Davos reconoce algo que sabíamos: la creciente desigualdad

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Hace poco asistíamos a un hecho significativo y polémico, como fue la convocatoria de plazas en un hotel de Madrid. Más de 8.000 personas hicieron cola durante horas para acceder a una entrevista de trabajo en el establecimiento hotelero que ofertaba 100 plazas. Al margen de la polémica sobre la forma de recoger currículum por parte de la gerencia lo que está claro es que en España el empleo creado ha sido muy temporal y precario, muchos en el sector servicios. En la reciente cumbre económica de Davos, no se ha podido obviar la situación real de las poblaciones en cuanto a su precariedad y provisionalidad en la vida económica y social de los países.

Ahora que la crisis financiera ha quedado atrás, para unos pocos y que el crecimiento ha vuelto de forma generalizada en las principales cifras macroeconómicas de algunos países, resulta aún más evidente que la recuperación no está llegando a todos.

Ahora que la crisis financiera ha quedado atrás para unos pocos y que el crecimiento ha vuelto de forma generalizada en las principales cifras macroeconómicas de algunos países, resulta aún más evidente que la recuperación no está llegando a todos.

El Foro de Davos, consciente de los riesgos de una creciente desigualdad (aunque sea parte implicada en la misma), alerta de que en los últimos cinco años el crecimiento no ha servido para reducir la pobreza ni aumentar los ingresos de los hogares. Pero su única receta es una nueva forma de medir el desarrollo económico. «Si no lo mides, no lo puedes arreglar», se justifica.

«La lenta mejora en el nivel de vida y la creciente desigualdad han contribuido a una polarización política y a una erosión de la cohesión social en muchas economías avanzadas y emergentes», admite el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Para poner cifras a esa disparidad, el Foro de Davos ha puesto en marcha lo que llaman un Índice de Crecimiento Inclusivo que tiene en cuenta otros indicadores para valorar la evolución de las economías como la posibilidad de encontrar empleo, la esperanza de vida, los ingresos medios de los hogares, la tasa de pobreza…

El margen de mejora es considerable para todos los grupos de países: frente a un crecimiento medio del PIB en los últimos cinco años del 5,3% en los países enriquecidos, su “tasa de inclusión” apenas mejoró un 0,01% y solo 12 de las 29 economías consideradas ricas han visto una reducción de la pobreza en ese tiempo. Entre los emergentes, aunque las economías de ingreso medio alto han registrado un crecimiento del 7%, la inclusión solo lo ha hecho un 4,6%. Unas cifras que ratifican la denuncia de Oxfam en este sentido.

Una de las teorías económicas que hasta ahora estaban vigentes era el reparto postrero de los beneficios ha sido la llamada curva de Kunetzs:

Esta curva es una representación gráfica de una hipótesis planteada por Simon Kuznets (hipótesis de Kuznets) consistente en que, los países pobres (o los sufrieran graves crisis) serían, con la evolución temporal de la «bonanza económico-financiera», igualitarios; sin embargo, a medida que se van desarrollando las distintas economías y sociedades después de 2008, no parece que esto suceda.

Según esta teoría, dicha desigualdad se nivela. Nos hemos encontrado que no se cumple incluso dentro de las sociedades enriquecidas en plena “recuperación económica”, como ocurre con España.

Nota: Los diagramas de la curva de Kuznets presentan forma de U invertida. Las variables son la desigualdad o el Coeficiente de Gini en el eje Y y el desarrollo económico o tiempo o ingreso per cápita en el eje X.

Juan Rodríguez