Declaración de los Francmasones canarios del Gran Oriente de Francia ante el fallecimiento del Papa Juan Pablo II

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Una muestra del laicismo de la Francmasones canarios que se sienten preocupados porque la neutralidad de las Instituciones públicas podría no ser respetada con motivo de la defunción del Papa Juan Pablo II. Y esto en pleno Siglo XXI. Vuelve la masonería anticristiana…

24/04/2005

Autor: Logia Luz Atlántica

Los Francmasones canarios del Gran Oriente de Francia comprenden la inmensa pena que sienten los católicos por la pérdida del Papa Juan Pablo II.

Muchos entre ellos comparten esta emoción y manifiestan su sentimiento de Fraternidad al conjunto de la comunidad católica.

No obstante esta prueba que atraviesa una parte de nuestra comunidad, desean recordar uno de los componentes esenciales de nuestros valores cívicos que concierne a la estricta neutralidad del Estado a través del principio de laicidad. Este principio no debería ser olvidado ni obviado bajo ninguna circunstancia.

Los Francmasones del Gran Oriente de Francia se sienten preocupados porque la neutralidad de las Instituciones públicas podría no ser respetada con motivo de la defunción del Papa Juan Pablo II.

No comprenden que las autoridades del Estado hayan decretado el luto oficial y que todas las banderas ondeen a media asta en los edificios públicos, como no comprenderían la presencia de las más altas autoridades de nuestro país en las misas u oficios religiosos en su calidad de representantes de todos.

No pueden aceptar que se genere y admita la confusión entre el guía espiritual de una comunidad religiosa y un jefe de estado.

Recuerdan que el Estado de la Ciudad del Vaticano, nacido de los acuerdos del Latran firmados por Mussolini, existe sólo por su dimensión religiosa: la ciudadanía vaticana se otorga a las personas cuyo trabajo les vincula al Vaticano, a los cardenales residentes en Roma y a las personas designadas por el Papa.

Denuncian que las declaraciones de principio oídas a los responsables del Estado referente al necesario respeto de la separación de las Iglesias y del Estado quedarían puestas en entredicho y sometidas a una singular contradicción si no se respetara cualquiera que sean las circunstancias de la historia el indispensable deber de neutralidad que impone a las Instituciones del Estado nuestras elementales normas de convivencia.