Globalizados

1991

La globalización, amable eufemismo con el que antes nos referíamos al capitalismo; multinacional, por supuesto, deja un reguero de transacciones que amenazan la teología del bienestar occidental. La comedia global está, además, llena de paradojas.

GENERAL Motors ha anunciado que despedirá a 25.000 trabajadores y cerrará cuatro plantas de producción en Estados Unidos. Siemens también ha notificado la venta de su ruinosa división de telefonía móvil, con sus 6.000 obreros incluidos, a una compañía de Taiwán. Más que un goteo diario, la globalización -amable eufemismo con el que antes nos referíamos al capitalismo; multinacional, por supuesto- deja un reguero de transacciones que amenazan la teología del bienestar occidental. La comedia global está, además, llena de paradojas. Así, el gigante automovilístico de Estados Unidos suelta lastre en un momento en el que cada año se incorporan 3.000 familias norteamericanas al club de los 20 millones de dólares, y cuando las estadísticas jalean enriquecimientos históricos que ya han permitido a más de siete millones de hogares tener unos ahorrillos de un millón de dólares. Pero hay más. La multinacional alemana se deshace de una línea de productos no rentable y para ello, más que vender, ha tenido que pagar 250 millones a la empresa asiática. Ya podemos hacer cursos acelerados de globalización que vayan más allá del cursillo por correspondencia recientemente impartido por el presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Franz Müntefering, que se quedó tan ancho comparando el capitalismo -ignoramos si renano- con una bíblica e insaciable plaga de langosta.

ALFREDO ABIÁN –
Director adjunto
La Vanguardia