Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China–son responsables del 88 por ciento de las exportaciones de armas convencionales de las que se tiene noticia. “No podemos tenerlo todo. No podemos ser los líderes mundiales de la paz y al mismo tiempo ser el mayor suministrador de armas del mundo.” Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos, campaña presidencial, 1976.
EL COMERCIO DE ARMAS LIGERAS
Fuente: Amnistía Internacional
“Conseguir un arma es tan fácil como conseguir un paquete de cigarrillos.” Evan Jean Lolless, de 34 años, que cumple cadena perpetua por asesinato en Estados Unidos, 1997.
La cuestión es muy sencilla. El descontrol en el comercio de armas hace que a los delincuentes les sea fácil asesinar, a los soldados matar indiscriminadamente y a los policías arrebatar vidas arbitrariamente. Hoy día, las armas son más rápidas y poderosas que nunca. Y unas armas más rápidas y más poderosas significan más abusos y más vidas perdidas.
El uso de las armas no sólo está aumentando en situaciones de guerra. Soldados, paramilitares y policías utilizan el material militar y de seguridad para matar, herir y cometer atrocidades terribles contra los civiles también en situaciones de paz.
Muchos gobiernos y empresas hacen caso omiso del flujo de armas hacia países que violan flagrantemente los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Las armas de fuego nunca habían sido tan fáciles de obtener. Su disponibilidad cada vez mayor amenaza la vida y la libertad en comunidades y ciudades de todo el mundo. Incluida la tuya.
MUCHAS EXCUSAS
“Se están produciendo cambios rápidos en todo el mundo, especialmente desde el 11 de septiembre, y muchos países reevalúan el equilibrio militar de las potencias que los rodean y sienten la necesidad de mejorar sus sistemas.” General de División Avraham Rotem, experto israelí en defensa, 2003.
La “guerra contra el terror” tendría que haber centrado la voluntad política en establecer un control más estricto sobre las armas. Pero no ha sido así.
Las armas ligeras, verdaderas “armas de destrucción masiva” que matan, mutilan y aterrorizan a diario, se mueven por el mundo sin ningún tipo de control.
Desde el 11 de septiembre de 2001, algunos países han relajado sus controles con el fin de armar a los nuevos aliados contra el terrorismo. Por ejemplo, el gobierno estadounidense ha aumentado masivamente su ayuda militar a decenas de fuerzas armadas, entre las que se encuentran algunas a las que incluso su propio Departamento de Estado ha identificado por su historial nefasto en materia de derechos humanos. En el Reino Unido, el permiso de exportación de armas británicas a Indonesia se multiplicó por veinte en los últimos 2 años, a pesar de las graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos cometidas por las fuerzas armadas indonesias.
RECURSOS QUE MATAN
“Nuestros diamantes se cambian por armas que se introducen a escondidas en el país. Pido a las personas que venden armas a nuestros hermanos con la intención de destruirnos que dejen de hacerlo.” Mohammed Koroma, líder de Boajibu, Sierra Leona, 2001
Diamantes en Sierra Leona, petróleo en Angola, cobre en Papúa Nueva Guinea, oro, coltan y diamantes en la República Democrática del Congo, madera en Liberia… La batalla por controlar los recursos naturales da lugar a terribles conflictos en muchos conflictos armados en todo el mundo.
Estos recursos, en lugar de invertirse en el desarrollo de esos países, se explotan y se utilizan para conseguir más armas que avivan las guerras y destruyen miles de vidas. Tomemos, por ejemplo, el caso de Ruanda: antes del genocidio de 1994, el gobierno responsable de planear ese mismo genocidio hipotecó las plantaciones de té para comprar armas a Egipto. Después del genocidio, la ONU informó de que el nuevo gobierno ruandés utilizaba a sus fuerzas armadas para extraer coltán y diamantes en la vecina República Democrática del Congo. En Liberia, la ONU también ha señalado el papel de las exportaciones de madera en la financiación de una guerra en la que los abusos contra los derechos humanos han sido una práctica generalizada por parte de ambos bandos.
Si los gobiernos desean realmente proteger la vida y los derechos humanos de sus poblaciones, deben poner fin a la explotación y al comercio ilegal de recursos naturales a cambio de armas destinadas a cometer atrocidades.
UNA ESPIRAL FUERA DE CONTROL
“Los niños salen de la escuela hablando de armas. La mentalidad es ahora mucho más violenta: no hablan de pegarse, hablan de matarse unos a otros.” Ex asistente social de menores de Londres, 2002.
“Hablan de matarse unos a otros”
Desde las ciudades del interior de Inglaterra hasta las comunidades de pastores de Kenia, la cultura de las armas va en aumento. En los países en los que llevar armas es una costumbre tradicional, los arcos y las flechas han sido sustituidos por armas nuevas mucho más mortíferas. Hay más armas que nunca. Y son más baratas que nunca.
Según Joshua Katta, jefe pokot de Kolowa, Kenia, en 1967 las armas existentes eran los viejos y pesados Lee-Enfield marca IV de la Primera Guerra Mundial, y su precio era muy elevado: 60 vacas por arma. En 1986, el precio había bajado a 15 vacas y los rifles eran los AK47, mucho más mortíferos. En 2001 no costaban más que 5, o incluso 4 cabezas de ganado.
Las mujeres y los niños son especialmente vulnerables. La violencia doméstica puede tener consecuencias mortales más facilmente cuando los hombres tienen armas de fuego. Las mujeres y niñas son violadas a punta de pistola cuando van a buscar leña o agua lejos de su casa, o cuando están en campos de refugiados o en la cárcel. Según indican los informes, al menos 15.700 mujeres y niñas de Ruanda y 25.000 de Bosnia y Croacia fueron violadas durante los conflictos armados de sus respectivos países. Y ahora que muchos rifles son lo suficientemente ligeros y sencillos como para que un niño de diez años los desmonte, los vuelva a montar y los utilice, no es de extrañar que unos 300.000 niños combatan como soldados en conflictos de todo el mundo.
LA INDUSTRIA ARMAMENTÍSTICA
“Los soldados de Georgia solían darnos balas de verdad para que jugáramos y, si les regalábamos vodka o cigarrillos, nos daban cualquier cosa – un arma pequeña o una granada.” Georgi, de 14 años, Georgia.
¿Te resulta escalofriante? Pues sigue leyendo… Desde 1998 hasta el 2001, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia obtuvieron, por la venta de armas a países en desarrollo, una suma superior a la que gastaron en Ayuda Oficial al Desarrollo.
El negocio de las armas no se parece a ningún otro. En muchos países no tiene prácticamente regulación. Es escenario de corrupción y sobornos generalizados. Y se nutre de los beneficios que dan unas máquinas diseñadas para matar y mutilar a seres humanos.
Entonces, ¿quién obtiene beneficios con este horrible comercio? Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China–son responsables del 88 por ciento de las exportaciones de armas convencionales de las que se tiene noticia.
“No podemos tenerlo todo. No podemos ser los líderes mundiales de la paz y al mismo tiempo ser el mayor suministrador de armas del mundo.” Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos, campaña presidencial, 1976.
FUERA DE CONTROL
Mientras lees esta página, 1.135 empresas, en más de 98 países, fabrican armas pequeñas, munición y piezas.
Y esta cifra va en aumento. En los últimos 40 años, el número de países que fabrican armas ligeras se ha duplicado. Estas armas matan a más civiles que cualquier otro tipo de arma y, sin embargo, no hay ninguna ley internacional vinculante que impida que éstas caigan en manos de asesinos y de responsables de abusos y violaciones de los derechos humanos.
El control se deja en manos de los gobierno. Pero, por desgracia, lo más frecuente es que la legislación nacional sea lamentablemente inadecuada y esté plagada de vacíos legales que se convierten en verdaderas escapatorias para los comerciantes de armamento. Incluso si un país se niega a suministrar armas a un comprador concreto, apenas puede hacer nada para impedir que otro suministrador cierre el trato con él.
EL COSTE HUMANO DE LAS ARMAS
“ Tenía planes para el futuro; quería viajar, estudiar para ser modelo, y seguir con mi formación de gimnasta. Pero mis sueños se rompieron.”
Camila Magalhães Lina, de Brasil, tiene 16 años de edad. En 1998 perdió la movilidad de las piernas cuando la alcanzó una bala perdida de un tiroteo entre unos ladrones y unos guardias privados de seguridad mientras caminaba desde la escuela hacia su casa. Otros no tendrán tanta suerte. En los 60 segundos que tardas en leer la historia de Camila, una persona habrá muerto por la violencia armada.
En el 2020, el número de muertos y heridos por la guerra y la violencia será superior al número de muertos a causa de enfermedades como la malaria y el sarampión.
Los refugiados están especialmente expuestos a la violencia armada. Durante el conflicto de Ruanda de 1994, los campos de refugiados fueron atacados repetidamente por grupos armados de oposición, e y un gran número de personas refugiadas murieron o fueron torturadas, secuestradas o violadas cuando huían de un campo a otro intentando salvar sus vidas.
Resulta indignante que, mientras los gobiernos de los países ricos venden alegremente armas a países donde se cometen graves violaciones de los derechos humanos, no se comportan con la misma alegría a la hora de abrir sus puertas a los solicitantes de asilo de esos mismos países. Del más de un millón de personas que pidieron asilo en la UE entre el 2000 y el 2002, la mayoría procedían de Iraq, Yugoslavia, Afganistán y Turquía. Los Estados de la UE exportaron armas a todos estos países durante las décadas de 1980 y 1990.
En momentos de conflicto, los grupos armados saquean los centros médicos, atacan a las comunidades para conseguir suministros y convierten el camino a la escuela en un ejercicio de supervivencia, siempre y cuando ésta no haya sido destruida, cerrada o se esté utilizando para albergar a desplazados.
Los defensores de los derechos humanos, los periodistas y otras personas que ejercen su derecho a la libertad de expresión y asociación sufren también intimidación y ataques constantes del gobierno o de las fuerzas armadas que tratan de silenciarlos. Entre enero y octubre de 2002, 118 sindicalistas fueron asesinados en Colombia, y muchos más “desaparecieron”. Los responsables permanecen impunes.
Si te niegan la asistencia médica, la educación y los medios de sustento, y vives con el temor a ser víctima de la violencia armada si te atreves a hablar, ¿qué posibilidades tienes de salir de la pobreza?
Sin paz y sin seguridad personal no se puede alcanzar el desarrollo. También es imposible conseguirlo sin inversión en servicios sociales y sin libertad para participar en la sociedad civil. ¿Cómo pueden desarrollarse los países cuando un tercio de ellos dedican más dinero al ejército que a los servicios médicos?
El gasto en defensa desvía unos recursos esenciales y los aparta de los presupuestos de salud y educación. Países de África, Asia, Oriente Medio y Latinoamérica gastan aproximadamente 22.000 millones de dólares anuales en armas – la mitad de esa cifra bastaría para escolarizar a todos los niños y niñas en la enseñanza primaria.
En 1999, Sudáfrica gastó 6.000 millones de dólares en armas, incluidos submarinos, aviones, helicópteros y fragatas. Esos 6.000 millones podrían haber pagado el tratamiento de los cinco millones de afectados por el VIH/SIDA en Sudáfrica durante dos años.
La comunidad internacional debe adoptar un Tratado Internacional sobre Comercio de Armas a tiempo para la Conferencia de la ONU sobre Armas Ligeras que se celebrará en 2006.
Se necesita urgentemente un Tratado Internacional sobre Comercio de Armas legalmente vinculante que garantice que todos los gobiernos controlan las transferencias de armamento de acuerdo con las mismas normas internacionales. Un Tratado que ayude a impedir que las armas caigan en manos de asesinos indiscriminados y de responsables de abusos y violaciones de los derechos humanos.
Pero los gobiernos de todo el mundo apenas están haciendo nada para lograrlo. La responsabilidad de muertes y heridos, y del sufrimiento causado por la ausencia de unos controles efectivos del comercio de armas recae directamente sobre ellos.