Educación y nacionalismo

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En estas fechas en las que tan de actualidad está la educación, con los desalentadores datos que sitúan España a la cola de la UE, no está de más recordar que una de las facetas más influyentes en la catástrofe ha sido la fragmentación regional de la educación

 

El Semanal Digital

14 de diciembre de 2005.

. Porque uno de los más graves errores del sistema autonómico ha sido la poco razonable entrega de las competencias de educación a las comunidades autónomas, sobre todo cuando no tardó en evidenciarse que los partidos nacionalistas, en sus diversas modalidades, no tenían intención de gestionar dichas competencias con el fin de conseguir una mejor formación del alumnado sino con el de utilizar las aulas como instrumentos en su estrategia de adoctrinamiento de la sociedad; es decir, eso que se llama «construcción nacional», ocurrente eufemismo que oculta lo que siempre se ha conocido como lavado de cerebro.

Sobre tan grave asunto acaba de publicarse un magnífico estudio de Ernesto Ladrón de Guevara, quien, desde su triple perspectiva de docente, parlamentario y miembro de los colectivos ciudadanos dedicados a presentar batalla a la sinrazón separatista, nos ofrece un minucioso, aplastante e indignante repaso de cómo el nacionalismo vasco ha utilizado la educación en todos sus niveles como una enorme máquina adoctrinadora para sus fines políticos.

En el prólogo el autor explica los motivos que le llevaron a escribir este libro: «La indignación por las víctimas que ha ido dejando por el camino un sistema educativo que es un gran altavoz de propaganda política; (…) la constatación de cómo contingentes de gente inmadura por su edad se han ido incorporando a los movimientos totalitarios de carácter abertzale; (…) la indignación de cómo se está privando a generaciones de jóvenes de un conocimiento de la realidad histórica, social y cultural de lo vasco, que se incardina en lo español por simple evolución histórica, se quiera reconocer o no; (…) la indignación porque el euskera ha dejado de ser una lengua para ser un instrumento para amoldar el sistema educativo a las pretensiones nacionalistas; (…) la indignación, también, por la pasividad, apatía o simplemente conformidad oportunista de los diferentes gobiernos y partidos políticos de España».

En sus páginas se recoge un océano de datos sobre las medidas dictadas para hacer de la enseñanza una vía de penetración no sólo de la ideología nacionalista, sino de la apología del terrorismo.

Presta especial atención a la lengua por haber sido utilizada como elemento esencial para probar la existencia de una nación vasca que vendría a explicarse por la barrera lingüística en la que han querido convertir a aquélla. Ladrón de Guevara explica cómo se han gastado miles de millones de pesetas para imponer el euskera a una población mayoritariamente castellanohablante sin tener en cuenta ni la lengua materna de los estudiantes ni la realidad sociolingüística de cada zona.

Y, por supuesto, dedica impactantes páginas a explicar cómo se repite en los libros de texto toda la retahila de mentiras y manipulaciones en las que se fundamenta la ideología nacionalista: mapas de la fantasmagórica Euskalerría; innumerables falsificaciones históricas; el País Vasco como algo aislado en el tiempo y el espacio sin relación alguna con España; España como país invasor; la Policía y la Guardia Civil como fuerzas de ocupación contra las que es lícito luchar con las armas, etc.

En resumen: un magnífico e incontestable pliego de cargos contra quienes han perpetrado este abuso indigno de un país serio y contra quienes lo han permitido.