sudáfrica para vender su riñón muestra en la fotografía la cicatriz en el costado tras la extracción. Se calcula que entre 30 y 50 brasileños hicieron su mismo viaje. Los traficantes les pagaban 3.000 dólares por riñones que luego se vendían a 120.000.

El discurso de Enrique, gallego, 50 años, soltero y sin hijos, no trasmite la desesperación que se presupone a quien está dispuesto a comerciar con un trozo de su cuerpo. Vende uno de sus riñones. O un pedazo de su hígado. O cualquier órgano del que pueda desprenderse sin poner en peligro su vida. Pero habla de ello con naturalidad, como si en lugar de tratar de vender un pedazo de sí estuviera dictando cualquier anuncio por palabras. «Soy un hombre sano, sin vicios, nunca he fumado, ni bebido, ni he padecido enfermedades…», se publicita.

Oculta el rostro y se refugia en sus iniciales (E.A.G.), porque no quiere que se enteren los suyos. Lo tomarían por loco. Y a su madre, dice, le daría un infarto. Sabe además, de la ilegalidad de su ofrecimiento: «Sea lícito o no, soy dueño de mi cuerpo y de mi vida y me considero libre para efectuar una transacción de este tipo. Todos sabemos que hay personas a las que les falta salud y les sobra el dinero. Justo lo contrario de lo que me sucede a mí. No pretendo hacer daño, sólo ayudar a cambio de ayuda», dice.

-¿Y por cuánto vende su riñón?

-Es muy difícil valorar cuánto vale una parte de ti, pero pienso que bajar de 150.000 euros no merecería la pena. Una intervención de este tipo supone muchos riesgos, puede ir en ello mi vida, no sé cómo voy a quedar…

El testimonio de Enrique llega a las páginas de CRONICA cuando investigábamos el oscuro negocio de la venta de órganos. Hace tan sólo unos días que ha sido desmantelada una red internacional dedicada al tráfico de riñones humanos con ramificaciones en prácticamente todos los continentes. El grupo dirigido por israelíes reclutaba gente dispuesta a vender uno de sus riñones en el mismo Israel o viajaba a las ciudades más deprimidas de Brasil. Los voluntarios eran enviados a la ciudad sudafricana de Durban, donde recibían unos 10.000 dólares por volver a casa con un riñón menos. Organos que luego se vendían a enfermos desesperados, en su mayoría israelíes, por 120.000 dólares.

Una cicatriz cose el costado del israelí Tsvika Tabuer, 40 años, jardinero, casado y con tres hijos. Hace siete meses pagó para que le trasplantaran un riñón en el extranjero. Calla si se le pregunta si fue Durban su lugar de destino o quiénes fueron los artífices de su recuperación. «Ahora entiendo que es un asunto problemático, por eso no quiero dar detalles», dice en su casa de Natania, a orillas del Mediterráneo, a unos 30 kilómetros al norte de Tel Aviv. Tampoco da detalles sobre la chica de 23 años que le vendió su riñón.

-¿Cuánto dinero recibió ella?

-No sé, no entré en ese tema.

-¿Cuánto pagó usted?

-Prefiero no decirlo, pero mucho menos de lo que cuentan los periódicos.

-¿Mantiene algún tipo de relación con ella?

-No quiero entrar en eso porque sé que me perturbaría. Prefiero no pensar en ella, aunque le agradezco lo que hizo porque, a fin de cuentas, me dio la vida.

Muchas de las organizaciones de traficantes como la que ayudó a Tsvika captan a sus víctimas en ciudades sudamericanas deprimidas, pero también a través de Internet. La Red parece haberse convertido en un gran mercado ilegal donde se ofrecen vientres de alquiler, hijas vírgenes, sexo, óvulos y riñones, muchos riñones. Lo que más llama la atención es que no todos los mensajes referidos a la compra-venta de este órgano (cientos cada día) provienen de sudamericanos, asiáticos o africanos arengados por la pobreza, las grandes víctimas del mercadeo ilegal.

Por el contrario, muchos son remitidos por españoles, como Enrique.Es un hecho que España puede presumir de figurar en las estadísticas como el país más generoso del mundo en cuanto a donaciones (33,7 por cada millón de habitantes) y su sistema de trasplantes es señalado por los especialistas de todo el mundo como modelo a seguir. Pero también es cierto que no hay órganos para todos.En 2002, 271 personas murieron aguardando un trasplante que nunca llegó. Y las listas de espera, pese a la generosidad y la eficacia, engordan año tras año. Ahora mismo, 5.000 españoles necesitan un órgano nuevo para poder seguir viviendo. A algunos la desesperación les lleva a intentar pagar por un aliento de vida. Quién sabe cuántos españoles viven con un riñón comprado.

Sirva como ejemplo una muestra de los anuncios de españoles que circulan en el portal de Internet buscamed.com. «Compro riñón urgente, Miguel Angel. Soy de España, tengo los medios para ir a cualquier parte de Sudamérica. Necesito riñón urgente. El tipo de sangre Rh negativo. Ofrezco la suma de 60.000 dólares más gastos de recuperación. A las personas interesadas comuníquense de inmediato». «Soy española, mujer de 40 años, ninguna intervención y ninguna enfermedad. Por cuestiones personales, vendo riñón y miraría posibilidad de hígado. Interesados ponerse en contacto en…». «Soy joven, Rh negativo, grupo A. No he fumado nunca, no drogas ni afines, no soy bebedor. No he padecido enfermedades atípicas. Soltero, sano. Español y residente en España. Puedo viajar. Admito pruebas físicas»…

Ante el ofrecimiento de que sacaran su historia a la luz pública sólo Enrique -quien también publicita su riñón en varios portales de Internet- dio el sí a CRONICA. «No tengo nada que ocultar», explica. «Sé que la gente pensará que estoy loco, de psiquiátrico, pero no encuentro otra solución a mis problemas. Después de haber sido durante años directivo, ejecutivo de empresa, llevo seis años sin encontrar trabajo. A mi edad, me veo obligado a vivir de la caridad de mi madre, jubilada… Los bancos me persiguen, y, como les digo a ellos cuando me llaman para tirarme de las orejas un día tras otro: «¿qué quieren que haga, me pongo a robar?».Prefiero vender algo mío, mi cuerpo. Si tuviera otra solución no lo haría».

La Ley 30/1979 establece los principios que deben regir la donación en nuestro país. Voluntariedad, información, gratuidad, consentimiento de los donantes, finalidad terapéutica, ausencia de ánimo de lucro y anonimato. Según lo legislado se desprende que Enrique, por el mero hecho de colgar el cartel de «Se vende riñón» en Internet, está violando la ley. Lo explica Blanca Miranda, coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). «Está tipificado como delito no sólo la compra y venta sino también la publicidad.Tanto si es a cambio de una compensación económica, como de otro tipo, un trabajo por ejemplo».

LAS DENUNCIAS DE LA ONT

Sólo el martes pasado, los de la ONT localizaron 200 mensajes de compra-venta de riñones en Internet. Cuando alguno de ellos procede de un portal español, lo denuncian a la Guardia Civil.«Pero es casi imposible pillar a nadie», se lamenta Blanca Miranda, «porque las compañías, en cuanto las llaman, retiran los anuncios».

Los mensajes de Enrique siguen aún en la Red. Pero, a día de hoy, el gallego no ha recibido ninguna oferta seria por su riñón.Y eso que está dispuesto, siempre que le costeen los gastos, a viajar a cualquier parte del mundo. A Sudáfrica, a Sudamérica, donde sea. Un trueque, como el que hizo el jardinero israelí.Salud por dinero. «Quiero montar un negocio que me permita salir adelante, algo relacionado con la informática», explica Enrique.

Su caso, parece romper el tópico de que quienes venden sus órganos están sumidos en la más absoluta miseria. Tsvika, el jardinero israelí, asegura que tampoco olió la pobreza en la joven que le vendió su riñón. «Dicen que los donantes están en una situación económica muy, muy difícil. Mi donante llegó con su novio, ambos iban a donar, y me parecieron personas a las que no les faltaba nada», cuenta. Católica, 23 años, que trabajaba con niños de la calle (como se llama en Brasil a los mendigos) y apunto de casarse. Es todo cuanto Tsvika sabe (o cuenta) de su benefactora.

Igual de crípticamente se refiere al proceso que le permitió separarse de la máquina de diálisis a la que estaba condenado de por vida. «En cierto momento, entendí que tenía la posibilidad de hacerlo [el trasplante] en el extranjero». «Gente que me conocía se dirigió a mí y al final llegué a determinada persona que me derivó a quien hacía falta».

-¿Quién es esa persona?

-No quiero decir su nombre, pero es un israelí agradable y simpático que me salvó la vida -dice refiriéndose al traficante-.

«He oído que de esa gente se dice que constituyen una mafia y no sé que más, pero yo creo que no tiene nada que ver con la realidad», dice Tsvika. «Hay quienes dicen que no es humano, ni moral, ni ético hacer lo que hacen los intermediarios. Pero yo lo veo de otra manera. Pienso que no es nada humano dejarme a mí como estaba».

-¿Y quién lo organizó todo?, insistimos, ¿fue Ilan Peri?

Tsvika no mueve un sólo músculo de la cara y la pregunta se la lleva el viento.

BUSCANDO A ILAN PERI

Unos días antes de esta conversación, Eitán Mor, director del Departamento de Trasplante de Organos del Hospital Beilinson -en la ciudad de Petaj Tikva, próxima a Tel Aviv- contaba a CRONICA cómo hace unos años un tal Ilan Peri, traficante de órganos, se había dirigido a él sin reparos para ofrecerle sus servicios.En Israel, la ley no impide explícitamente la venta de órganos.Así que, mientras el proyecto de ley que define por primera vez el tráfico de órganos como delito espera la aprobación del Parlamento israelí, las mafias parecen operar a sus anchas.

Eitán Mor sólo recordaba que Ilan Peri tenía una empresa en Suiza y que, al parecer, vivía en la ciudad de Raanana. Tras numerosas pesquisas, y después de dejarle un recado, el propio Ilan Peri llama al móvil de la periodista. Al plantearle un caso imaginario (un familiar muy enfermo, necesitado de un riñón), Peri solo respondió: «Puedo ayudar». El trasplante, añadió, se llevaría a cabo en el extranjero, pero sólo hablaría de dinero cara a cara. ¿Y las garantías? «He salvado a muchas personas, y llevo el tiempo suficiente en el negocio como para estar en condiciones de ayudar», zanjó la llamada.

Según ha publicado la prensa , Ilan Peri se dirigió hace unos dos años a un tal Roderick Kimberley (israelí de 58 años, afincado hace 17 en Sudáfrica, cuyo nombre anterior hebreo es Meir Shushán) para decirle que organizaba trasplantes de riñón y pedirle que le buscara «donantes» y «receptores de esos órganos». Kimberley-Shushán ha sido arrestado recientemente en Durban como coordinador de la red de tráfico de órganos que se acaba de desarticular.

Unos días después de su detención, Meir Shushán responde al teléfono desde Sudáfrica, en voz baja. Tras identificarme como periodista, Shushán pregunta si el reportaje era «en positivo o en negativo».Cuenta que él mismo ha recibido un riñón en trasplante, luego se pone nervioso y cuelga.

Mucho más generosa en detalles es la ayudante de Shushán, Miriam, quien trabaja desde Israel. De nuevo, se le pone sobre la mesa el caso de un enfermo imaginario. «Ultimamente se ha complicado la cosa por todo lo que ha salido en los periódicos», dice. Cuenta que como es muy difícil conseguir donantes en Israel, la empresa para la que trabaja -de nombre Enigma- ofrece Johanesburgo para el trasplante. Ahora también tienen a Colombia en la cartera.«¿Le viene bien Colombia?», me pregunta.

Los donantes llegan a Enigma a través de anuncios en los periódicos, entre otros medios. «Desde el punto de vista médico es mejor un donante vivo que uno muerto», continúa Miriam. «Yo soy una persona moral, no acepto mujeres como donantes, sólo varones.A las mujeres, la extracción de un riñón les puede causar problemas en el embarazo. Además, son más sensibles», concluye.

Junto a Ilan Peri y Meir Shushán, el tercer pez gordo en lo que a la venta de órganos en Israel se refiere responde al nombre de Kobi Dayán, de 47 años. «Hay varios países que lo hacen, es necesario coordinar las operaciones del donante y del receptor, cuesta unos 50.000 dólares dependiendo del hospital», dice Dayán al otro lado del teléfono.

-¿Y cuánto cobra usted?

-Yo trabajo gratis.

Dayán y otros israelíes que trabajan para él fueron detenidos hace algunos meses después de que uno de sus donantes (un israelí que les vendió su riñón pero se echó atrás en el último momento) los denunciara por amenazas y extorsión.

Ha sido precisamente el testimonio de un arrepentido lo que ha permitido desbaratar la red de Durban. Se trata de un brasileño, de Recife (en Pernambuco), que quiso conservar su riñón cuando ya tenía billete de ida y acudió a la Policía pidiendo protección a cambio de información.

Tras su confesión, las autoridades descubrieron que muchos habitantes del barrio de Areias, uno de los más míseros de Recife, pobres y en el paro, habían comprado camiones, casas e incluso pequeños negocios tras un súbito viaje a Sudáfrica. En Areias, nueve de cada 10 personas conocen por lo menos a dos que se han hecho la cirugía.

Al parecer, el jefe de la organización en Brasil es un ex capitán de la policía, Iván Bonifacio da Silva, quien se encargaba de reclutar donantes y preparar los viajes a Durban. Da Silva les proporcionaba pasaportes, billetes de avión y hasta exámenes de laboratorio que certificaran el perfecto funcionamiento de sus órganos vitales.

Eso fue lo que hizo Alberty José da Silva, de 36 años. En su declaración ante la policía ha contado que le extrajeron el riñón hace cuatro meses. Le pagaron 3.000 dólares. «Sé que es poco, pero tuve que bajar el precio porque me dijeron que había mucha gente que quería hacer lo que yo y que el exceso de oferta les había obligado a bajar los precios», relató.

Su viaje de ida y vuelta a Durban, ha contado, le llevó cinco o seis días, fue hospedado en un pequeño hotel y, operado en una clínica llamada Saint Augustine, muy bien montada, con la presencia en el quirófano de varios médicos y de un intérprete brasileño. Le dijeron que su riñón sería dedicado a salvar la vida de un israelí muy enfermo y que también se realizaban trasplantes de pulmón y de hígado. Alberty, por vender su riñón, podría ser condenado a ocho años de prisión. Las pesquisas policiales indican que los principales compradores de los órganos eran israelíes, norteamericanos y europeos.

¿LEGISLAR LA VENTA?

La evidencia de la existencia del comercio de órganos a nivel mundial ha abierto en muchos países, como EEUU o Inglaterra, el debate sobre la legalización de la compra-venta de órganos.Hace sólo unas semanas que el profesor británico de la Universidad de Manchester John Parris abogaba en un congreso por la creación de un «mercado ético» de órganos vivos. Muchos prestigiosos cirujanos se han unido a la propuesta que pretende evitar las muertes en lista de espera (400 en 2002 en Gran Bretaña), así como la falta de control sanitario que rodea a las operaciones clandestinas.

Los médicos de Durban responderán ante la ley no sólo por participar en la compra-venta de órganos. También porque la ley sudafricana prohíbe los trasplantes entre personas a las que no une el parentesco.La española, por el contrario, sí permite la donación entre personas sin vínculo genético. ¿Y quién garantiza que entre estos no media ningún tipo de acuerdo económico? «Es absolutamente imposible», dice tajante Blanca Miranda, la coordinadora de la ONT, y enumera los rigurosos controles médicos y hasta judiciales que median en cualquier donación.

Pese a su seguridad, cada día siguen apareciendo en Internet anuncios de compradores y vendedores españoles. Como el de Enrique: «Sé que esto puede resultar muy fuerte. Soy un hombre sano y sin vicios dispuesto a donar algún órgano que me permita seguir viviendo».

Con información de Emilio M. Lacave (Brasil)


DEL RIÑON A LA CORNEA: LISTA DE PRECIOS

La policía de Durban (Sudáfrica) calcula entre 30 y 50, al menos, el número de brasileños que habrían viajado hasta esta ciudad sudafricana para vender sus órganos. Captados por la mafia, cobraron por un trozo de su cuerpo hasta 40 veces menos de lo que pagó el comprador. Ésta es la lista de precios (elaborada con datos de la ONU y Human Rights Watch de Asia) que rige el mercado mundial de órganos.

Riñón. 120.000 dólares. Era lo que cobraba la red desarticulada en Durban a los enfermos. A los donantes captados en Brasil se les comenzó a pagar 12.000 dólares. Luego, el precio cayó hasta 3.000 dólares. En la India se llegan a pagar entre 2.500 y 4.000 dólares por un riñón, de los que el donante recibe entre 1.000 y 1.500. La ONU cifra el precio de un riñón en 200.000 dólares.

Hígado. 150.000 dólares, según datos de la ONU, puede alcanzar un trozo de hígado (el órgano se puede trasplantar de una persona viva porque se regenera) en el mercado clandestino. El donante recibe 6.000. En la India se hacen trasplantes clandestinos de hígado por unos 80.000 dólares, de los que 8.000 corresponden al precio pagado por el órgano.

Córnea. 45.000 dólares le cuesta conseguir una al enfermo, según la ONU. El donante, sin embargo, sólo recibe 3.000 por su venta.En China las córneas de los prisioneros ejecutados son vendidas a 4.800 dólares el par. En Bombay se llega a cobrar 1.600 por cada una.

Pulmón. 150.000 dólares, cuesta un trasplante clandestino de pulmón, según la ONU. La Tongjo University of Medical Sciences de China ha cobrado por realizar trasplantes de órganos a personas occidentales. El precio de un trasplante de pulmón está cerca de los 127.000 dólares, de los que sólo 6.700 corresponden a lo pagado por el órgano.

Corazón. 60.000 dólares por un corazón nuevo, datos de la ONU. Es lo que cobran las mafias que trafican con órganos. En Bombay se puede llegar a pagar unos 23.000 dólares por un corazón e incluso se practican trasplantes por unos 154.000 dólares.

Páncreas. 120.000 dólares el trasplante, según los datos que maneja la ONU.

Médula espinal. 60.000 euros le cuesta al enfermo.