¡Ha muerto Botín! ¡Viva Botín!

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Autogestión desde el primer día ha denunciado en sus páginas todos los poderes fácticos. Así que no faltó ni en sus páginas ni en sus portadas la denuncia del “imperio económico” creado por Emilio Botín.

En su imperio, al frente del cual estuvo 30 años, nunca se pone el sol. El Santander es el mayor banco de la Eurozona y uno de los más grandes del mundo en capitalización bursátil.

Botín falleció el pasado mes de septiembre. Fue un hombre que ha hecho y deshecho a su voluntad, pasando por encima de las leyes. Si se tenían que cambiar, se cambiaban y además sentaba jurisprudencia. Ahí está la famosa «doctrina Botín».

Todos los gobiernos se postraron ante su imperio. Condonaba la deuda de los grandes partidos políticos (a destacar la condonación al PSOE de 12 millones de euros en 2006), asegurándose así buenos aliados a sus intereses. Ahí tenemos la hemeroteca para recordar el indulto a Alfredo Sáenz en el último consejo de ministros del señor Zapatero o cuando sobornó a los máximos ejecutivos del Central Hispano (Amusátegui y Corcostegui) con unas indemnizaciones millonarias en concepto de jubilación y al ser juzgado salió, por supuesto, absuelto.

Y si a los partidos los tenía “a su favor”, a los medios de comunicación no les faltó tampoco su “mecenazgo”: o les compraba acciones o les compraba deudas. De esa manera se aseguraba el silencio de sus tropelías y les convertía en voceros suyos. Su relación con Jesús Polanco, el tándem PRISA-Santander, es el ejemplo más claro de convergencia de intereses entre banca y medios de comunicación. Pero aquí también jugaba con todas las cartas y al Santander no le faltaba presencia en los grupos Planeta, Mediaset o Vocento, cuya fusión con Unedisa depende de su visto bueno.

Emilio Botín entendía los negocios como una guerra. Tenía como libro de cabecera «El arte de la guerra» de Sun Tzu. Y aplicó bien su estrategia en Iberoamérica, dónde inició su desembarco en la década de los 90. De allí van a salir la mayor parte de sus beneficios de los últimos años. De ahí, y de los paraísos fiscales. Recordemos que ganó más dinero en 2011 con sus 15 filiales en estas zonas que con todas las oficinas de Banesto.

Su filantropía en fundaciones y universidades tenía un doble objetivo: que el grupo pagara menos impuestos a Hacienda y crear opinión pública a su favor en la sociedad. En la universidad creó la marca Universia. Y consiguió que la Universidad se llenara de sus sucursales y se le diera la exclusividad de gestiones bancarias y la primacía en convenios firmados con ellas. En el futuro, una legión de universitarios “deberán” al banco Santander durante toda su vida la oportunidad de haberles becado.

A rey muerto, rey puesto. Al frente del Banco Santander Emilio Botín deja a su hija como heredera de la familia. Parece claro que sin control de poderes de este calibre no hay democracia.

Editorial de la revista Autogestión