CAMPAÑAS SOLIDARIAS en la SOCIEDAD BURGUESA

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Históricamente las campañas de la sociedad burguesa, en el industrialismo, fueron combatidas por los pobres de manera frontal. Por ejemplo en la Semana Trágica de Barcelona los primeros conventos que se quemaron fueron los que daban la sopa boba. O aquel jornalero andaluz que ante la paga del señorito se plantó y le dijo: «En mi hambre mando yo» y le rechazó el dinero.



1.- Introducción


Ana Cuevas (Psicóloga) – Revista Autogestión 26/03/2003

Comenzaremos aclarando qué es lo que define a la sociedad burguesa. Haciendo síntesis nos encontramos con lo siguiente: buena vida y buena conciencia adornadas con buenas formas, para lo cual es necesaria la mentira y la manipulación. Intentando pensar en una fotografía que refleje gráficamente la filosofía de la vida en burgués, se me vienen dos imágenes a la mente: una es la típica fiesta de sociedad con todo lujo de detalles y todo «en su punto». Otra es la familia acomodada en la que todo va bien (como España.), y todo son sonrisas y buenos detalles, pero en el fondo se esconde un problema (el que sea) que no se quiere abordar, y todo es disimulo para que no salte la chispa (hasta que salta). Esta es la sociedad en la que nosotros vivimos y de cuyos valores participamos.

Históricamente las campañas de la sociedad burguesa, en el industrialismo, fueron combatidas por los pobres de manera frontal. Por ejemplo en la Semana Trágica de Barcelona los primeros conventos que se quemaron fueron los que daban la sopa boba. O aquel jornalero andaluz que ante la paga del señorito se plantó y le dijo: «En mi hambre mando yo» y le rechazó el dinero. Anselmo Lorenzo declara:

«No queremos ser protegidos ni aconsejados, porque a nadie reconocemos sobre nosotros el derecho de ser protectores ni consejeros. No haremos pues concesión alguna a la desigualdad que pueda servir de justificación a la tiranía».

Los pobres del siglo XIX son muy críticos con todo tipo de donaciones que no procedieran de ellos mismos. Tenían una conciencia clara de que la beneficencia era una máscara y un instrumento de opresión. Entendían que era un instrumento falsamente pacificador, una forma de control social y de mantenimiento de la estructura social. ¿Cómo acabará esta misma situación en los países empobrecidos?. Debemos aprender de la historia.

Hoy el tema se ha sofisticado: se vincula la solidaridad, entendida como ayuda a los pobres (a lo burgués), con los beneficios empresariales, con el pasarlo bien, con dar un poco de tu tiempo, de tu dinero, etc. Todo esto se hace a través de las ONGs. Las vamos a llamar «campañas de camuflaje». Es preciso aclarar que en ningún momento juzgo a las personas que están entregando su vida en las ONG’s. Lo que nos interesa es analizar estas instituciones y ver con claridad el papel que están desempeñando hoy.

El problema profundo está en que esta concepción de la solidaridad se acepta, no escandaliza y las campañas realmente solidarias se confunden en ese maremagnum de «solidaridades». La CONCIENCIA se ha deformado tanto que ni siquiera los propios participantes de las campañas burguesas saben defender lo suyo. Ante planteamientos contrarios a los suyos dicen estar de acuerdo, o ni siquiera se dan cuenta. Vivimos en una sociedad en la que predomina un «pensamiento único» y por eso todo tiende a converger y a confundirse: ayuda, solidaridad, negocios, izquierda, derecha,…

2.- Cómo se está dando esto en la sociedad

Como casi todo, esta moda nos vino de Europa. En los años 80 surgen en España las ONG’s como alternativa a la Ayuda Oficial al Desarrollo y algunas de ellas tenían un cierto sentido crítico. Hoy es la propia Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) la que da propaganda a las ONG’s. Amigos arriesgados y viajeros que a principios de los 90 se movieron por Francia nos advertían de que el tema de la solidaridad se estaba convirtiendo en un negocio institucional, que incluso había ya un ministro para la cooperación, junto a otro ministro llamado «de ultramar», para gestionar todo lo relacionado con las colonias.

Mientras tanto en España empezaban a aparecer algún que otro tele-maratón, pero la técnica fundamental seguía siendo las de las típicas campañas de dar dinero y preocuparse de que ese dinero llegue a los pobres. Aún hoy quedan muchas campañas tradicionales:

=> Cruz Roja: «Algunas acciones humanitarias requieren mucho tiempo.Otras no» (para vender lotería)

=>Ayuda en Acción-. «El Tercer Mundo está desapareciendo. Enhorabuena»
«Practica aquí el ejercicio más sano para tu corazón»

=>Médicos del mundo- «Las mujeres y los niños primero»

=>Intermón.- «Tu donativo es la mejor semilla»

Dentro de estas campañas más tradicionales aparecen versiones nuevas:

=>La solidaridad de reciclaje: «Farmac. Sin fronteras» (recojen radiografías inservibles)

La solidaridad es divertida: «Intermón» (Un día para la esperanza. Haz un gesto solidario y ven de fiesta. Solidaridad y diversión).

=> El reclamo burdo: «Proyde». (¿Quién no quisiera tener, tener, tener … para gastar, gastar, gastar?).

Aporto los ejemplos sin querer caer en el detalle de si es una ONG u otra. La intención es hacernos una idea global, ver qué papel desempeñan en el funcionamiento del mundo.

En 1993 la campaña del 0’7% supuso un cambio sobre la opinión pública respecto al Tercer Mundo: se salió a la calle masivamente, tenía un tono político y tuvo mucha repercusión en los medios de comunicación , excesiva para la que solían tener las campañas «solidarias». Lo más curioso es que fuera precisamente ABC el periódico que más difundió la aventura. La Campaña por la Justicia en las relaciones Norte-Sur llevaba ya varios años saliendo a la calle y denunciando que el problema es político, pero nunca tuvo ese eco en los medios de comunicación. ¿Por qué será?. La mentalidad adolescente y manipulada dominó la experiencia: inmediatista (0’7 YA), «olvidaba» que es un compromiso de hace 30 años, no tenía ningún vestigio de conciencia revolucionaria y sí claramente economicista , no se preocupó de vertebrar y articular una formación para dar protagonismo a los movilizados, los participantes aumentaron considerablemente su buena conciencia y se lo pasaron bomba ¡A quién no le gusta dormir fuera de casa, aunque sea en tienda de campaña, y salir en la tele!.

Heredera de dicha campaña, y sobre todo de su mentalidad, estamos viviendo hoy la campaña de las 35 horas. Se busca un número mágico al que todo el mundo se agarra, pero con el que no cambia la estructura, en este caso del sistema salarial.

Casi al mismo tiempo comienza a hablarse del «comercio justo», realidad que ya llevaba años funcionando en Europa. Es también en los 80 y en los 90 cuando la ONU convoca sus famosas Cumbres Internacionales: primero fue la del medio ambiente en Río de Janeiro, después la de El Cairo sobre la población y la última la de Copenhague sobre el desarrollo social. Junto a estas cumbres oficiales siempre se han organizado las cumbres alternativas organizadas por las ONG’s. En estas han sucedido cuestiones tan curiosas como que en la de Río se les acabó el presupuesto y fue el propio Banco Mundial el que pagó para que siguiera la cumbre alternativa. O en la de Copenhague, cuyas instalaciones las montó el ejército y los precios del bar eran más caros que los de la cumbre oficial.

El último alarde de «poderío solidario» lo hemos tenido con la Marcha Mundial contra la esclavitud infantil. La ambigüedad en el lenguaje era muy llamativa, ya que utilizaban indistintamente explotación laboral, esclavitud y trabajo infantil. ¡Como si fueran lo mismo! Ha sido una campaña hecha desde arriba y muy bienvenida por parte de los políticos para hacerse la foto, y al igual que la ya mencionada del 0’7%, con mucha cobertura en los medios de comunicación. Dicha Marcha culminó el 1 de Junio en Ginebra, donde la Organización Internacional del Trabajo había organizado una conferencia para debatir sobre las «formas extremas de trabajo infantil». ¿Qué conclusiones salieron de dicha conferencia? ¿Qué repercusión tuvo la Marcha? No se sabe nada pues no han informado absolutamente de nada, y esto lo hace muy sospechoso.

También están muy de moda los «conciertos solidarios» en los que la filosofía de fondo es, claramente, pasárselo lo mejor posible.

Mientras tanto se ha ido consolidando el mejor invento del mundo. El uso de la beneficencia para tener buena imagen y engrosar los beneficios es un descubrimiento que ya Rockefeller hizo a principios de siglo. En realidad el poder lo ha utilizado siempre. Ahora se le llama «Marketing con causa». El 28 de Junio de 1998 EL PAÍS explica con mucha claridad en qué cosiste esta nueva trampa: se trata de que comprando el producto X das un poco de ese dinero a la ONG. La cosa empezó en Estados Unidos cuando en 1983 se reconstruyó la Estatua de la Libertad y American Express aportaba parte de sus beneficios a la causa. En dicho artículo se manifiesta que un 76% de los encuestados en EE.UU. (1997) declararon que el hecho de que la marca participe en programas de interés social era ELEMENTO DECISIVO para su compra. En dicho articulo, cuya lectura recomiendo, se intenta hacer una excepción con Intermón y Greenpeace. Respecto a la primera solamente quiero invitar a los lectores a ver los catálogos de regalos que dicha ONG saca en Navidad o el perfil que exige para su responsable de la editorial (ver páginas centrales de EL PAÍS del 11 de Enero de 1998). Poderosos y solidarios aparecen unidos por un mismo fin. Y por si a alguien le queda alguna duda Alberto Soteres, gerente de Médicos del Mundo declaró el 17-7-98: «Pero la mayoría del empresariado tiene aún mucho desconocimiento, y no llega a ver que esa inversión beneficia a su cuenta de resultados porque mejora la imagen». Es un buen trabajo de grupo recoger y analizar la cantidad de empresas que se han apuntado al carro. A mi me llama poderosamente la atención Aldeas Infantiles, ya que se ha casado con todo tipo de empresas desde una crema solar y una pasta de dientes, hasta una revista para directivos, pasando por una agencia de viajes. Pero «pasen y vean» porque hay muchas otras.

Y ya una vez creado el ambiente pues no hay por qué dar unas migajas. Simplemente con asociar el nombre de las empresas con la solidaridad parece que ya vende. Es la solidaridad manipulada a la que ya se han apuntado:

*El Corte Inglés: «Vacaciones sin fronteras»

*Puleva: «Deseamos cambiar el mundo»

*WWF (antes ADENA): «No existe el Tercer Mundo»

Repito que no he querido caer en casuística, pero la denuncia es inevitable. ¿Qué pensarían los empobrecidos si vieran esta farsa? ¿Y qué terminarán haciendo con esta solidaridad de pacotilla?. Recordemos las enseñanzas de la historia. Lo importante es que sin una conciencia revolucionaria hacemos lo mismo que el poder. Es más, el poder utiliza la buena voluntad de la gente para hacerse aún más fuerte, por eso es imprescindible saber orientarla.

3.- Necesidad que tiene la sociedad imperialista de Campañas de Camuflaje.

Decía al principio que la mentalidad burguesa se basa en la mentira para así confundir, no desvelar la verdad. Está claro que estas campañas y la sociedad imperialista responden a la misma filosofía. Son el complemento ideal al afán de lucro y la sed de poder que guían al sistema, pero con cara suave. Cara suave aquí, porque los sueldos que reciben muchos de los que van a los países empobrecidos como cooperantes son tan agresivos como una bala. El objetivo es común: hacer más fuerte al sistema.

¿Por qué están tan arraigadas en la sociedad estas campañas?. Fundamentalmente por dos razones: en primer lugar por la fuerte interacción sociedad-instituciones. Nuestra vida está conformada por instituciones que modelan nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Toda acción humana que se haga organizadamente va a tener un efecto multiplicador. En segundo lugar por el predominio de los medios de comunicación. Todos los españoles tendremos en la memoria la movilización que se creó en 1997 con motivo del macabro asesinato de Miguel Angel Blanco. La sociedad acaba viviendo los valores de las instituciones imperialistas conforme la han moldeado desde dichos medios.

Es necesario mantener la mentira creada de manera automática, sin conciencia, de forma asegurada: las campañas se suceden y acaban confundiéndose unas con otras. Ya no hay fuertes impulsos, sino una permanente INERCIA. Dichas campañas están mutiladas, no aportan nada nuevo a la solidaridad. Es más, la rompen. Un importante líder del pensamiento pro-voluntariado se ha atrevido a proclamar que la solidaridad en España ha empezado con las ONG’s. Además de ser mentira dicha afirmación es un insulto para los que dieron su vida por la justicia en España mucho antes que aparecieran las ONG’s en escena.

El imperialismo permanentemente nos abruma con su poder y crea en nosotros esa sensación tan creíble de impotencia. Por otro lado debe enmascarar las consecuencias sangrientas de su funcionamiento (más de 40.000 niños mueren de hambre cada día) y crearnos buena conciencia para inmovilizarnos todavía más. Si pensamos que colaborando con las campañas analizadas (esas u otras similares) estamos ayudando a los pobres, ya no va a ser necesario ayudarles más. ¿No? Es claro que hay que romper ese círculo.

4.- Conclusiones

La historia nos ha enseñado que para que una campaña sea solidaria realmente es necesario que haya militantes. Lo demás es agitación, fiesta y perversión. Hace falta gente como Angel Pestaña, secretario general de CNT en la España de los años 30 (entonces tenía más de millón y medio de afiliados), que en sus viajes de concienciación por Andalucía se tenía que colar en los trenes, dormir en las casas de los militantes y viajar sin un duro. Con gente así se hacen campañas. Ahora se recogen medicinas en furgonetas con anagramas de bancos.

En definitiva: si realmente queremos cultivar la solidaridad no lo vamos a conseguir dando un poco de dinero o un poco de tiempo. Tenemos por delante el reto de la HONRADEZ, que es lo único que puede combatir los valores burgueses.